SOCIEDAD
› UNA VARIACION GENETICA EXPLICA COMO SE PRODUCE LA ADICCION
Un gen vulnerable a la nicotina
Una investigación que publica la revista Science revela por qué algunos individuos son más susceptibles que otros al pucho.
› Por Pedro Lipcovich
“Yo me fumo tres atados porque quiero”, dijo un ratón. “Macanas: lo que pasa es que vos tenés un gen mutado”, le contestó otro, y tenía razón. El diálogo entre estos pequeños animales pudo haber tenido lugar en el laboratorio de Pasadena, Estados Unidos, donde se efectuó una investigación que, por primera vez, mostró que pequeñas variaciones genéticas pueden hacer que un individuo sea más susceptible a los efectos adictivos de la nicotina. Ya se sabía –y por eso las compañías tabacaleras perdieron juicios en Estados Unidos– que la nicotina del tabaco produce adicción física, al igual que la cocaína o la heroína. Lo que este estudio sugiere es que diferencias genéticas entre las personas hacen que unas sean más susceptibles que otras a los efectos de determinada droga, en este caso la nicotina. Entonces, por ejemplo, en algún futuro, el genetista de cabecera le dirá a su joven paciente: “Mirá pibe, tenés que cuidarte mucho de empezar a fumar porque, con los genes que tenés, al segundo pucho ya no vas a poder dejar”.
La investigación, que se publica hoy en la revista Science, fue efectuada por un equipo dirigido por Henry Lester, del Instituto de Tecnología de California, en Pasadena. Ya se sabía que a las ratas de laboratorio les gusta autoadministrarse nicotina –apretando con la patita una palanca que se las inyecta en una vena– y que esta conducta disminuye cuando se les aplica la droga directamente en el cerebro. También se habían detectado genes específicos de la dependencia a la nicotina. Se conocía, por una parte, cómo actúan estos genes en el interior de las neuronas –incidiendo en la trasmisión de los impulsos nerviosos– y se había probado que, cuando a un ratón se le eliminan estos genes, deja de tener ganas de “fumar”, o sea de recibir su dosis de nicotina.
Lo que hizo el grupo dirigido por Lester fue, al revés de suprimir los genes, modificar uno de ellos –el que controla la “subunidad alfa 4” de la célula nerviosa– en forma de hacerlo susceptible ante dosis menores de nicotina. Después, los ratones fueron invitados a pasar al salón de fumar.
Se trata de una prueba ya clásica en estos estudios, que requieren ratones “fumadores”. Para inducirlos (en vez de ratonearlos por la tele con una ratoncita que seduzca a un ratón pidiéndole fuego) se les inyecta nicotina y, de inmediato, se los traslada a una jaula de color blanco; después, fuera de los efectos de la nicotina, se los pone en una jaula negra. Tras repetir esto suficientemente, se le da al animalito la opción de ir a la jaula blanca o a la negra: el “fumador” elige preferentemente la blanca, que tiene asociada con los efectos de la nicotina. Esto permite medir, a partir de la conducta del animal, el grado de adicción.
En el experimento publicado hoy, se demuestra que cuando se modifica el gen de modo que deje entrar más nicotina a la célula, resulta más fácil que el ratón se vuelva adicto: ante dosis de nicotina que a otro ratón le resultarían indiferentes, éste se manda enseguida para el saloncito de fumadores. ¿Qué repercusiones puede tener esto, tratándose de seres humanos?: sugiere que diferencias genéticas entre las personas pueden hacer que sean más o menos susceptibles a la nicotina. “Eventualmente sería posible advertirle a un joven: ‘Vos tenés que tener mucho cuidado porque, dado tu mapa genético, en cuanto fumes un par de cigarrillos vas a quedar pegado’”, grafica el genetista Marcelo Rubinstein, profesor en la UBA e investigador del Conicet.
Es que, explica Rubinstein, “nuestros genes no son idénticos; existe el polimorfismo genético, determinado por pequeñas variaciones”, del orden del que los investigadores de Pasadena produjeron en los ratones. “Los ratones y los humanos nos hacemos adictos a las mismas sustancias: opioides, alcohol, cocaína, anfetaminas, nicotina. Por otra parte, distintas personas se exponen a diversas drogas sin llegar a la adicción y vale preguntar por qué”. Desde luego, “las conductas tienen basamentos genéticos y ambientales; una persona se hace adicta a una sustancia en función de su experiencia personal, su historia, su ambiente y también su hardware genético”, precisó Rubinstein.