Vie 02.09.2005

SOCIEDAD

Un padre azotó a sus hijos y tuvo que pagar una multa

El hombre descubrió que los niños, de 8 y 10 años, le habían robado 30 pesos de la caja de su verdulería. Los castigó con un cinto y un cable de TV. El juez dijo que el padre se excedió, pero prefirió no aplicar pena de prisión.

Un reloj y una bolsa de caramelos hicieron sospechar al papá de F, de ocho años, y de R, de diez. ¿Cómo los habían conseguido? Primero, los chicos dijeron que la mamá les había dado plata. Ella lo negó. Nuevamente indagados, explicaron que los habían encontrado en la calle. El padre contó los billetes de la caja registradora de su verdulería y le faltaban 30 pesos. Interrogados, terminaron por confesar que fueron ellos. El papá aplicó la ley del cinturón y del cable de televisión con todo rigor. Tanto, que la Justicia de Rosario lo condenó a pagar una multa de mil pesos. Para azotes de esta magnitud se contemplan penas de hasta seis meses de prisión, pero el juez Edgardo Bistoletti consideró que el padre “se excedió en el correctivo” que los chicos requerían por su robo.
“Es verdad, le saqué plata a mi vieja para comprarme figuritas y me cagaron a palos”, contó en el hospital R, el mayor. Según el fallo, este chico es “rebelde”, mientras su hermano menor es “retraído”. El 21 de noviembre del año pasado llegaron a la escuela Mariano Moreno repletos de golpes. Un compañero de R se lo dijo a la maestra, que tras revisarlo llamó a la ambulancia. Al instante, también mandaron al Hospital de Niños Víctor Vilela a F, que en un principio negó todo, pero luego sostuvo que la ligó con el cable del televisor. Los padres fueron al hospital para llevárselos, avisado por los directivos de que se los iban a denunciar.
Según el Informe Médico Forense, los chicos tenían hematomas, escoriaciones y repetidos calcos de la hebilla del cinturón en brazos, piernas, torso y cara. El día del castigo fue el 20 de noviembre. Según el padre, identificado como JLF, les dio una hora a los chicos para que dijeran de dónde habían sacado el reloj y los caramelos. A las 19 venció el ultimátum. JLF admitió que usó el cinturón “con violencia porque se descontroló y no se pudo dominar. Fue la primera y única vez que levantó la mano contra sus hijos. Siempre los retó de palabra o les impuso penitencias”, consta en el fallo.
Los padres afirmaron que como trabajan pasan poco tiempo con los chicos, que andan solos por la calle. Varias veces el dueño del supermercado que queda frente a su casa lo llamó para contarle que los chicos le robaban “yogures y esas cosas” y que si no los denunciaba era porque eran vecinos. JLF afirmó que a la hora de castigarlos pensó en que “no le molestaba tanto que le robaran a él como que robaran en otros lados”. El juez Bistoletti dijo a Página/12 que “los padres se preocupan por el desarrollo de los chicos”. La madre los enviaba desde antes de los cinturonazos a un psicólogo “para sacarles la rebeldía”. Y a R, cuyas calificaciones son altas, lo mandaba a una maestra particular cuando tenía examen. Por estas razones, en vez de condenar al padre a seis meses de prisión, que es el lapso contemplado para el delito de lesiones agravadas por el vínculo, el juez impuso a JLF una multa de mil pesos por lesiones.
Informe: Sebastián Ochoa.

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