SOCIEDAD
› EL CASO DE LA SUICIDADA VIUDA DEL OFTALMOLOGO
“No podía vivir sin Carlos”
“Dio por cumplido su objetivo de vida, que era lograr la detención de los asesinos.” Así explicó Abelardo García el suicidio de su hermana Silvia, viuda del oftalmólogo Carlos Roveda, que fue baleado en un asalto en la puerta de su casa el 5 de junio pasado. Silvia García decidió poner fin a su vida descerrajándose un balazo en el corazón el martes pasado en su casa, días después de haber reconocido a dos de los asesinos. Dejó dos cartas, una de ellas dirigida a su esposo asesinado y la otra agradeciendo a los investigadores.
“Ultimamente estábamos conversando de proyectos –dijo Josefina de García, cuñada de Silvia–. Me dijo que iba a acompañar a una amiga al Tigre. ‘¿Te puedo traer a Vera (la perra de los Roveda)?’ Me extrañó muchísimo el abrazo fuerte que me dio cuando se despidió, y se puso a llorar. En los primeros momentos decía ‘tengo que sacrificar a los perros y terminar con mi vida’.”
Las últimas horas de Silvia “fueron normales, estuvo teatralizando, disimulando, nos engañó –dijo Abelardo–. Estaba viviendo con nosotros en casa, iba a hacer la limpieza (a la casa que compartía con su esposo), a cuidar las plantas, incluso nos dejó dicho cómo tenemos que cuidar las plantas”. Y agregó: “Se pegó un tiro en el corazón, una especie de símbolo, porque era donde más sentía el amor por su marido”.
Silvia describió tan detalladamente a dos de los tres delincuentes que el 12 de junio se logró su detención. En su poder había una buena cantidad de armas, entre ellas una pistola que coincidió en un ciento por ciento con la pistola y el proyectil que provocaron la muerte de Roveda. Hace cinco días reconoció a dos de los presos. Después consideró que había cumplido su misión y se suicidó.