SOCIEDAD
› EN LA INTERMINABLE FILA DEL SANTO DEL TRABAJO
Un pedido al doctor Cayetano
Como todos los años, una multitud aguardaba para entrar a la iglesia de San Cayetano, en Liniers, para tocar al santo. Sin fuegos de artificio en homenaje a las víctimas de Cromañón.
Cristianos, creyentes de todo un poco, supersticiosos y curiosos de todas las barriadas se congregaron ayer en el santuario de Liniers para depositar una cuota de fe en lo de Gaetano de Thiene, el abogado italiano canonizado que en la Argentina da pan y trabajo. Miles de personas fueron a pedir o dar gracias por los favores recibidos o a cumplir alguna promesa cimentada sobre esa especie de toma y daca con la divinidad que reza “si vos me das tal cosa, yo te prometo que hago tal otra”. Sin fuegos artificiales en homenaje a las víctimas de Cromañón, el festejo no pudo evitar un tiro por elevación del cardenal Jorge Bergoglio, que en su homilía exhortó a los “poderosos” a “servir un poquito más”, porque “si cada vez que tenemos algún poder nos lavamos las manos y les echamos la culpa a otros, a los anteriores, a las estructuras o a lo que fuese, vamos a engrosar la fila patética de los que usaron el poder para su propio provecho y fama”.
Frente al santuario de Cuzco 150, los peregrinos aguardaron su ingreso para tocar la imagen de San Cayetano, a la que pueden acceder en cualquier día del año pero que, al parecer, es más milagrosa en cada aniversario de su muerte. Hubo tres vías para entrar al templo; las más largas fueron las dos filas de gente que llegaron a tener unas 15 cuadras. En una cola estaban los que acamparon desde hace meses o días en las veredas del barrio y que tuvieron la oportunidad de tocar la imagen. La otra, paralela a la primera, se formó ayer a la madrugada y sólo pasaría frente al santo sin tocarlo. La tercera no era una cola, sino un cúmulo de gente agolpada sobre Cuzco que entraba como podía al templo, lejos de la imagen.
Los alrededores del santuario reflejaron el amalgama en que se convirtió el cristianismo argentino, entre conservadurismo y tradición y la religiosidad popular. Desde un escenario montado sobre la vereda del templo, los sacerdotes daban una dosis de misa prescrita cada una hora. A sólo metros, los vendedores ofrecían espigas “a dos por un peso” en medio de choripanes, chipás, imágenes de la Virgen y “Plumas del Caburé”. Hubo ofertas mucho menos ortodoxas: “Se leen las líneas de las manos”, decía un cartel en una mesa que mezclaba el Sagrado Corazón con Buda; “Carta natal por $5” proponía otro, y un local pegado al santuario destacaba su oferta de “Tarot por $10”.
“Yo vengo desde hace 10 años y sigo sin trabajo fijo, a veces me pregunto para qué vengo”, cuenta Narcisa Domínguez y llora. Detrás de ella seguía Roque Izaurralde, quien desde las 20 del sábado hizo cola y estaba apenas a 10 metros de “agradecer” al santo por el trabajo que había conseguido. “Al final, entré igual que la gente que vino hace tres meses”, se jactó el peregrino. Al lado de la entrada, al igual que cada 50 metros de cola, hubo mendigos o gente que a su modo se hacía unas monedas. Amalia y Andrea Galeano, madre e hija, juntaron botellitas de gaseosa durante la semana, le pegaron una estampita de San Cayetano y las ofrecían “a voluntad”; los feligreses les daban 10 centavos por cada una. “Le ponen más plata al santo como si fuera que la imagen tuviera menos ropa y más frío y hambre que nosotros”, se lamentó Amalia junto a una de sus seis nietas.
El operativo de este año estuvo a cargo de Defensa Civil de la ciudad, la Cruz Roja, Policía Federal, 200 sacerdotes, 1700 voluntarios laicos que dieron mate cocido y pan a los peregrinos y la Guardia Urbana. Aunque no faltaron los carteristas, no se registraron incidentes graves, sólo desmayos y bajones de presión, contaron los médicos. Y aquellos que reciben los favores del santo inmediatamente, los comerciantes, estimaron que sus ventas crecieron hasta en un 100 por ciento respecto de otros 7 de agosto.
Ayer por la tarde, el último en la cola para tocar al santo fue Esteban Pianetti, un vecino de Núñez que notó que “este año cambió el semblante de la gente que viene, el presidente (Néstor) Kirchner le cambió la cara a la gente, pero los problemas siguen existiendo y son los mismos”, opinó. Poco después, otro hombre un poco más descreído se preguntó: “¿Qué pasaría si, en vez de venir aquí, esta gente va a pedir trabajo a Plaza de Mayo?”
Informe: Adrián Figueroa Díaz.