Los investigadores confirman la pista del crimen pasional y avanzan sobre el circuito nocturno de las últimas horas de la víctima. Usaron una cuchilla grande y le asestaron cuatro puñaladas.
› Por Horacio Cecchi
Angel Jiménez Hernández, el ejecutivo de Telefónica hallado apuñalado el miércoles pasado, fue asesinado entre las seis de la tarde y las doce de la noche del martes. Para matarlo usaron un cuchillo con una hoja de 14 centímetros de largo con el que el homicida le asestó cuatro puñaladas, una de ellas mortal en el corazón. La hipótesis del crimen pasional sigue de pie y avanzando en la investigación. Tales son los datos que van surgiendo de la trama del escabroso crimen del gerente de Finanzas Corporativas de Telefónica Argentina.
El ejecutivo, de 56 años, vivía solo en el piso 13º del lujoso edificio de 28 pisos, ubicado en Avenida del Libertador 356, entre Suipacha y Esmeralda. El cuerpo del español fue descubierto por la mucama, al ingresar al departamento de soltero de Jiménez, el miércoles a las ocho y media de la mañana. El cuadro con que se topó la mucama era dantesco. “Lo encontró en la habitación, al lado de la cama –confió un investigador a Página/12–. Tenía las manos sujetas por detrás de la espalda con una cinta adhesiva que lo inmovilizaba por completo.”
Según las pericias realizadas al cuerpo, se determinó que le habían asestado cuatro puñaladas en el tórax, de las cuales una fue la mortal porque penetró directamente en el corazón. “No usaron ni destornillador ni un cuchillo común –agregó el mismo investigador–. Usaron un cuchillo cuya hoja tiene 14 centímetros de largo. El arma no fue hallada aún pero se supone que puede ser un cuchillo de cocina. Y las puñaladas fueron dadas de arriba hacia abajo.”
Por el momento, el misterio que concentra la atención de los investigadores es cómo ingresó el o los homicidas al edificio. “No sabemos todavía si fue uno o fueron varios –añadió la misma fuente–. Hay dos datos que tenemos confirmados y que nos permiten descartar: uno, que la puerta del departamento del piso 13º no fue forzada, lo que nos permite deducir que era alguien a quien Jiménez le abrió la puerta. Pero no sabemos si se la abrió desde dentro o desde fuera.”
La misma lógica sostienen los investigadores para analizar el ingreso al edificio. En la planta baja funciona un sistema de circuito cerrado que permite a la guardia observar la puerta de ingreso en un monitor. Pero el sistema no es más que eso, no cuenta con una grabadora de imágenes que permita mantener y detectar rostros y de ese modo facilitar la búsqueda. En el ingreso del edificio hay guardia de seguridad. “Sabemos que el visitante no entró solo por la puerta principal porque en ese caso hubiera sido registrado en una planilla sí o sí por la guardia. Pero no sabemos si lo hizo con la víctima. Por eso, por el momento se supone que entró por el garaje, lo que permite deducir que podría haber entrado con la víctima en algún vehículo. Aunque no está descartado que se haya colado por el garaje cuando entró otro vehículo y después aguardó allí dentro.”
“El fiscal 17, Jorge Mola, llegó al lugar entre las once y media y las doce del mediodía del miércoles –señaló el investigador–. Los forenses dijeron que el crimen ocurrió entre 12 y 18 horas antes de la llegada del fiscal, lo que lleva hasta las seis de la tarde y las doce de la noche del día anterior, el martes 9 pasado.”
Ahora, los peritos están analizando la computadora personal de Jiménez, de cuyo disco rígido creen que se obtendrán pistas del crimen. También siguen trabajando sobre el entrecruzamiento de las llamadas telefónicas. Pero a medida que se van escuchando los diferentes testimonios, se van abriendo diferentes pistas. “Con algunos de los testimonios se están reconstruyendo positivamente las últimas horas de la víctima –describió el mismo investigador–. Estamos trabajando sobre el circuito que siguió. Un circuito nocturno.” Las pistas que van surgiendo siguen apuntando sobre el crimen pasional. No está descartado el robo pero, por el momento, no surgen a la vista faltantes que sostengan esa hipótesis. Las pistas del caso recuerdan a los investigadores otro, el de Luis Emilio Mitre, con el que guarda muchas similitudes.
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