Dom 09.04.2006

SOCIEDAD  › LAS PREGUNTAS MAS COMUNES SOBRE SEXO

Todo lo que usted quería saber

Después de responder a 2775 consultas, la sexóloga Virginia Martínez Verdier sistematizó las respuestas: dudas sobre anticoncepción, eyaculación precoz y anorgasmia son las más habituales. Pasión por los pies y los pañales.

› Por Andrea Ferrari

¿Cuáles son las principales dudas de los argentinos en materia de sexo? ¿Qué le preguntarían a un experto si pudieran ampararse en la comodidad del anonimato? Quien puede responder a eso es la sexóloga Virginia Martínez Verdier, que desde la página sexuar.com.ar lleva contestadas nada menos que 2775 consultas a lo largo de siete años. La sistematización de esos datos, que acaba de concluir, muestra curiosamente que en el primer lugar del ranking se ubican las preguntas sobre anticoncepción y embarazo, de un tenor que manifiesta una notable falta de información. Dejando ese tema de lado, las inquietudes de los hombres suelen centrarse en la eyaculación precoz y el tamaño del pene y las de las mujeres, en la anorgasmia. Pero también hubo consultas más llamativas, como las de los hombres que sienten una loca atracción por los pies femeninos o los que sólo pueden motivarse en la cama de una peculiar forma: si llevan puesto un pañal.

Si bien la mayoría de las consultas al sitio de Internet fueron planteadas desde Argentina (64 por ciento), también hubo muchas de otros países latinoamericanos y de España. Los que más preguntan son los solteros con pareja (64 por ciento), seguidos por los casados (18 por ciento), solteros sin pareja (16 por ciento) y viudos con pareja (2 por ciento). La persona más joven que envió una consulta tenía 12 años y la mayor, 61.

–Es llamativo que el principal tema de consulta sea la anticoncepción, habiendo tanta información disponible.

–Y cada vez son más, se incrementaron muchísimo últimamente –sostiene Martínez Verdier, que en la página cuenta con la colaboración de Gustavo Alvarez, Liliana Burgario-tti y Julia Pérez de la Fuente–. A mí me preocupa, porque una cosa es responder a una consulta y otra descubrir detrás de la consulta la irresponsabilidad de las chicas o chicos. Por ejemplo, muchas consultas se centran en el uso de la anticoncepción oral. Pero algunos lo hacen para no ir al ginecólogo, para recibir la receta por Internet. Preguntan cosas tales como si conviene una marca u otra. Luego veo muchas chicas que no se cuidan y ante el riesgo toman la anticoncepción de emergencia. Que es excelente, pero no es un método para usar de manera habitual. Una cosa es tomarla una vez –e igual hay que ir al ginecólogo para hacer un control– y otra cosa es tomarla todos los meses o todas las semanas. Esto muestra la imperiosa necesidad de educación sexual: tienen que aprender a pensar, ser responsables de sí mismos.

–¿Los adolescentes preguntan antes de tener relaciones?

–Las chicas sí. En cambio, sólo tuvimos un varón que consultó por la primera vez. Es a ellas a quienes más les preocupa. Lo que vemos también es que muchas consultas que llegan a la página son de emergencia. Y ni yo ni mis colaboradores –dos ginecólogas y un andrólogo– podemos responder de inmediato.

–¿Cuál es la urgencia?

–Temen quedar embarazadas porque se les rompió el preservativo, no se cuidaron adecuadamente, se olvidaron de tomar la pastilla y la tomaron un día después. Muchas se toman la pastilla de emergencia aun cuando no hubiera sido necesario y se provocan un descalabro hormonal.

–Según las estadísticas, hombres y mujeres preguntan por igual.

–Sí, casi mitad y mitad. Lo interesante es que muchas mujeres consultan también por cuestiones de varones. En cambio, en general los varones consultan por sus propias dudas: sobre el tamaño del pene, su desarrollo, el tema de la eyaculación precoz, que es la principal consulta. Quieren saber por qué sucede, cómo lo podrían resolver.

–¿Y entre las mujeres?

–La consulta más habitual es por anorgasmia con penetración. Les produce mucha angustia. En algunas se trata de anorgasmia en general, pero en otros casos, tienen orgasmo con otras conductas sexuales, pero no con penetración. Y lo sienten como una gran frustración. Que no son suficientemente mujeres, que no son completas, que no pueden darles a su pareja lo que les piden.

–¿El que la consulta sea anónima define el carácter de las preguntas?

–Es probable que lo anónimo les dé más soltura para preguntar. Y hay algunas consultas que son casi confesiones. Tienen que ver con conductas sexuales, historias de abusos sexuales o violación, chicas que tienen relaciones con el marido de la madre, con el novio de la hermana... También hay consultas sobre aborto, que plantean una situación difícil porque la página es pública y el aborto en este país es ilegal. Buscan saber los efectos de ciertas pastillas... pero ése es un asesoramiento que no podemos dar, hay un límite legal.

–¿Es muy diferente una consulta a través de Internet que la que llega al consultorio?

