Mar 01.03.2005

SOCIEDAD  › MURIO UNO DE LOS CREADORES DE LA PC

Adiós a un cerebro

Jef Raskin diseñó en 1979, junto a Steve Jobs, la Macintoch, primera computadora personal. Sugirió además la utilización del mouse e introdujo el primer joystick. Falleció a los 61 años.

› Por Federico Kukso

La historia de la tecnología ostenta baches, ocasionales pasajes oscuros, gurúes estrafalarios y un rosario de mitos fundacionales. Así están Gutenberg y la imprenta (1450), Pascal y la calculadora (1642), Volta y la pila eléctrica (1800), Stephenson y la locomotora a vapor (1814), Morse y el telégrafo (1831). Sin embargo, nadie recuerda con facilidad, como para decir sin que le soplen o sin fijarse en Internet, quién o quiénes se devanaron los sesos para construir aquel artefacto tan ubicuo –y para algunos imprescindible– como es la PC o computadora hogareña. Están los que dicen que fue el hombre más rico del mundo, Bill Gates, o su archinémesis Steve Jobs, cabeza de su rival, Apple. Pero la novela en que devino este período histórico oculta al verdadero cerebro de la máquina: el matemático y filósofo estadounidense Jef Raskin, desconocido para el común de los mortales, pero uno de los más respetados gurúes científicos en el mundillo informático, que murió el sábado pasado a los 61 años a causa de un fulminante cáncer de páncreas, a sólo un mes de enterarse de que padecía la enfermedad.
Raskin nunca tuvo ataques megalomaníacos ni adoptó poses de estrella como sus colegas Gates y Jobs (dos megastars habitués a convenciones bizarras y acostumbrados a guardar con poco ahínco secretos comerciales). Sin embargo, allí estuvo siempre, ignorado pero fructífero, moldeando el devenir tecnológico humano: en 1979 diseñó –con la escueta colaboración de Jobs– la primera computadora Macintosh (nombre de su variedad favorita de manzanas, la “McIntosh”, e introducida comercialmente en 1984), sugirió el uso del mouse como interfase entre la computadora y el usuario e introdujo el primer joystick. Su lema y meta en la vida era sencillo: volver amigables a las computadoras. Ocurre que antes de sus invenciones, el mundo asociaba estos artefactos a monstruosos armatostes con luces y ruidos manejados en secreto únicamente por científicos locos y desvariados. Con mucha imaginación y esfuerzo, Raskin cambió para siempre la percepción pública de la computadora con un producto relativamente barato, pequeño y visualmente atractivo, punta de lanza de la revolución comercial y cognitiva que comenzaba a rodar.
Cuando le preguntaban si estaba orgulloso de su aporte, siempre respondía: “Soy sólo una nota al pie de página en la historia, aunque estoy orgulloso de ser esa nota en que me convertí”. Con Steve Jobs, las cosas no terminaron bien. Tres años después de presentar el proyecto de la Macintosh, Raskin renunció y se fue; publicó el libro La interfase humana, se dedicó a la docencia en la Universidad de California, fue director musical de la Opera de Cámara de San Francisco, y en sus últimos años creía fervientemente que un día la gente tendrá computadoras conectadas directamente a su cerebro.
Cada vez que se prenda una computadora, cada vez que se agite furiosamente un mouse en el mundo, allí estará Jef Raskin.

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