SOCIEDAD
› LOS CUATRILLIZOS QUE FUERON MEJOR PROMEDIO
Genios por cuadruplicado
No sólo comparten el apellido, los padres y el día del cumpleaños.Los cuatro van a la misma escuela, egresaron juntos de quinto año y todos fueron abanderados. Cómo es ser cuatrillizo a los 18.
Hace una semana, los egresados del quinto año del Colegio Nicolás Avellaneda de la ciudad de Buenos Aires tuvieron el acto en el que recibieron sus diplomas. Unas 2 mil personas reunidas en el Teatro General San Martín, entre padres, docentes y alumnos, oyeron los clásicos discursos sobre etapas finalizadas, caminos recorridos y hasta soltaron alguna lágrima de ocasión. Cuando los seis abanderados del último año subieron al escenario, en las caras de los presentes se fueron dibujando gestos de sorpresa al tiempo que escuchaban sus nombres: cuatro de ellos comparten el apellido y manifiestan el parecido de los hermanos. Se trata de los cuatrillizos Dondero, que a la peculiaridad de haber nacido el mismo día y ser hijos de los mimos padres, le suman la de haber alcanzado los mejores promedios en sus calificaciones.
Eva está a punto de terminar el secundario en la especialidad en letras del 5º 3ª, Pablo en el bachillerato común del 5º 4ª y Miguel y Julián en la orientación en informática del 5º 1ª. Cualquier idea acerca de que viven pegados y haciendo las mismas cosas será equivocada. Sólo fueron juntos a la misma división durante los primeros tres años. Y cuando llegó el momento de optar el rumbo que tomarían en sus futuras carreras, la personalidad de cada uno apareció en toda su autonomía. En algunos años más serán socióloga, periodista deportivo, actuario y licenciado en computación, respectivamente.
“Desde chiquitos nuestros viejos trataron de que tuviéramos actividades por separado, que cada uno pueda tomar sus decisiones, incluso nos hicieron elegir un deporte y un instrumento a cada uno”, se encarga de afirmar Eva. Después, Miguel agrega que tienen sus amigos por separado, “cada uno con su grupo”. Los cuatro se ríen y al unísono –sí, al unísono– niegan enfáticamente que sus padres alguna vez hayan intentado vestirlos igual, como sucede con cierta crueldad en algunos casos con gemelos y trillizos.
De todos modos, el intento por resaltar sus individualidades fracasó en algún punto. Porque el cuarteto forma desde hace ocho años un grupo de percusión, al que denominaron Sin Permiso, con el que ya se presentaron en Rosario, en su propia escuela y en algunos festivales juveniles.
“En el colegio los cuatro son una institución –dice el rector del Avellaneda, Hugo Riveros–, pero siempre llamó la atención el espacio propio y personal que cada cual iba gestando.” Enrique Vázquez, profesor de historia de dos de los chicos, destaca que “para una escuela del Estado que no selecciona sus ingresantes y se maneja con el presupuesto de cualquier escuela pública es un gran mérito tener esta calidad de alumnos, como también haber tenido una actuación destacada en las Olimpíadas de Matemática, Biología y Filosofía”.
La fantasía según la cual podrían reemplazarse entre ellos en los exámenes en una picardía para engañar a los profesores se desvanece por el hecho de que, aunque parecidos, no son idénticos, y además cursan en divisiones diferentes. Ni siquiera estudian juntos: “Cada uno maneja sus tiempos y estudiamos por separado”, explica Miguel.
¿Por qué los cuatro hermanos obtienen tan buenas calificaciones, cuál es el secreto? Lejos de respuestas que apelen a la genética, Pablo sostiene que “la educación que recibimos en nuestra casa nos hace estudiar”. No obstante, fuentes inobjetables señalaron a Página/12 que Julián, a pesar de tener el promedio más alto –con 9,25–, confesó no haber dedicado mucho tiempo a la preparación de sus exámenes. Lo cual no deja de tener su costado meritorio.
Según relatan ellos, los 8 de septiembre, cuando festejan los cumpleaños, la situación en su casa es un tanto “complicada”. Además, la armonía fraternal se altera en ciertas oportunidades: “Pablo molesta a los demás cuando en la tele empiezan las publicidades. Y claro, nos peleamos y a veces hasta tenemos ganas de pegarnos, pero nos aguantamos porque sabemos que somos hermanos”, admite Julián. Todos, en complicidad, afirman con la cabeza.
Informe: Lucas Livchits.