SOCIEDAD
› LAS CASAS DE ROPA EXTRANJERAS, ENTRE EL ACHIQUE Y LA PARTIDA DEL PAIS
La moda que lleva la marca de la crisis
Desembarcaron con el auge del uno a uno y la fiebre consumista. Ahora, la debacle también las alcanzó. Todo indica que Armani se va del país, lo mismo que MNG. Otras cierran locales. Aunque suban los precios, las más exclusivas siguen importando por cuidar la imagen. Pero las destinadas a la clase media ya compran la tela en el país.
Unas se están achicando preventivamente. Otras prefirieron jugársela y producir dentro del país. Las menos, aunque sin hacerlo público, están pensando en marcharse para probar suerte en el futuro. Lo cierto es que a la mayoría de las marcas de ropa extranjeras, la agudización de la crisis posdevaluación la mantiene en vilo. Y ya diseñan estrategias de readaptación a las nuevas condiciones del mercado. Están las marcas más exclusivas que seguirán importando sus telas para mantener la imagen de “calidad” aunque ello implique un aumento de costos y precios. En cambio, las que apuntan al abanico de sectores medios planean comprar los insumos a productores locales, ya sea una parte o la totalidad. La idea allí es mantener los precios al alcance del sufrido bolsillo de la gente.
“El consumidor argentino se volvió hiperracional. Aun en los segmentos más altos de la población se buscan productos buenos al mejor precio”, asegura en sus conclusiones la gente de la consultora ACNielsen, luego de presentar hace un par de semanas un estudio sobre consumo general con datos recabados entre los meses de febrero y abril. “Las ventas suben y bajan sin ninguna lógica, sin motivos racionales”, interpreta Olga Recio, directora comercial de Cacharel, al ser consultada sobre el tema por Página/12. Con una lógica identificable o sin ella, el público local optó por cambiar sus hábitos ante la crisis. Y uno de los sectores más golpeados es sin duda el de indumentaria y calzado: ya en abril, una encuesta de Gallup lo presentaba encabezando la lista de afectados junto con el de las librerías, debido a que el 85 por ciento de su clientela habitual había decidido privilegiar otros productos, para disminuir el consumo en algunos casos hasta el límite del “gasto cero”.
C&A, la empresa holandesa que cuenta con doce locales en todo el país, no es la excepción al bajón. Si bien prefirieron no brindar detalles de la caída, sus representantes admitieron estar sufriendo “una fuerte disminución” en las ventas respecto del alicaído 2001. “Formamos parte de la coyuntura actual, no lo vamos a negar, pero a pesar de que la situación no es buena, no está en los planes de la empresa ni un retiro ni un achicamiento drástico”, confió a este diario Federico Salomon, gerente de Asuntos Corporativos. Respecto de la política a seguir por la cadena en relación con el nuevo tipo de cambio, Salomon aseguró que “nuestra posición es privilegiada porque siempre sostuvimos el perfil de desarrollar proveedores locales, y desde 1996 nos estamos expandiendo”.
“Quizá lo más complicado de este momento sea que pasamos de producir en la Argentina cerca de un 50 por ciento del stock a exigirle a nuestros proveedores artículos para cubrir toda la demanda. Pero digamos que gracias a la recesión tampoco se trata de muchísimos volúmenes más”, sostuvo el gerente, para concluir: “Así, aunque tuvimos que subir los precios, el aumento fue bastante menor a la variación del dólar”.
Sobre la política que seguirá la española Zara, son muchos los rumores dando vuelta en el ambiente de la vestimenta, pero nulas las confirmaciones de sus representantes. Si bien se comenta que la devaluación llevó a la empresa a replantearse el tema del abastecimiento de las materias primas con la idea de comenzar a producir localmente y hasta expandirse para copar un mercado en reducción –pensando en una futura salida de la recesión–, varias fuentes involucradas con el mundo de la moda se mostraron escépticas respecto de la posible expansión, aunque consideraron como “muy probable” que Zara adopte una estrategia similar a la de sus competidoras directas en lo que hace a la sustitución de materias importadas por nacionales. Asimismo, la gente de la distribuidora Johnson’s también prefirió el silencio aduciendo que “es política de la empresa no brindar información a la prensa”.
MNG, el otro grupo fuerte español desembarcado en la Argentina, estaría preparando las valijas. Aunque aún mantiene su local de Alto Palermo, ya cerró el más grande, en Santa Fe y Riobamba, que había llegado a ocupar una galería entera. Los representantes de Polo Ralph Laurent, por su parte, aseguraron tener en mente producir sus artículos localmente en un futuro más o menos inmediato. “La idea es hacerlo a través de fabricantes ya instalados en el país con materia prima importada –telas, algodones–, hasta que se vuelva a producir en la Argentina”, comentó Carlos Barin, gerente de Unidad de la empresa estadounidense. Por ahora, y al menos hasta la temporada de verano, sus clientes más fieles deberán pagar los costos de la explosión del dólar, ya que, como explicó Barin, “tenemos encargado desde el año pasado el stock de invierno y primavera, lo que hasta ahora nos obligó a subir los precios entre un 100 y un 130 por ciento, sacrificando ganancias”. La marca, dedicada “en un 70 por ciento” a los hombres, cuenta con locales en Galería Pacífico, Unicenter y la avenida Alvear, en Recoleta, zonas que según el propio Barin no se han visto tan perjudicadas a pesar de la debacle.
La clave que explicaría el fenómeno de zonas al parecer aisladas, parece darla Olga Recio, de Cacharel: “Aunque no podemos negar que estamos teniendo pérdidas, marcas como la nuestra y otras dirigidas a un público más selecto se están salvando por lo que yo llamaría `el fenómeno turista’, que crece a medida que el dólar sube”. Por ahora, la idea de los directivos es “mantenerse en el mercado como sea”, augurando tiempos mejores. Sin embargo, al igual que el resto de las marcas exclusivas instaladas en la Capital, Cacharel continuará importando sus productos, aunque en un número menor que años anteriores. “Simplemente, nos vamos adaptando a la demanda. En los momentos que vive el país no creemos conveniente pensar en jugadas fuertes de ningún tipo”, sentenció Recio.
La japonesa Kenzo, dedicada hoy solamente a la moda femenina dentro del país, está en cambio en franca retirada. Luego de ser adquirida en Argentina por el Grupo Nimes, bajó las persianas de su último local para hombres y se quedó con el local de Patio Bullrich. “Por ahora no creo que vaya a cerrar sino que permanecerá sólo con ese local –hipotetizó una fuente que prefirió no dar su nombre–. Lo que se sabe es que mientras estén, seguirán comprando la ropa directamente de su línea internacional, que importan de Francia, Italia y Asia.” Y finalmente, la que parece que se marchará sin pena ni gloria es la superexclusiva Armani. Su espectacular megatienda de cuatro plantas de Recoleta, inaugurada en octubre del año pasado con bombos y platillos, no llegaría abierta a fin de año. Los magros números y un panorama económico poco alentador serían factores determinantes de una decisión hasta el momento no confirmada por sus responsables.
Producción: Darío Nudler.
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