Dom 17.04.2005

SOCIEDAD  › EL AUGE EN JOVENES EUROPEOS DEL SATANISMO VINCULADO A LA EXTREMA DERECHA

Satán, la tentación neonazi

En Francia hay entre
4 y 6 mil sectas satánicas. En Italia, alrededor de mil.
Cada vez hay más actos rituales y profanaciones de cementerios. Los gobiernos están alarmados por el fenómeno, sobre todo porque la mayoría de esos grupos son en realidad máscaras tras las que se ocultan los neonazis. Advertencia de la Misión Interministerial francesa.

Por Eduardo Febbro
Desde París

¿Cuáles son los peligros o las tentaciones a los que están más expuestos los adolescentes de hoy? Según el último informe de la Misión Interministerial de vigilancia y lucha contra las desviaciones sectarias (Miviludes), las tentaciones “nuevas” no son las drogas o el alcohol sino las “prácticas sectarias” inspiradas en los grupos de orientación satánica. El informe traduce en el texto una tendencia visible en la sociedad: en los últimos años, Francia conoció un notable incremento de actos satánicos así como profanaciones de cementerios cuyos protagonistas son las sectas satánicas. Lejos de ser una tendencia “inocente” o simplemente de moda, el satanismo es inquietante porque, y así lo resalta el informe francés, está a menudo ligado a la extrema derecha y a los grupúsculos neonazis. La investigación llevada a cabo por la Misión Interministerial francesa advierte que estos movimientos “están muy presentes en la red Internet” y que “a fin de conseguir nuevos adeptos se aprovechan de la tendencia gótica muy de moda entre los adolescentes”.
Los lazos entre el rock gótico y el satanismo no son nuevos. Incluso si esa especificidad musical es en principio ajena a los círculos de Satán, los sociólogos europeos destacan que, con el correr de los años, se produjo una “contaminación”. Jacky Cordonier, universitario y experto en sectas, revela que “el segmento de jóvenes más atraídos por estas experiencias es oriundo de las clases medias y adineradas”. En este sentido, la investigación francesa apunta que si el movimiento gótico “difiere del satanismo, éste se presenta como una de las puertas de entrada privilegiadas”. Aún más preciso, el informe recalca que, “erigido en fenómeno de moda y veta comercial, el romanticismo negro, en donde los adeptos del diablo representan la franja más subversiva, se convierte en algo más que una mera tendencia. Es un emblema generacional”.
El satanismo “teje su tela en Internet”, continúa el escrito. Los jóvenes, atraídos por ofertas aparentemente anodinas, por el comercio de la magia, los discursos sectarios, la música o la tentación pornográfica, ingresan en los círculos satánicos detrás de los cuales “se mueven los neonazis”. Los observadores franceses constatan que “no cabe duda alguna de que los grupúsculos extremistas de inspiración neonazi realizan una recuperación política cada vez más frecuente”.
Los últimos diez años parecen haber transformado de manera radical el comportamiento y las fuentes del satanismo. “La inflación es constante”, observa Jacky Cordonier. El experto francés advierte también sobre el desarrollo de un “movimiento fuerte muy diferente del satanismo de antaño y su folklore de cruces invertidas”. Cordonier acota que la “caza de los jóvenes” funciona con “estructuras muy organizadas desde los Estados Unidos a través de Internet, la música y cierta prensa”. Para el observador francés, la ideología que está detrás “consiste en llegar a una sociedad en la que el hombre pudo liberarse de todos los tabúes y miedos y en la cual los débiles son eliminados”. Paul Ariès, autor del Libro negro del satanismo y el vampirismo, afirma que “el desarrollo del satanismo y su acercamiento a la extrema derecha están ligados a la crisis de valores”.
Francia e Italia son los dos países de Europa más afectados por el fenómeno satanista. La diferencia entre el satanismo folklórico de los años ’70 a ’90 y el actual son notorias. Una de las primeras profanaciones de cementerios realizadas en Francia por los grupos satánicos, en 1996, sólo dejó como emblema el símbolo del diablo, 666. Las actuales llevan otros acentos. Las inscripciones como 14-18 evocan hoy dos personajes ligados a Satán y al nazismo: el 14 corresponde a las “14 palabras” de uno de los fundadores del rito satánico, el norteamericano David Lane: “Debemos garantizar la existencia de nuestro pueblo y el futuro de los niños blancos”. El 1 y el 8 indican las letras del alfabeto que componen el nombre de Adolf Hitler. Según analiza Paul Ariès, el nazismo contemporáneo puede escudarse en el satanismo, que le ofrece un “disfraz” inocente. Ariès señala al respecto que “un joven no puede decirse abiertamente neonazi, pero sí puede decir que es satanista o vampirista”.
