Sáb 16.04.2005

SOCIEDAD

Cuando la tenencia irresponsable de mascotas termina en tragedia

Una mujer fue atacada por sus doce perros hambrientos, que la mataron y mutilaron a dentelladas. Ocurrió en una casa de La Paternal. Expertos advierten sobre el cuidado responsable de mascotas.

Los vecinos de Dora Urquiza estaban acostumbrados a que en su casa pulularan perros de la calle. Entre los que había juntado y sus crías redondeaban la docena. El miércoles a las 19.30, una de las mujeres del barrio vio cómo uno de los animales se abalanzaba sobre su dueña en el patio. Por la altura de la medianera, no pudo ver qué pasó cuando cayeron, pero los ladridos generales la decidieron a llamar a la policía. Cuando los efectivos llegaron a la casa de Caracas al 1785, en el barrio de La Paternal, encontraron a Urquiza, de 65 años, muerta por las dentelladas y mutilada en sus extremidades. Ninguno de los perros es de raza y el más grande pesa 15 kilos. En parte porque son de tamaño mediano y en parte porque estaban “flacos y desnutridos”, según contaron los policías que los enjaularon y los llevaron a la Facultad de Veterinaria de la UBA. Ahora, es probable que se los sacrifique. Especialistas en conducta animal afirmaron a este diario que los 12 perros, más que asesinos, son “víctimas”, dadas las pésimas condiciones sanitarias en las que vivían. Oscar Lencina, director del Instituto Pasteur, por donde pasarán los animales, aseguró que esta muerte “es por la falta del concepto de tenencia responsable”.
Los policías de la comisaría 41ª que acudieron anteanoche al llamado de los vecinos se limitaron a retirar el cuerpo de Urquiza y a encerrar a los animales en una habitación. El operativo para llevarlos a la Facultad de Veterinaria comenzó ayer a las 10.30 y estuvo encabezado por el jefe de la División Perros de la Policía Federal, Eduardo Nocetti, y por el titular de la 41ª, Arturo Herrera. También concurrió personal especializado del Instituto Pasteur. Los efectivos de la División Perros irrumpieron en la pieza embutidos en chalecos y mangas rellenas de paja para protegerse de ataques, pero se encontraron con perros desnutridos, asustados y sin ganas de salir del lugar. Nocetti contó que los animales no estaban agresivos, pero fue difícil sacarlos enlazados por el susto que tenían.
En la facultad, los perros serán sometidos a estudios para su derivación al Instituto Pasteur y a la asociación protectora de animales MAPA. “Los perros quedan a disposición de la Justicia. Nosotros colaboramos para sacarlos de la casa, por cuestiones de seguridad”, explicó Nocetti. Los diagnósticos permitirán saber a la Fiscalía Nº 13 si los perros pueden vivir en sociedad o si deben ser “sacrificados”. Una posibilidad es que terminen siendo castrados y cedida su custodia a una ONG protectora de animales.
Urquiza vivía con su hijo de 33 años, que en el momento del hecho trabajaba repartiendo pizza a domicilio. Según Lencina, director del Pasteur, cuyo personal también participó en la evacuación de los perros, la casa era “una inmundicia llena de materia fecal”. Los animales “estaban en condiciones lamentables, sucios, mal alimentados”, describió, y remarcó que “no se los puede juzgar a ellos, porque se trata de una inconducta de los humanos que dicen ser protectores y juntan animales sin darles una correcta calidad de vida. Sin afecto y amontonados, terminan por agredirse entre ellos o a las personas”. Y aseveró que “se trata de perros que nacieron en la calle, en total libertad, que hasta saben cruzar con el semáforo en verde”.
Ricardo Bruno es veterinario de la UBA, especialista en conducta animal. Consideró que en este caso “se puede establecer un paralelismo con los presos de las cárceles. La principal causa de este tipo de ataque es el estrés excesivo que les producen el hacinamiento y el hambre. Es muy probable que cuando el primer perro atacó, los demás reaccionaran como manada y se sumaran”. Por su parte, Claudio Gersovitch Lis, veterinario especializado en conductas, opinó que “las condiciones en que vivían los animales eran totalmente anómalas”, por lo que este desenlace era previsible. Para el profesional, “cuando un perro gruñe al dueño lo está agrediendo. Este es el momento para prevenir ataques posteriores”.

Informe: Sebastián Ochoa.

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