“Impunidad” fue la palabra que retumbó en Plaza de Mayo, durante el duro discurso con el que sobrevivientes y familiares de las víctimas de los 194 fallecidos por “el humo fatídico de la corrupción” en República Cromañón recordaron a las víctimas, a ocho meses de la tragedia. La pacífica caravana de cada día 30 fue custodiada por un enorme despliegue de carros hidrantes y camiones celulares, un numeroso cuerpo de infantería y un doble vallado a la Jefatura de Gobierno porteña y la Legislatura. “La Justicia penal sigue su curso; ahora que los políticos juzguen a los políticos”, fue el pedido más enfático además del consabido “cárcel a Ibarra y Chabán”.
“La llama que me dio el corazón/ de repente me lo arrancó/ demasiada es la tristeza para olvidar (...) Y de repente soy canción de protesta y amor/ soy quien no deja huellas al andar, sólo por ingenuidad”, cantó Pichi, amigo del fallecido Julián Rozengardt. La melodía de rock fue preludio del discurso crítico elaborado entre los grupos de familiares y sobrevivientes: “Lejos de ser golpistas y linchadores, apostamos a los mecanismos previstos por la Constitución de la ciudad; por eso exigimos que los legisladores se pongan a la altura de los acontecimientos y no dilaten ni ensucien el proceso de juicio político con maniobras electoralistas”, fue una de las frases más contundentes del documento.
La marcha tuvo de color, banderas, una murga, cánticos, insultos a la policía y hasta un movilero de América TV. La murga Mala Yunta no pudo contrarrestar el clima de tristeza cuando uno de sus integrantes dedicó a las víctimas “un minuto de bombo, que son los latidos del corazón”. Y el periodista Eduardo Aliverti leyó los 194 nombres de las víctimas.