Mar 09.05.2006

SOCIEDAD

A cada infractor a las normas de tránsito le llega su Guardia Urbana

Desde ayer, los guardias hacen multas a los automovilistas. En el primer día labraron 422 actas, la mayoría por no usar cinturón de seguridad. Habrá más control de alcoholemia y senderos seguros.

› Por Eduardo Videla

Los automovilistas que circulan por las calles porteñas tienen desde ayer más ojos que los vigilan: a la Policía Federal y a los equipos de fotomultas se agregaron los miembros de la Guardia Urbana, el cuerpo de seguridad que depende directamente del gobierno porteño. En el primer día, unos 35 efectivos, en diez puntos críticos de la ciudad, labraron un total de 422 actas, la mayoría de ellas por no uso del cinturón de seguridad. La nueva función de los guardias –hasta ahora venían haciendo “multas educativas”– apunta a levantar el perfil de esa fuerza, que hasta ahora aparecía algo desdibujado, en comparación con las expectativas generadas en su lanzamiento. Las nuevas multas irán a engrosar los ya atiborrados discos rígidos de la Dirección Administrativa de Infracciones y la Unidad Administrativa de Control de Faltas, donde el 76 por ciento de las infracciones queda sin sancionar, según un informe de la Auditoría General de la Ciudad.

La Guardia Urbana –un cuerpo de seguridad que no lleva armas, sólo un handy y un silbato– fue creada por decreto en noviembre de 2004 y salió a la calle por primera vez hace casi un año, en junio de 2005. Desde entonces se ocupó sobre todo de transitar los denominados “senderos seguros”, donde se vigila el ingreso y la salida de los niños a las escuelas. A partir de diciembre, comenzaron a hacer actas de advertencia a los automovilistas en infracción y a trabajar en los controles de alcoholemia. “Ahora, pasado un tiempo prudencial, los automovilistas no pueden alegar que desconocen las normas”, dice a Página/12 Manuel Izura, subsecretario de Seguridad Urbana de la ciudad, a cargo de la Guardia Urbana.

El cuerpo está integrado por 800 efectivos, que se reparten en cinco turnos –tres durante la semana, dos los sábados y domingos–, a razón de 160 por turno. No todos se dedican al control del tránsito: ayer hubo entre 35 y 40 en diez puntos de la ciudad. “Se tomaron diez de los cuarenta puntos críticos detectados a partir de las estadísticas de 2005, donde se registraron más de seis accidentes durante todo el año”, explicó Izura. De esas cuarenta esquinas, algunas son controladas por el servicio adicional de la Policía Federal y el resto por la Guardia Urbana.

Ayer, en el primer día, fueron labradas 422 actas de infracción: a razón de 42 por esquina. La mayoría (94 actas) fue elaborada por no cumplir con el uso del cinturón de seguridad; le siguen las infracciones por giro indebido (70), estacionamiento en lugar prohibido (69), violación de la luz roja del semáforo (53), uso del celular mientras se conduce (53), colectivos que suben o bajan pasajeros lejos de la parada (15) y motociclistas que no usaban casco (14). También son sancionados la carga y descarga en lugar u horario prohibido y la circulación de automóviles particulares por carriles exclusivos.

“Primero, el guardia debe advertir al automovilista, y si éste persiste en la conducta, entonces le hace el acta de infracción”, explica Izura. Esto vale para las infracciones leves o cuando el conductor puede ser abordable porque está parado frente a un semáforo. “Pero no cuando ha violado la luz roja”, advierte el funcionario.

Izura aclara que los guardias no pueden hacer infracciones a los peatones, simplemente porque no tienen atribuciones para identificarlos, pidiéndoles documentos. “Eso sólo puede hacerlo la policía”, explica. Lo mismo ocurre con los automovilistas: en el acta de infracción, basta con que se identifique la matrícula del vehículo para darle validez al acta. El guardia no puede pedirle al conductor la licencia para conducir.

¿Podrá cuestionarse una multa que no esté labrada por un agente de la Policía Federal?, se preguntan quienes recuerdan que el sistema de fotomultas fue objetado, entre otras cosas, porque el acta no tenía firma de una autoridad oficial. “Puede ser que haya cuestionamientos, habrá que ver la opinión de los jueces”, dice Izura. Por lo pronto, recuerda que el decreto de creación de la Guardia Urbana le otorga, entre otras atribuciones, “colaborar en el ordenamiento del tránsito, hacer cumplir la normativas vigente y labrar actas de comprobación”.

Lo que no pueden hacer los guardias es confeccionar actas de contravenciones. Por eso, cuando cumplan otra de las nuevas tareas encomendadas –la recuperación del espacio público, cuando esté ocupado por vendedores ambulantes o mesas de restaurantes– se limitarán a informar a la autoridad de aplicación: la Policía Federal y los fiscales contravencionales.

También desde esta semana se intensificarán los controles de alcoholemia: de los 32 puestos que trabajaban hasta ahora pasaron a ser 80, desde anoche. También se incrementará el recorrido de los senderos seguros: a los 23 itinerarios actuales se agregarán en los próximos días otros tres. Para todo esto será necesario incrementar la cantidad de personal: en un mes se incorporarán 90 guardias recién entrenados.

El legislador Pablo Failde (ARI), autor de un proyecto para crear un cuerpo de control de tránsito a partir del personal de la guardia urbana, consideró que la medida del Ejecutivo es “positiva”: “Lo importante es que la Guardia Urbana va a tener una tarea más consistente, y permitiría sacarle a la policía la tarea del control de tránsito para poder destinar más efectivos a la prevención del delito”, opina el legislador.

Otro problema a resolver es el paso siguiente de las actas de infracciones, cuando son procesadas en la Dirección Administrativa de Faltas. Ese es el lugar –en Carlos Pellegrini 411– adonde deben concurrir los infractores, o bien para admitir la falta, mediante el pago voluntario, o bien para discutirla ante un controlador. El año pasado, cerca de 2,1 millones de actas, sobre un total de 2,8 millones, ni siquiera recibieron tratamiento, según un informe de la Auditoría.

“Hay un proyecto en la Legislatura para que las faltas e infracciones graves, como las bromatológicas y las ambientales, sean tratadas por la Justicia de Falta y no por los controladores. Eso permitiría hacer más eficaz el sistema”, comentó a este diario el juez Marcelo Vázquez, miembro de la Cámara Contravencional de la Ciudad.

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