SOCIEDAD
› PARA LAS FIESTAS SON MAS LOS CHICOS DESAPARECIDOS
Una fuga de casa para el 31
Lucas no quiere estudiar y se la ve venir: volvería a repetir el 1º año del Polimodal. “Estamos cansados de luchar con él, no hace caso, no entiende”, dicen sus padres que todos los días lo vieron salir para la escuela. Un día, la directora los llamó por teléfono para advertirles que su hijo perdería el año por exceso de faltas. Quedaron nerviosos. Cuando Lucas volvió, lo increparon. Decidió escapar y no volvió durante días. Este caso es uno más de los cientos que se repiten cuando finalizan las clases y se acercan las fiestas de fin de año. En esta época, la cantidad de denuncias por chicos y chicas que se van de sus casas aumenta en un 10 por ciento: el 6 por ciento corresponde a casos de “prolongación de festejos” navideños, y el 4 restante, a conflictos generados por mal desempeño escolar. El 68 por ciento de esos casos fueron originados por “relaciones familiares conflictivas”.
Si bien los problemas familiares son el principal disparador de estos casos, no son los únicos. Un 6 por ciento de los motivos obedece al extravío liso y llano de chicos; otro tanto a fugas de institutos de menores, y un 4 por ciento es raptado por alguno de sus padres. Los datos se desprenden del Registro de Chicos Perdidos elaborado por el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (Cdnnya) que, desde su creación, en abril de 2002, hasta noviembre de este año, registró 864 casos de chicos desaparecidos con resolución positiva. Desplegado, el registro revela que la mayoría de los casos ligados a conflictos familiares son protagonizados por adolescentes de entre 14 y 18 años.
“Creo que esto tiene que ver con una cuestión de género; con que a los varones se les da más permiso”, analizó la titular del Cdnnya, María Elena Naddeo, en diálogo con Página/12. “Hay menos angustia y denuncias de los padres cuando se ausentan los chicos. En las chicas incide el tema de los noviazgos que no tienen el visto bueno paterno. Hasta ahora hubo sólo un caso en el que a los padres no les gustaba la novia de su hijo.”
Según especialistas del Consejo porteño, el promedio de tiempo en que un chico se ausenta es de una semana, es el período que le lleva pensar si va a volver o no; sobre todo porque es consciente de que su situación empeoró y que, al volver, tendrá que rendir cuentas de su actitud. Cuando los chicos vuelven, a los padres se les pasa el enojo, pero eso no es garantía de que el hecho no se vuelva a repetir. Por eso se trata de solucionar esas vivencias para que, a su vez, sirvan para adelantar conflictos futuros. Contra lo que comúnmente se cree, la familia pobre no es el principal motivo por el que los chicos se van de sus casas. Para Naddeo, “el problema tiene que ver más con lo intergeneracional”. Por lo general, se responsabiliza a las compañías, amigas, novios, “cuando en verdad eso tiene que ver con los cambios típicos de la etapa de la vida”, adujo. “Se ve la falta de contención e interrelación más fluida entre adultos, niños y niñas. Preservar ese vínculo no implica que haya que permitir todo sino aumentar la confianza mutua.”
Informe: Adrián Figueroa Díaz.