Mié 07.09.2005

SOCIEDAD  › CONDENAN POR DOS HOMICIDIOS A SERGIO LEIVA

Veintiún años a la Sombra

Antes de ser condenado a 21 años y seis meses de prisión por dos homicidios, Sergio Orlando Leiva Pérez, conocido como El Negro Sombra, hizo todo lo posible para alimentar la leyenda que lo acompaña. Todavía le quedan muchas cuentas por pagar: está acusado de seis secuestros extorsivos. “Estas causas me las adjudicaron porque dicen que soy El Negro Sombra. En la villa, Sombra hay muchos y yo nunca fui de la villa San Pablo (en El Talar de Pacheco). Soy de Los Polvorines y me decían Oma”, aseguró el imputado ante los miembros del Tribunal Oral 3 de San Isidro. Los jueces dieron muestras de no creer “ni en sombras, ni en bultos que se menean”, parafraseando al dicho popular, y desestimaron sus afirmaciones. Los crímenes que le adjudican a Leiva son los de Mariano Menéndez y Guillermo Lindon, ocurridos en distintos momentos y sin relación entre sí. El Negro Sombra era líder de la Banda de los Antichorros, una organización que habría contado con amparo policial hasta que un día la suerte cambió y tanto Leiva como sus cómplices se convirtieron en enemigos públicos con captura recomendada.
La condena fue impuesta por los jueces Ezequiel Igarzábal, Carlos Vales Garbo y Marcelo García Elguera. El caso Menéndez fue caratulado como “homicidio en ocasión de robo” y el de Lindon como “homicidio simple”.
El tribunal dispuso una pena unificada de 21 años y seis meses de prisión. El fiscal del juicio, Carlos Washington Palacios, había pedido la pena de prisión perpetua por entender que en el caso de Lindon, el Negro Sombra había cometido un “homicidio calificado”, pero los jueces sostuvieron que en el caso “no hubo alevosía” y lo calificaron como “homicidio simple”. José Luis Vera, el defensor de Leiva, anticipó a Página/12 que apelará la sentencia ante la Cámara de Casación bonaerense.
“Las pruebas que se aportaron en el juicio no fueron suficientes como para acreditar la responsabilidad de mi defendido”, sostuvo Vera, quien anticipó que su estrategia apunta a cuestionar la veracidad de los dichos de los testigos de identidad reservada. En junio de 2004, el Negro Sombra había sido desvinculado del asesinato de Menéndez por la Sala II de la Cámara de Apelaciones de San Isidro, pero luego aparecieron los testigos de identidad reservada y nuevas pruebas.
Menéndez, de 25 años, murió desangrado el 31 de enero de 2002, luego de ser atacado por una patota en la villa San Pablo, en el Talar de Pacheco, partido de Tigre. Un testigo que acompañaba a la víctima dijo en la audiencia que el ataque se produjo cuando fueron a comprar droga y que la patota, entre cuyos integrantes reconoció a Leiva, les robó una bicicleta. El segundo homicidio ocurrió en marzo de 2002, en Darragueira al 5800 de Los Polvorines. Lindon fue asesinado a balazos por Leiva. Todo comenzó porque el condenado había ido a increpar a una chica amiga de Lindon. La joven en cuestión le había contado a la mujer de Leiva que éste le había sido infiel. Lindon se interpuso y Leiva lo mató.
La fama del Negro Sombra trascendió el ámbito de la villa cuando se lo relacionó con los secuestros extorsivos de Leopoldo Andrada, Mirta Fernández, Rubén Astrada, Carlos Cirelli y Francisco Hanner. Esas son causas por las cuales todavía tiene que responder ante la justicia. Leiva fue detenido en enero de 2004, en el marco de la investigación por el secuestro de Ernesto Rodríguez, el padre del empresario Jorge “Corcho” Rodríguez, del que también habría participado. El fiscal federal Jorge Sica, que instruyó esa causa, recurrió a una pericia de audio indirecta para determinar que El Negro Sombra era el que exigía el pago del rescate. Los padres de Mariano Menéndez y de Guillermo Lindon se manifestaron ayer conformes con la condena, aunque admitieron que esperaban la pena de prisión perpetua. El padre de Lindon dijo que está “conforme por un lado y por el otro no; de todos modos, tiene otras causas por secuestros y creo que 50 años (de cárcel) no le van a alcanzar”. La madre de Menéndez afirmó ante los periodistas: “Me siento muy mal porque a la vida de mi hijo, que tenía 25 años y me dejó un nieto, no me la van a devolver, pero por lo menos quería que se hiciera justicia”.

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