Mar 08.05.2007

SOCIEDAD  › TRAS EL MEGAOPERATIVO, LOS VECINOS TEMEN UNA VENDETTA DE LOS JEFES NARCOS

En la 1.11.14 lo que sobra es el miedo

Tras el megaoperativo en busca de los dos hermanos Estrada González, que controlan la villa 1.11.14, el juez Ballestero inicia las indagatorias a los 17 detenidos. La esposa y la suegra del líder Marco figuran en la lista. La Federal no fue convocada por sospechas.

› Por Carlos Rodríguez

Durante la jornada de hoy, el juez federal Jorge Luis Ballestero les tomará declaración indagatoria a 16 de las 17 personas detenidas el domingo durante el operativo que la Gendarmería Nacional realizó en la villa 1.11.14, en el Bajo Flores, donde desde hace años se viene desarrollando una cruenta guerra entre narcotraficantes, de nacionalidad peruana, que ha sumado al menos 15 muertes. Ballestero sólo indagó ayer a una mujer embarazada que está entre los detenidos, aunque se considera que ella podría recuperar la libertad. Una fuente allegada a la causa le confirmó a Página/12 que entre los presos se encuentran la suegra y la mujer del prófugo Marco Antonio Estrada González, alias “Marcos”, líder de la banda que tiene el control del comercio de la droga en la villa y que está enfrentada con otros grupos similares. “En los allanamientos realizados encontramos a todas las personas que teníamos que encontrar”, aseguró ayer el comandante de Gendarmería Carlos Triolet, al frente del operativo. Sin embargo, otras fuentes admitieron a este diario que dos personajes importantes siguen prófugos: Eduardo Estrada González, “Piti”, hermano de “Marcos”, y Oscar “Kevin” Lalopu Tuñoque.

Lo que se sabe es que Piti ni siquiera pasó en la villa la noche del sábado anterior al día en que se realizaron los 17 allanamientos. Lalopu Tuñoque, por su parte, dejó su morada poco antes de que los 450 gendarmes movilizados el domingo, desde las 4.30 de la madrugada, hicieran temblar el piso de la villa con el rítmico sonar de sus borceguíes. Los miembros de la banda, detenidos o prófugos, están acusados por varios renglones de delitos acumulados: “Asociación ilícita para la comercialización y distribución de cocaína, contrabando internacional (por supuestos envíos de droga hacia España) y coacción agravada (por la expulsión a punta de pistola) de varias familias que vivían en la villa)”.

Todo esto, al margen de los al menos 15 homicidios ocurridos como resultado de la guerra entre narcos, además de tres casos de personas que fallecieron al ser evisceradas para sacarles la droga que llevaban en sus cuerpos. Dos de esos casos ya fueron difundidos por Página/12 y un tercero se incorporó hace poco al expediente que lleva el juez Ballestero. La investigación por los homicidios está en manos del juez Domingo Altieri, aunque todo el paquete criminal tiene una íntima relación. De acuerdo con la información oficial, en los 17 allanamientos del domingo fueron secuestrados “algo más de dos kilos de cocaína, elementos de corte para ‘estirar’ la droga y bastante dinero: 71 mil pesos, diez mil dólares y unos 500 euros, además de diez armas de fuego y 25 automóviles, todos los cuales tenían documentación falsificada y pedidos de captura”. En el operativo fueron demoradas 71 personas que carecían de documentación y que ayer habían recuperado su libertad.

La fallida detención que más se lamenta es la de Eduardo Estrada González, alias “Piti”. El hermano de Marco Antonio sería el número dos de la organización, aunque algunos lo señalan como el verdadero cabecilla. La ambigüedad sobre quién es el mandamás sería un juego de dimes y diretes alimentado por los dos hermanos. De todas maneras, ellos son los jefes, más allá de quién ocupe el lugar de preferencia en el podio. Piti, el personaje clave, estuvo preso por una condena a 12 años de prisión por homicidio y salió en libertad hace menos de un año. Su hermano Marco Antonio estaría fuera del país, tal vez en Bolivia, desde hace varios meses. La llegada de la Gendarmería a la 1.11.14 era esperada desde hace mucho tiempo. Se dice que, por ese motivo, algunos miembros de la banda pasaron la noche del sábado en otras casas, que no fueron allanadas, y por eso lograron zafar. La versión fue rechazada por fuentes judiciales.

