Mar 19.07.2005

SOCIEDAD  › LES HABIAN NEGADO UN CREDITO PARA COMPRAR UN REMIS

La hipótesis del secuestro

Los acusados por el crimen de Santiago necesitaban 20 mil pesos. La cifra del crédito rechazado coincide con el pedido de rescate.

› Por Alejandra Dandan

A las 11.10 del día jueves 14 de julio, los Miralles recibieron una llamada desde un teléfono público ubicado a siete kilómetros de la finca de Canning. “Liberen la zona de policías y de medios si quieren ver sano al pibe”, dijeron antes de pedirles 20 mil pesos de rescate. A esa hora Santiago todavía estaba vivo. Según la autopsia, fue asesinado el viernes a la madrugada. Esa llamada alimentó de allí en más la hipótesis del secuestro extorsivo. Según consta en la causa, la hipótesis tiene otro sustento. Santiago apareció en la cámara séptica de la quinta cuidada por un matrimonio uruguayo, parientes del casero de la vivienda lindera. Habían intentado –sin éxito– obtener un crédito de 20 mil pesos para comprar un remís. Los investigadores siguen esta línea como hipótesis principal. Y sospechan que, como el niño conocía a sus vecinos, ellos nunca pensaron devolverlo con vida. Ayer la fiscalía federal de Carlos Daneri tomó la ronda de indagatorias.
La perra Bruma llegó hasta la cámara séptica de la finca de Pueyrredón y Giribone de Canning el sábado 16 julio. Estaba ubicada a treinta metros de la casa que cuidaban Enrique Coito Piris, de 49 años, y Ana Isabel Machado Vargas de 45, un matrimonio uruguayo con dos hijos, Nicolás, de 7 años, y Henry Alexander Coito Machado, de 22. La perra, una hembra Akita Inu de la División canes de La Matanza encontró el cuerpo del chico de seis años atado con una soga en la cintura y un paquete de cerámica para zócalos con envoltura original. Santiago tenía puesto un buzo con el número 38 estampado sobre una remera azul, un pantalón de jogging gris, zapatillas negras con cordones y el slip celeste con dibujos infantiles con el que se había vestido antes de ser secuestrado.
Entre sábado y domingo la policía de la provincia hizo seis allanamientos para dar con el cuerpo y los supuestos responsables de la muerte. El sábado 16 detuvieron a los caseros de la finca y a su hijo de 22 años. El baño exterior, ubicado a cinco metros de la casa, tenía manchas hemáticas en el piso cubiertas por partes de una estufa, agua, tres trozos de madera, periódicos, restos de corteza craneana y de masa encefálica, de acuerdo con el resultado de la pericia policial.
A Santiago lo habrían matado ahí mismo, sospecharon los investigadores. No lo abusaron. “Le dieron varios golpes en el cráneo, las marcas estaban del lado occipital derecho. Le pegaron con un objeto mediano, de un tamaño entre un martillo y una maza”, determinó la necropsia. Pero no murió en ese momento. Según la autopsia, murió en el pozo séptico, porque en los pulmones hallaron restos de agua, señal de que aún respiraba. A unos metros del baño, en una bolsa de basura color negra encontraron partes de la soga y de la cerámica con la que habían intentado sumergir el cuerpo en el pozo.
El domingo, por una orden del fiscal federal de Lomas, Carlos Daneri, la policía detuvo al vecino de la finca, Abel Domínguez Farías de 55 años, uruguayo y casero de la quinta El Tial de Lacarra y Ruta 52. De acuerdo con fuentes de la investigación consultadas por Página/12, una denuncia del propietario del predio lo vinculó con el caso. Según su testimonio –cuya identidad se reserva este diario–, los caseros de las fincas linderas son familiares y habían intentado obtener hace poco tiempo y sin éxito un crédito de 20 mil pesos para comprar un remís.
Este es el dato por el que, aparentemente, el caso continúa en manos de la Justicia federal caratulado como “secuestro extorsivo seguido de muerte”. Los 20 mil pesos coinciden con el único pedido de rescate que recibió la familia de Santiago. El llamado entró el jueves a las 11.10 de la mañana, horas después de la desaparición y cuando los Miralles ya habían difundido los datos de Santiago y sus teléfonos en los medios locales que se acercaron rápidamente al lugar.
Una hipótesis barajada anoche por los investigadores intentaba darle alguna lógica a esta sucesión de datos. Santiago conocía a sus vecinos, tanto que durante su última tarde de vida los vecinos y su padre lo vieron jugando con Nicolás, el hijo menor de los Coito Machado. Según los investigadores, por ese motivo es muy posible que si lo secuestraron para conseguir el dinero que necesitaban nunca hayan pensado devolverlo con vida. Si esto es correcto, se preguntaban, por qué escondieron el cuerpo tan cerca. “Como el caso rápidamente cobró mucho resonancia –razonó la fuente– es posible que hayan buscado un modo de sacarse el cuerpo de encima con velocidad.”
La autopsia descartó la hipótesis de un abuso sexual seguido de muerte. No se descarta, en cambio, otra hipótesis que dio vueltas estos días: la del crimen por venganza: el padre de Santiago había denunciado a los caseros vecinos por el hurto de un equipo de audio. Aunque esta versión aún no fue confirmada, es una de las que evaluó la fiscalía durante la ronda de indagatorias de ayer.

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