Vie 31.12.2004

SOCIEDAD  › EVACUACIONES EN ASIA POR UNA FALSA ALARMA. HAY 130 MIL MUERTOS

Otra vez el pánico y las corridas

Un nuevo sismo generó por error un alerta de tsunami en India y Sri Lanka. Hay cinco millones de personas sin agua ni comida.

Por G. Higueras *
Desde Colombo, Sri Lanka

Numerosas sacudidas telúricas menores se suceden desde el terrible terremoto de intensidad 9 en la escala de Richter que desencadenó un tsunami que anegó en muerte y lágrimas el sudeste asiático. Los millones de personas que sufrieron las terribles consecuencias del maremoto no han logrado sobreponerse a la angustia de que otra ola gigantesca trate de engullirlas. El miedo que les corroe las entrañas quedó ayer patente cuando miles de personas de una de las zonas afectadas en el Estado indio de Tamil Nadu huyeron despavoridas tras el anuncio de un nuevo terremoto. También hubo una evacuación masiva en Sri Lanka. Mientras, la cifra de muertos ya trepó a 130.000. Y la Organización Mundial de la Salud advirtió que hay 5 millones de personas sin hogar, agua ni alimentos y en grave riesgo sanitario (ver aparte).
Los servicios de protección civil de India hicieron sonar las alarmas, no se sabe si para comprobar su funcionamiento o por error, y el aullido de la sirena desató el pánico entre la población. Lo cierto es que hubo un sismo submarino de 4,6 grados en la escala de Richter, frente a Indonesia, muy cerca de donde ocurrió el gran terremoto del domingo. Pero esta vez no provocó un tsunami.
La inmediatez de los medios de comunicación actuales hizo que la radio y la televisión transmitieran el sonido y las imágenes de la huida masiva de la gente antes de que las autoridades indias informaran de que la alarma era errónea. La reacción de la castigada población de Sri Lanka fue igual que la de sus vecinos: salir corriendo. La respuesta más dramática se produjo precisamente en Galle, el gran centro turístico del sur de esta isla del Indico que ha quedado totalmente destruido. La gente tiró lo que tenía en las manos y corrió cuanto pudo para alejarse del mar, sin mirar que estaba plácido y tranquilo como una piscina. El nerviosismo fue también evidente en Colombo, donde numerosas personas sostuvieron la respiración durante una tensa hora.
La radio había informado que un científico indio había advertido la posibilidad de que se produjera una nueva sacudida telúrica de grandes dimensiones hacia las 14 horas locales. Según un diplomático europeo que se encontraba reunido con los funcionarios de la recién creada Secretaría de Emergencia, dependiente de la presidenta Chandrika Kumaratunga, “cortaron la entrevista porque se aproximaba la hora”.
Niños y adultos de las zonas afectadas declaran que tienen miedo de que la gran ola vuelva, como Nimal Telakasini, que desde que ocurrió el tsunami lleva a su hija Kashuni, de cinco años, colgada del cuello. “Tiene miedo de que la gran ola vuelva y yo también. Todos dicen que pronto vendrá otra”, señala este hombre de 41 años, cuya casa ha quedado seriamente dañada.
Radita también cuenta que su hija de cuatro años no le suelta la falda desde “que la agarré por un brazo, me la colgué en la cintura y corrí, corrí hasta que me quedé sin aliento”. Radita, que lo ha perdido todo, vivía con su marido y su hija en una casucha de madera en la playa de Panadura. Ahora está refugiada en uno de los templos budistas de la zona. “Aquí todos tememos que el mar vuelva a jugárnosla”, indica.
Todo Sri Lanka se ha llenado de banderas y banderines blancos. Ondean por balcones, coches, taxis, medianas de las calles y carreteras. Son una señal de luto pero también una plegaria a Buda para que nunca más las aguas vuelvan a levantarse contra la población. El responsable de Unicef en Sri Lanka, Ted Chaiban, señala que una vez que la ayuda de emergencia se haya distribuido y el país recupere una cierta normalidad, esta institución de Naciones Unidas tiene previsto realizar programas de actividades y educativos para que los niños estén ocupados y puedan irse liberando paulatinamente del “tremendo trauma sufrido”.
Los expertos señalan que millones de personas tendrán serias dificultades para superar la pesadilla que han vivido, dificultades que se verán agravadas por un profundo miedo a que vuelva a repetirse. Muchos padres y madres han visto cómo las aguas arrancaban a sus hijos de sus brazos sin poder hacer nada para salvarlos.
Hace décadas que Sri Lanka, un país de 19 millones de habitantes y tan sólo 65.000 kilómetros cuadrados de extensión, no sufría una gran catástrofe natural, y en menos de seis meses se ha visto afectada dos veces por el agua.

* De El País, de Madrid. Especial para Página/12.

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