El contrabando hacia España se estaría realizando en forma encubierta, con la droga oculta en partidas de inocentes zapatillas. Por esa razón, el domingo fue allanada una fábrica de calzado deportivo que funciona en el corazón de la 1.11.14. Fueron allanados también un local de cíber, una casa de varias plantas ubicada en la manzana 16 de la villa, la casa de tres pisos de Bonorino 1046, una boutique de la esposa de Marcos que está en la manzana 18, un departamento en el barrio Rivadavia 2, una quinta en la que supuestamente residían Marcos y su mujer, en el barrio privado La Celia, en Ezeiza, y tres remiserías llamadas Los rebeldes, Santa Rosa de Lima y Nuestra señora del Carmen.

Aunque todos se mostraron “muy conformes y contentos” por el resultado del operativo, al parecer no encontraron un aparato de rayos X que sería utilizado por los narcos para detectar si las “mulas” humanas que transportan la droga, desde el Perú, han devuelto todas las cápsulas con cocaína que llevaban en los intestinos. Cuatro mujeres de nacionalidad boliviana, que por su parecido con las naturales de Perú pasaron algunos contratiempos en la madrugada del domingo, dijeron que habían escuchado silbidos “como de aviso” poco antes de que desembarcaran los gendarmes. “Están reventando la villa”, fue la frase que corrió por los pasillos, una vez que comenzaron a sonar los 450 pares de borcegos. “Los chicos lloraban, los jóvenes corrían a los gritos, fue un desastre”, relató una de las mujeres. “Tenemos mucho miedo, porque después de esto pueden venir represalias contra cualquiera y va a seguir la muerte”, pronosticó. La mujer embarazada que fue detenida el domingo, durante el operativo, estaba “dentro de una de las habitaciones que fue allanada, pero hay dudas sobre si tiene o no vinculación con los hechos que se investigan”.

Una fuente de Gendarmería dijo que en algunos sitios “las casas sospechadas estaban comunicadas entre sí y en otros casos había puertas falsas que estaban tapiadas por dentro. Era como un laberinto de película. Todo esto demuestra el nivel de organización que tiene esta gente”. Los habitantes de la villa que padecen la presencia de los narcos, al ser consultados por este diario, dijeron en forma coincidente que la del domingo fue “una jornada de terror”. Admitieron, de todos modos, “que hay mucha droga en la villa”, pero se preguntaron por qué razón “las comisarías de la zona nunca pueden detectar nada; está claro que hay policías que son cómplices de los narcos”. Lo mismo parece estar en la cabeza del juez Ballestero, que optó por convocar a la Gendarmería y ni siquiera aceptó la participación de algunos federales “de confianza” (ver nota aparte).


Intima vinculación

Los allanamientos del domingo fueron resultado de una investigación iniciada por la fiscal Mónica Cuñarro, que cruzó información existente en veinte causas por acopio y distribución de drogas. La tarea comenzó cuando Cuñarro era titular de la Unidad Fiscal de Apoyo a la Investigación de Delitos Complejos y Drogas (Ufidro). Desde allí se denunció “una íntima vinculación” entre los policías y los narcotraficantes. Por esa razón, el juez Jorge Ballestero eligió a la Gendarmería y rechazó la ayuda, incluso, de algunos federales que contaban con el aval de la fiscal Cuñarro. En las escuchas telefónicas que predeterminaron las casas a “reventar”, la droga era mencionada en clave como “camisetas largas”, “pantalones cortos” o “equipo completo”.

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