Sáb 19.05.2007

SOCIEDAD

Una estrella fugaz que pudo ser hija del Halley

Una luz surcó el cielo en la madrugada del miércoles y llamó la atención de miles de personas que llamaron a los medios para saber cuál era el origen de ese objeto volador.

› Por Federico Kukso

Ni un pájaro, ni un avión, ni siquiera una nave extraterrestre. La extraña luz que cruzó pocos minutos después de las 7 de la mañana de ayer el cielo de la Capital Federal y de varias provincias, como Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y La Pampa, correspondió a un meteoro o estrella fugaz que cobró una llamativa luminosidad y aceleración (unos 150 mil kilómetros por hora) al ingresar y rozar las altas capas de la atmósfera terrestre, donde terminó de evaporarse sin llegar a tocar el suelo. Las hipótesis que manejan los astrónomos sostienen que pudo ser el desprendimiento de un asteroride o parte de una lluvia de partículas que pertenecieron al cometa Halley.

Sin causar ni por asomo el mismo estupor que provocó Orson Welles con su célebre emisión radial de Guerra de los Mundos el 30 de octubre de 1938, la extraña luz despertó, como era de esperarse, una inquietud en miles de cordobeses y santafesinos que volcaron aquella ráfaga de duda en radios, canales y diarios locales, colapsando las líneas. Todos los testigos concordaban en lo mismo: una “bola de color verde y azul” había surcado el cielo mañanero durante 4 o 5 segundos y había oficiado de imán al atraer las miradas de aquellos que recién salían de sus casas y se aprestaban a tomar algún que otro colectivo repleto.

Aunque primero se barajaron todo tipo de hipótesis (desde un avión de reconocimiento, un trozo de basura espacial o de un satélite o simplemente “un objeto” –así, en términos ambiguos y abiertos a cualquier especulación–), con las horas fueron cobrando vigor dos ideas: la de un “bólido” o la de una estrella fugaz rezagada.

Cuando un objeto perdido del sistema solar ingresa en la atmósfera terrestre a elevada velocidad, el rozamiento resultante provoca un intenso calor, hace que este objeto se caliente en extremo y entre en estado de ignición, que lo reduce a polvo, originando una estela luminosa en el cielo. Si el objeto es pequeño como un grano o unos centímetros, comúnmente se volatiliza en el aire y se vuelve una “estrella fugaz”. Aquellos fragmentos de materia que originan fenómenos inusualmente más brillantes, duraderos (visibles claramente durante varios segundos), y que a menudo vienen acompañados por un estruendo, se denominan “bólidos”.

A esta última categoría pertenece la primera hipótesis –más robusta y tal vez más creíble– que indica que en realidad se trató de una especie de cascotes que deambulan el sistema solar y que pueden ser desprendimientos de asteroides. Estos guijarros ingresan a la atmósfera a lo sumo una o dos veces por semana y se caracterizan por su brillo altísimo, por precipitarse con una frecuencia menor que las estrellas fugaces y por tener el tamaño de varios centímetros (se presume que el tamaño del meteoro no superaba el de un puño y que al chocar con la parte alta de la atmósfera pudo observarse en muchas partes del país).

La otra versión –menos firme, pero versión al fin– indica que se trató de un ejemplar retrasado de una lluvia de meteoros –denominada “Eta Acuáridas”, porque los meteoros parecen salir de una zona del cielo cercana a la estrella Eta de la constelación Acuario–, que ilumina el cielo los primeros días de mayo de todos los años. Las lluvias de meteoros (o de “estrellas fugaces”) son fenómenos relativamente frecuentes y se producen cada vez que la Tierra cruza los senderos de polvo dejados por los cometas. Por una cuestión de geometría espacial, la mayoría de ellas favorecen a los observadores del Hemisferio Norte. En este caso, las “Eta Acuáridas” son, ni más ni menos, que partículas que alguna vez pertenecieron al célebre cometa Halley.

Haya sido un bólido o una estrella fugaz, lo cierto es que la extraña luz apareció en un momento propicio –ni cuando mucha gente dormía ni cuando había mucha luz– para ser disfrutada por miles de testigos que se dirigieron a sus trabajos con una buena historia para contar.

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