SOCIEDAD › EL CURA DE ISLA MACIEL Y LOS VECINOS ACUSAN A CHICHE GELBLUNG POR “BASUREARLOS”
Francisco Olveira, párroco de Isla Maciel, se siente indignado por el programa Impacto Chiche, en el que el vecindario fue mencionado como “La ciudad prohibida”. El cura reunió firmas para hacer una denuncia en el Inadi.
› Por Carlos Rodríguez
En la Isla Maciel están “enojados y ofendidos” con el periodista Samuel “Chiche” Gelblung y con el noticiero del Canal 9 de televisión. Para expresar su disconformidad, los vecinos, encabezados por el cura de la parroquia de Fátima, Francisco Olveira, un español “nacionalizado argentino” –se apresura a aclarar–, resolvieron hacer una presentación ante el Instituto Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi). Eso se debe a que se sienten discriminados por las expresiones y las imágenes que se emitieron en el programa Impacto Chiche, conducido por Gelblung, del jueves 5 de abril pasado, y en un informe difundido por Telenueve los días 2, 3 y 4 de mayo de este año. “En el programa de Gelblung, repetición de otro emitido uno o dos años antes, a la Isla Maciel la llamaban ‘La ciudad prohibida’, mientras que para el noticiero del Canal 9, la isla y el Dock Sud forman parte de un supuesto ‘Triángulo de la muerte’”, le explica a Página/12 el padre Olveira. “Con la excusa de algunos robos y hechos de violencia que han ocurrido y que también ocurren en muchos otros lugares de la ciudad de Buenos Aires o en el conurbano, nos muestran a todos como si fuéramos delincuentes y eso es algo que no podemos permitir”, se enoja Olveira, promotor de un petitorio que ha sido firmado por centenares de vecinos y que será entregado al Inadi.
“No hay peor delito que dejarse basurear.” La frase, tomada de la canción “En la ribera”, de la Bersuit Vergarabat, es enarbolada como slogan por los vecinos, que califican de “vergonzoso informe” a los que presentaron, por separado, el programa de Chiche y Telenueve, noticiero que viene desplegando una campaña que estigmatiza a distintos barrios pobres. El cura Olveira recibió a este diario en una oficina que está pegada a la sede parroquial. El lugar está lleno de distintivos de color azul y amarillo. Hasta hay un afiche en el que aparece Joseph Ratzinger, el papa Benedicto XVI, con hábitos de los mismos colores y con la Bombonera de fondo, “recomendando” a sus fieles: “Escuchad al Rey de Reyes”, en alusión al Boca multicampeón en torneos internacionales.
En el lugar también está muy presente la figura del padre Carlos Mugica, asesinado por la Triple A el 11 de mayo de 1974. Olveira tiene un ejemplar de la revista Así, del 17 de mayo de ese año, donde otro cura, Jorge Vernazza, compañero de Mugica, recuerda al religioso asesinado. El ejemplar fue rescatado de la calle por un cartonero que se lo regaló al padre Francisco. El mismo Mugica está presente en el petitorio que firman los vecinos, con una frase contundente: “No les permito que hablen así de mis hermanos”. Olveira recuerda que esa reacción de Mugica se produjo “frente a unos dichos insultantes que fueron dirigidos a los pobres por parte de personas poderosas”. Por ese motivo, “hoy, nosotros, los habitantes de la Isla Maciel, les decimos a los que representan a este tipo de prensa que lo que hacen ellos es basura y que no les permitimos que hablen así de nosotros y de nuestros hijos”.
En el petitorio que se está firmando también hay otros dos rechazos: “No les permitimos que nos sigan utilizando para elevar su rating” y “no les permitimos que en nombre de la libertad de prensa nos sigan denigrando, basureando”. Los habitantes de la Isla Maciel aclaran: “Si bien somos pobres, no somos idiotas”. El cura Olveira recuerda que Gelblung hizo su programa sobre la Isla Maciel hace un par de años “cuando ocurrió un robo violento, en el que murió una mujer a la que le robaron el auto”. Hace unos meses “ante otro robo que tuvo repercusión en los medios, reflotó ese programa y le agregó un montón de acusaciones contra nuestro barrio, como si todos los que aquí vivimos fuésemos delincuentes”.
El programa Impacto Chiche del pasado Jueves Santo obtuvo imágenes de la Isla Maciel tomadas desde una camioneta del canal. Un locutor en off aseguraba que, para poder entrar, tuvieron que ser custodiados por la policía, algo que no tuvo que hacer este diario. En la presentación se vieron imágenes de jóvenes tomando vino en la vereda, una escena habitual en muchos barrios.
La voz en off, que parece arrancada de una película de terror, advierte: “En el cordón de la vereda esperan que la vida transcurra mientras beben la última gota de vino”. Lo dice como si se tratara de personas condenadas a morir un segundo después. Desde estudios, después de unas pocas imágenes, Gelblung anticipa su conclusión: “Eso explica entonces por qué a cinco minutos del Obelisco tenemos “La ciudad prohibida”. Ese fue el título que, sin más, le dieron al informe. En los tiempos de director de la revista Gente, Chiche acuñó una frase sobre la que construyó su estilo periodístico: “Que la realidad no te arruine una buena nota”.
En el tono sensacionalista que siempre aporta el locutor en off, se escucha otra sentencia que parece inapelable: “Un lugar con códigos propios. Aquí reina el miedo y la impunidad. Aquí la policía es el enemigo. A este lugar no entra nadie”. Sin embargo, el equipo de Chiche pudo entrar y un cronista del programa entrevistó a dos chicos de unos 8 años, a lo sumo, cuyas caras se mostraron, a pesar de las normas judiciales que prohíben la exhibición de menores. Los chicos hablan de jóvenes que cometen robos en la villa “todos los días” y el cronista lanza sus preguntas más incisivas:
–¿Están esperando para robarte? ¿Están armados?
–Tienen un cascote y te lo tiran –responden los dos nenes con inocencia.
La respuesta es reforzada por el hombre de la voz de hierro: “La droga, la delincuencia y los asesinatos son cosas de todos los días”. En el programa se incluyen algunas entrevistas a vecinos mayores de edad, uno de los cuales sólo alcanza a aclarar que “las cosas no son tan así” como las presentó Impacto Chiche. De todos modos, la conclusión fue lapidaria para el barrio: “Esto fue una isla, pero ya no lo es. Hoy es un pueblo fantasma, pero supo tener 50.000 habitantes, 28 bares, 19 postas, 12 astilleros, dos canchas de fútbol, dos frigoríficos, casi 50 prostíbulos y una comparsa de más de 500 personas”. En el informe no se dijo una palabra sobre los responsables del cierre de las fuentes de trabajo ni de los proxenetas que regenteaban los prostíbulos. “Todo lo que se escuchó es basura y lo que dijeron los adultos entrevistados en contra de la visión que tiene Gelblung fue dejado de lado”, insiste en denunciar el cura Francisco Olveira, que prepara su presentación ante el Inadi.
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