Vie 11.02.2005

SOCIEDAD  › EL PRINCIPE CARLOS Y SU ETERNA AMANTE CAMILA SE VAN A CASAR

Un nuevo capítulo para el culebrón

El Reino Unido quedó sumido en la sorpresa. La impopular Camila se casa el 8 de abril con Carlos. Cómo se intenta lavar su imagen.

› Por Marcelo Justo

“Es con gran placer que se anuncia la boda de Su Alteza Real el Príncipe de Gales con la señora Camilla Parker Bowles.La boda tendrá lugar el viernes 8 de abril de 2005 en el castillo de Windsor.El príncipe de Gales ha manifestado: ‘La señora Parker Bowles y yo estamos absolutamente encantados. Será un día muy especial para nosotros y nuestras familias.” Con este breve comunicado de Clarence House, oficina del príncipe Carlos, el culebrón real británico comenzó ayer un nuevo capítulo que, a no dudarlo, mantendrá en vilo al Reino Unido.
A nivel público casi nadie dejó de felicitar al futuro matrimonio. El primer ministro Tony Blair se manifestó “encantado”; el líder de la oposición, el conservador Michael Howard, “muy contento”, los príncipes Guillermo y Harry, hijos de Carlos, “felices”, y hasta la máxima autoridad de la Iglesia Anglicana, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, bendijo el enlace del heredero de la corona con una mujer divorciada. “Es consistente con las directrices de la Iglesia de Inglaterra en lo relativo a un nuevo matrimonio”, dijo el arzobispo.
Hubo algunos sonoros silencios. El hermano de la princesa Diana, el conde Charles Spencer, anunció que no haría ninguna declaración al respecto. En un sentido similar se manifestó el dueño de Harrods Mohammed Al Fayed, padre de Dodi, que murió con Lady Diana en el accidente en París en 1997. Como se recordará, la princesa Diana pronunció una famosa frase en una igualmente célebre entrevista televisiva dos años antes de su muerte sobre el impacto que tuvo sobre su relación con Carlos el vínculo afectivo del príncipe con Camila: “Eramos tres en el matrimonio. Demasiados”. Su hermano el conde pronunció una oración incendiaria en el funeral de Lady Diana atacando a la monarquía, y Mohammed Al Fayed aún piensa que la muerte de su hijo y la princesa no fue un accidente sino un oscuro acto de espionaje de los servicios de inteligencia británicos.
Entre los británicos, la reacción era de todos los tonos. Una encuesta al instante de la cadena televisiva Sky mostró que un 70 por ciento no estaba de acuerdo con el enlace. Entrevistados en la calle, muchos se resignaban a un “hecho consumado” y otros manifestaban que tenían mejores cosas para hacer que ocuparse de los problemas sentimentales del resto. Dada la adoración que sienten los británicos por Lady Diana, el príncipe Carlos realizó desde su muerte un minucioso operativo de relaciones públicas para acostumbrar a la población a que Camila seguiría presente en su vida. Por un tiempo la “mujer de su vida” se borró del mapa. Recién en 1999, dos años después del accidente de Diana, “coincidió” en un evento social con ella. Unos meses más tarde, Camila fue con el príncipe y sus hijos de vacaciones a Grecia y en junio del año siguiente la pareja dio el gran paso: la bendición de la futura suegra. La reina Isabel II hizo de tripas corazón y decidió reconocer públicamente la existencia de la relación al asistir a una gala a la que estaba invitada esa espina en la vida de la monarca, la amante de su hijo. Desde entonces, la pareja se ha mostrado en público en diversas oportunidades, pero de ahí al matrimonio era otra cosa.
Lo era porque Camila es divorciada, porque los británicos la percibían como la tercera en discordia en ese sueño de hadas colectivo que fue el matrimonio de Lady Di con su príncipe azul, porque su apariencia física se prestaba para la caricatura de una bruja y, sobre todo, porque el príncipe Carlos parecía obsesionado con ella. La conoció en un partido de polo en 1971 y por una serie de avatares no se casaron, sin saber que precipitarían con el tiempo una interminable cadena de escándalos. Camila fue la primera en desposarse con un hombre que no era el de su vida y poco después le siguió Carlos, en la famosa “boda del siglo”. Pero según relató Lady Di a su biógrafo, Andrew Morton, la sombra de Camila nunca dejó de flotar entre ellos. En la luna de miel, Diana descubrió que el príncipe se había sacado los gemelos que le había dado Diana y estaba usando unos que le había regalado Camila. La susceptibilidad de la princesa no era exagerada. Con la cosa ya francamente barranca abajo, en 1992 aparecieron las famosas grabaciones de las conversaciones telefónicas entre el príncipe Carlos y Camila, donde el heredero de la corona, para que no quedaran dudas del grado de intimidad que deseaba con ella, le confesaba a su amante que le encantaría ser su Tampax.
Con todo este trasfondo, el príncipe y Camila han decidido no hacer olas. La oficina principesca declaró ayer que, en caso de que Carlos se convierta en rey, Camila no será reina sino princesa consorte, título más modesto. En otro gesto hacia la opinión pública dejaron en claro que no tendrá el título de princesa de Gales sino el de condesa de Cornualles. Los británicos no están aún preparados para digerir una Camila reina o una Camila que ocupe el lugar de la intocable Lady Diana.

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