Un forense alertó sobre la extraña presencia de orificios de bala cerrados. Un perito químico dio una clase sobre la “alta probabilidad” de uso de “la gotita” para cerrar esa herida.
› Por Horacio Cecchi
Las observaciones de un forense experto en criminalística y las de un perito químico reconocido a nivel internacional fueron suficientes para desmoronar la teoría del grifo asesino de bordes romos con la que la familia de María Marta pasara unos 45 días confundida entre el dolor y la sorpresa. El experto en criminalística Néstor de Tomas aseguró que se había utilizado pegamento para cerrar las heridas de MM y el reconocido perito químico Luis Ferrari sostuvo que los estudios espectrales realizados determinaron la existencia de ciano y la alta probabilidad de existencia de acrilato en una de las muestras de la piel de MM coincidente con las heridas de bala. Ciano y acrilato son componentes del pegamento conocido como “la gotita”, de efecto instántaneo. Pero mucho más contundentes que ambos testimonios fueron las imágenes de la autopsia que ayer se mostraron durante la audiencia: revelaron que de los seis orificios en el cráneo, tres estaban ocultos bajo el cuero cabelludo y otros tres se ubicaban algo más abajo que la sien, junto a la oreja, al aire libre y no cubiertos por cabello. Tres aparecían prolijamente cerrados. Lo curioso de la selección natural es que los tres huecos cerrados son los que estaban a la vista de familiares, amigos y vecinos el día en que MM murió. Una nueva hipótesis viene tallando en el caso: la Madre Natura barre bajo la alfombra.
Las imágenes de la autopsia ya habían sido pasadas en una audiencia anterior, pero sin público ni Carrascosa (pidió permiso para no estar presente). Fue en ocasión del esclarecedor testimonio de Tino y Gargamuza (la proyección de un video equivocado), aportados por la defensa. Ayer, en cambio, el tribunal autorizó que el público permaneciera, ya que se pasarían sólo imágenes correspondientes al trabajo de los peritos sobre el cráneo. Las imágenes las había requerido el experto en criminalística De Tomas, ex director del SEIT (el ala de expertos periciales de la Bonaerense) y ex integrante de la Policía Judicial, un organismo creado por la reforma de Arslanian y que luego sería vinculado con las acciones y exacciones del ex procurador general Eduardo de la Cruz. La sola cercanía a De la Cruz equivale para los García Belsunce a un grado de parcialidad nulificante. De todos modos, ayer, al testigo lo tuvieron a mano, pero ni la defensa ni la querella pusieron en duda que De Tomas fuera una eminencia con casi cuarenta años de autopsias.
Lo mismo ocurrió con el otro testimonio clave, el del experto químico Luis Ferrari, que no es perito de parte, sino perito oficial del máximo tribunal provincial, y que fue clave en la resolución de infinidad de casos, entre ellos el de Miguel Bru.
Las imágenes de la autopsia mostraron cómo los forenses detectaban las tres cicatrices cerradas sobre las que pasaban una esponja y agua. Después se observa cómo corrían el cuero cabelludo que se desprendió con mucha facilidad, dejando clarísimos a la vista tres huecos, uno de ellos acanalado (correspondiente al pituto escatológico), perfectamente abiertos y sin ningún trabajo de ocultamiento de la Madre Natura. Se dieron cuenta sin dificultad porque rápidamente se pusieron a trabajar en ellos y de inmediato dedujeron que las tres cicatrices cerradas debían corresponder a una canilla del mismo calibre porque se los ve trabajar perforando con pinzas los huecos taponados.
A preguntas del fiscal Diego Molina Pico, De Tomas puso en duda la teoría de la Madre Natura cuando aseguró que era “imposible” que un orificio se cerrara por efecto natural y mucho más imposible que en el mismo cadáver tres orificios se cerraran y otros tres no. Descartó los efectos del formol de un frasquito volcado en el ataúd: “Para que el formol cumpla efecto tiene que colocarse el cuerpo en siete veces su volumen en formol. Y produciría el efecto contrario”.
Por su lado, el experto de la Asesoría Pericial de la Corte, Luis Ferrari, dio una clase de espectrometría química, gratuita, para graficar los motivos que le permiten decir “con un grado de certidumbre de fuerza evidencial, el alto grado de compatibilidad con ciano acrilato”, o sea, con “la gotita”, el material encontrado en los orificios tapados.
Ferrari sostuvo que le habían encargado determinar si existía algún pegamento. Primero llevó las muestras para periciar a Gendarmería. “El sistema ATP, de Gendarmería, tiene sus limitaciones –explicó el experto–. Es un haz de luz microscópica que va tocando puntos de una superficie. Tomamos algunos puntos al azar, porque sería imposible cubrir cada uno de los infinitos puntos de la superficie. Y en esas tomas al azar no saltó la curva del ciano acrilato, lo que sólo indica que no existía en esos puntos superficiales.” Luego Ferrari decidió explorar en la Universidad de La Plata, con el sistema DRIFT, que según parece es más profundo y barre la superficie en forma completa.
El sistema establece la reacción de los elementos ante los rayos infrarrojos: una imagen de curvas y picos como un electrocardiograma. Allí, en uno de los tacos, apareció la curva del ciano. La del acrilato no, pero Ferrari descubrió que como tenía la misma dimensión que la curva de la piel, podía estar presente pero oculta detrás de ésta. Fue descartando champúes y hasta piojicidas. Descubrió que un grupo de piojicidas utilizaba el ciano, pero también una estructura conocida como “piretroide”, con un compuesto de fenilo. La onda del fenilo sobresale a la de la piel, por lo que dedujo que si se trataba de ciano de un piojicida, debería también mostrarse el fenilo. Esto no ocurrió. La deducción cayó casi de maduro: certeza de ciano y alta probabilidad de acrilato.
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