–Muchas de las preguntas de la página son para pedir información y ese tipo de consulta no llega al consultorio. Pero en otros casos coinciden. Un tema muy frecuente es el temor de los varones de ser homosexuales. Está la fantasía de tener relaciones con varones, que nunca llevaron a la práctica, y el temor de que esa fantasía esté indicando que en realidad son homosexuales. Llegan con mucha angustia, preguntando si esta fantasía que tienen para enriquecer su erotismo en algún momento se llevará a la acción.

–¿Las fantasías no se concretan?

–Habría que ver en cada caso. Pero las fantasías son fantasías. No significan un paso al acto. Muchas personas tienen fantasías sexuales que enriquecen su erotismo, pero hay una barrera moral que les impide llevarlas a la práctica. Por ejemplo relaciones de tres o relaciones swingers. Pueden jugarlas en la fantasía y con su pareja, pero no podrían llevarlas a la realidad, porque allí aparece una cuestión moral que hace que en lugar de ser placentero sea insatisfactorio.

–¿Alguna consulta resultó especialmente difícil?

–Sí, las relacionadas con el abuso sexual. Y hubo dos muy difíciles de responder de varones paidofílicos. Planteaban que se sentían atraídos por niños y lo que pensaban hacer... Por un lado es un delito y, por otro, es algo que produce mucho rechazo.

–¿Qué les respondía?

–Yo remarco que es un delito y que también es un problema emocional, pero que tienen que ser conscientes de que es incorrecto. En esos casos me pongo muy represiva: ser sexólogo no implica el todo vale. Hay límites que respetar en cuanto a la ética, a la moral, al bienestar de la gente: no hacer daño al otro. En estos casos, a veces eran fantasías y planes para llevarlos adelante, pero también aparecieron situaciones concretas.

–¿En caso de mujeres abusadas, qué orientación se les puede dar?

–A menudo no plantean el abuso, sino que cuentan sus dificultades sexuales posteriores, originadas en ese abuso. Yo les recomiendo terapia. Me parece bueno un tratamiento sexológico, porque la mirada de un sexólogo psicólogo sobre este tema abre la posibilidad de enfocar sobre la construcción de la identidad sexual a partir de esa marca. Yo insisto en no dejarse estar. Hay personas que se quedan paralizadas en el sufrimiento.

–¿Hubo alguna consulta sorprendente o inesperada?

–Hubo una chica de doce años que contó su relación con el novio de la hermana. Era uno de los casos en que más que una consulta era una confesión. No era sólo una situación puntual lo que contaba, sino el sostenimiento del secreto, una situación llamativa en una chica de esa edad. A mí me preocupa que la sexualidad se juegue tan despreocupadamente. La salud y la libertad sexual no implican hacer cualquier cosa a cualquier costo. La libertad es encontrar el equilibrio de lo que uno quiere y poder llevarlo adelante en acuerdo con los demás.

–Hubo algunas consultas clasificadas como “fetichismo”. ¿Cuáles son?

–El fetichismo es la necesidad de que haya algún objeto siempre presente en el encuentro sexual para que la persona se excite. La más común, al menos entre las que nos llegó, es la atracción por los pies femeninos. Me acuerdo de la consulta de un varón muy preocupado porque se sentía tan atraído por todos los pies que tenía miedo de convertirse en un violador. Miraba los pies por la calle, más aún porque en ese momento era verano, y se excitaba. En caso de fetichismo es necesario poder canalizarlo con alguien que quiera jugar con eso y no le moleste esa situación. Tuve también cuatro o cinco consultas de varones que necesitan usar pañales: si no tienen puesto un pañal no se excitan. Uno de ellos comentaba que esto había empezado con el nacimiento de un sobrino. En estos casos siempre hay un hecho en la infancia, antes de los ocho años, que crea el caldo de cultivo. Después en la adolescencia o adultez tiene que haber un desencadenante. En el caso de este chico tal vez ese nacimiento fue el desencadenante. Estas conductas, si no producen daño, son llamadas variantes sexuales. Tal vez el daño se lo produce la persona a sí misma porque crea una dependencia muy fuerte.

–También aparece la preocupación por los valores.

–Son personas que se preocupan por si lo que hacen está bien o qué pensará su familia en caso de enterarse. Abarcan diversos temas: desde la edad de iniciación sexual hasta el deseo, por ejemplo, de un amigo del marido. Lo llamativo es que la gran mayoría de consultas en torno de valores son de mujeres. De varones creo que sólo tuvimos tres. Evidentemente las mujeres nos planteamos más en lo sexual si lo que hacemos está bien o mal.

–¿Qué tipo de necesidad hay detrás de las consultas?

–Además de solicitar información, aparece claramente el pedido de permiso para fantasear o realizar determinadas prácticas sexuales, así como la necesidad de saber si son normales o no. La preocupación acerca de ser sexualmente normal tiene una fuerte impronta en la conformación de la identidad sexual y en la posibilidad de tener una vida sexual satisfactoria.

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