Los sociólogos europeos admiten que, muchas veces, detrás de las manifestaciones satánicas, misas negras, símbolos, cruces dadas vueltas, se esconde una ideología potencialmente peligrosa. El politólogo Jean-Yves Camus comenta que “la violencia del mensaje no puede sino desembocar en un totalitarismo”. De hecho, los estudios sociológicos demuestran que las ideas satánicas constituyen un vivero inagotable para la extrema derecha. El círculo satánico francés La Orden de los Nueve Angeles organiza su ritual de misa negra con el libro de Hitler Mi lucha. Paul Ariès resalta que la religión es “un instrumento utilizado para disimular las ideas”. Ariès elaboró un perfil detallado de los satanistas más pasivos –fuera de los góticos y su romanticismo negro– en el cual entran dos categorías de jóvenes: el adepto de base es a menudo un joven un poco perdido, incapaz de controlar su vida o influir en las de su entorno. Este “sector” experimenta cierto “placer” al sufrir él mismo o haciendo sufrir a los demás. En el segundo, más minoritario, se encuentran estudiantes de cierto nivel intelectual que ven en el satanismo un instrumento de provocación y una manera de “descomponer” la educación recibida.
Góticos, satanistas, neonazis, estos grupos, que pueden imbricarse, infiltrarse o influenciarse, no tienen una identidad común. Los “góticos” se identifican con la cultura Goth surgida en Gran Bretaña en los años ’70-’80. Los góticos asumen una suerte de “tristeza romántica”, un mundo negro que coquetea con la muerte. Esto no hace de ellos neonazis, de ninguna manera, pero sí los expone a la “recuperación” vía las sectas satánicas perfectamente en armonía “histórica” con las ideas del Führer. Los góticos están considerados como “minoritarios e inofensivos” y encarnan una generación “atraída por un más allá no convencional”, según la definición de Jacky Cordonier. Los góticos no se esconden, contrariamente a los satanistas de saco y corbata que pasan desapercibidos pero que practican un ocultismo violento: automutilaciones, sacrificios de animales, torturas, sumisión del otro, abusos sexuales, ideas de superioridad de la raza blanca, de los arios.
Marco Strano, oficial de policía italiano y experto en sectas satánicas, reconoce que “el satanismo es un fenómeno en plena expansión, pero es imposible cuantificarlo”. Paul Ariès calcula que en Francia existen entre 4 y 6 mil sectas satánicas, mientras que en Italia se estima que son mil. El incremento de esta “tendencia” y sus coqueteos con la extrema derecha se han convertido en un tema preocupante en Roma y París. Italia, por ejemplo, cuenta con una “brigada de choque” contra el satanismo que supervisa cada día 700 portales de Internet, 322 clubes satánicos y es incluso capaz de intervenir en plena noche. La secta satánica Latran es una de las más sanguinarias de Roma. La proporción del fenómeno es tal que hasta Rusia creó una unidad especializada en el satanismo.
No todos los adolescentes son conscientes de que su sensibilidad puede ser objeto de una maniobra política. Michel, un gótico de 18 años, explicó a Página/12 que “el gotismo es una cultura musical y artística. En cuanto al satanismo, se trata de una religión apolítica. Los maquillajes y la ropa oscura son pura apariencia, puro folklore”. Lo cierto es que tanto Francia como Italia conocieron episodios de extrema violencia protagonizados por sectas satánicas. El más cruento ocurrió en Italia en el curso de 2003. A lo largo de tres años, la secta lombarda Las Bestias de Satán asesinó a tres personas. Entre sus “logros” figuran tres suicidios sospechosos y cuatro desapariciones de personas. Los adeptos de este núcleo extremista, dos de los cuales fueron condenados a 30 y 16 años de cárcel en febrero pasado, cometían sus crímenes al son de heavy metal y llevaban a cabo sus hazañas sangrientas en las colinas situadas en los alrededores del aeropuerto de Milán. El informe de la Misión Interministerial francesa hace hincapié en estos “excesos”, sin por ello ofrecer como respuesta un moralismo religioso. Pero Dominique Bitton, responsable del estudio, advierte que “las consecuencias de una concepción del mundo semejante no son anodinas”.

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