SOCIEDAD
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Las dudas de los plebeyos
Por Walter Oppenheimer*
Desde Londres
La boda entre el príncipe Carlos de Gales y Camilla Parker Bowles es un examen a la estabilidad de la monarquía, que nunca estuvo tan cerca del precipicio como cuando el rey Eduardo VIII quiso en 1936 casarse con una estadounidense divorciada. La relación, profundamente impopular, entre el rey y la multimillonaria Wallis Simpson obligó a Eduardo a abdicar en su hermano, Jorge VI, y abandonar el país.
Los tiempos han cambiado desde entonces, pero la profunda impopularidad que durante años ha generado Camilla Parker Bowles, responsabilizada por gran parte del público del fracaso del matrimonio entre Carlos y Diana, ha obligado a los Windsor a ser extraordinariamente prudentes. El propio Carlos nunca ha sido tampoco un heredero muy popular. Frente a la imagen de frialdad pero de profesional eficiencia de la reina Isabel, él ha sido percibido como un personaje extraordinariamente distante, a menudo frívolo, y su capacidad como futuro monarca, incluso cuestionada por muchos. Está muy extendida la teoría de que cuando muera su madre Carlos abdicará de inmediato en su hijo Guillermo. Poco a poco, los británicos han ido aceptando la relación de hecho mantenida por Carlos y Camilla y la acusación popular ha ido moderando sus iniciales prejuicios contra ella.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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