SOCIEDAD
› PEDIDO DE CAPTURA A UN EX SIDE POR EL ROBO AL NACION
El fantasma de Aníbal Gordon
El juez pidió la detención de Honorio Martínez Ruiz, sospechoso del robo a las cajas de seguridad del Banco Nación. El “Pájaro”, como se lo conoció, pertenecía a la banda de Gordon. Su historia.
› Por Susana Viau
Honorio Carlos Martínez Ruiz tiene desde ayer un pedido de captura internacional del juez federal Norberto Oyarbide por su presunta participación en el robo de las cajas de seguridad del Banco Nación. Se trata de un viejo conocido de los servicios de inteligencia y sobre todo de quienes fueron sus víctimas, porque “el Pájaro”, como lo llamaban, es uno de los antiguos miembros de la banda de Aníbal Gordon. “Gordon” es la contraseña que conduce, sin transición, a la historia de la Triple A y de “Automores Orletti”, el taller mecánico del barrio porteño de Floresta en el que él y sus secuaces eran dueños y señores. Por allí pasaron uruguayos, chilenos y bolivianos secuestrados como parte del Plan Cóndor y allí estuvieron detenidos antes de ser asesinados el hijo y la nuera del poeta Juan Gelman. Martínez Ruiz está acusado de ser uno de los dos hombres que aparecen filmados en el video del robo al Nación (ver aparte).
El nombre de Martínez Ruiz se hizo moderadamente público –esto es, en los marcos de las fuerzas de seguridad– porque tuvo la mala suerte de ser capturado en el curso de un secuestro extorsivo llevado a cabo por el grupo. Para esas fechas, fines de 1977, las Fuerzas Armadas ya habían logrado poner a Gordon y sus muchachos bajo su control, recuperando, en materia de asesinatos políticos, lo que denominaban “el monopolio de la fuerza”. El elegido por Gordon y su gente para el secuestro fue Pedro León Zavalía, propietario de la financiera Río Paraná, ubicada en pleno microcentro, en Sarmiento 330. Los captores trasladaron a Zavalía a la provincia de Córdoba, a una casa situada en Huerta Grande, a los fondos del predio donde se encontraba asentada la IV Brigada de Infantería Aerotransportada. La localización de la casa en la que mantuvieron cautivo a “Perico” –tal era el sobrenombre familiar de Zavalía– no era una pura casualidad. Para la banda, hombres de la SIDE en su mayoría, la proximidad del cuartel constituía un factor de seguridad; además contaban, al parecer, con la connivencia o la vista gorda de un mayor, miembro de la dotación de la base. Los agentes de Gordon, o, si se prefiere, la Triple A, no debutaba con Zavalía en materia de secuestros: habían asolado el microcentro, “no habían dejado títere con cabeza”, recuerda un conocedor de la banda.
A la hora de cobrar el cuantioso rescate pedido por el financista, la gente de Gordon –César Alejandro Enciso, su mano derecha y yerno del general Otto Paladino; Euardo Rufo, alias “el Sapo”; el médico Roberto Rico, hermano de Aldo Rico, muerto en sórdidas circunstancias por sus compañeros, “los contras”, en Centroamérica; Marta Susana García Tezanos Pinto; César Estanislao Albarracín; los hermanos Escudero– sufrió un gravísimo traspié. Cuando se estaban acercando al lugar fijado, con enormes medidas de seguridad (siete vehículos y 19 hombres a bordo), Gordon advirtió que la policía los tenía cercados. Con rapidez dio orden de retirada. Lo lograron casi todos, menos el coche en el que viajaba Honorio Carlos Martínez Ruiz con dos acompañantes. Luego se verificaría que varios de los llamados efectuados a los familiares de Zavalía habían sido realizados desde el interior de la IV Brigada Aerotransportada. Se inició una causa que instruyó la Justicia militar. En esa farsa de juicio, la SIDE se vio forzada a proporcionar la verdadera identidad de algunos de sus hombres involucrados; la lista con las señas de los integrantes de la banda fue entregada al tribunal militar por otra joya, el coronel Roberto Roualdez, pieza clave de los grupos de tareas del Cuerpo de Ejército I. El teniente coronel Oscar Vicente Di Clemente, que tomó declaración a Martínez Ruiz en 1979, se refería a él como “el Ciudadano”.
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