SOCIEDAD › CONDENARON A TREINTA AÑOS AL ACUSADO POR LA MASACRE DE POMPEYA
El tribunal dio por ciertas las pruebas que la defensa considera nulas. Apelarán a Casación. Incidentes durante la lectura.
Treinta años de condena a Fernando Carrera. Ese fue el veredicto del Tribunal Oral 14, por la que se dio en llamar “Masacre de Pompeya”, ocurrida el 25 de enero de 2005, en la que murieron dos mujeres y un niño, atropellados por el Peugeot 205 de Carrera, quien a su vez había resultado herido por los disparos de dos brigadas policiales. Según el fiscal del juicio Claudio Mendieta, Carrera era perseguido por la policía después de haber cometido dos robos, postura que asumió el tribunal. Según la defensa, que fue acompañada por el Serpaj, el CELS, la Defensoría del Pueblo porteño y el Programa Nacional Antiimpunidad, la causa fue armada por las comisarías 34ª y 36ª, después de confundir a Carrera con el auto que perseguían. El fallo provocó sorpresa y hasta un zapatazo arrojado contra el presidente del tribunal, Hugo Cataldi, quien según la defensa “tiene una cátedra de Derecho Procesal en la Universidad de la Policía”.
Por el momento, quienes intenten conocer los fundamentos que llevaron al tribunal a imponer la condena más grave a Carrera deberán aguardar hasta el próximo jueves. Pero el veredicto coincide exactamente con la pena solicitada por el fiscal. “El jueves vamos a tener los argumentos y el lunes estaremos apelando a Casación –dijo Federico Ravina, abogado defensor de Carrera–. Este caso fue armado por la policía para tapar su error de haber baleado a un inocente.”
Aunque Carrera atropelló con su Peugeot 205 y provocó las muertes de Edith Custodio, de 41 años; Gastón Bedoya, de 6, y su madre, Fernanda Silva, de 31, la situación se inició un rato antes con dos supuestos robos (uno de ellos no sólo nunca se pudo probar sino que todas las pruebas indicaban que había sido fraguado por la policía). Se inició una persecución policial a partir del segundo robo, que sí existió (pero que nadie pudo vincular con Carrera). Dos brigadas de autos no identificados con policías sin uniforme dentro persiguieron a un Peugeot 205 blanco. Por unas cuadras el auto fue perdido de vista. Y las brigadas creyeron recuperar la pista cuando detectaron un Peugeot 205 blanco detenido en un semáforo de la avenida Sáenz. Ese vehículo estaba a nombre de Carrera, que lo conducía. Carrera dijo que vio cuando unos hombres lo encañonaban y aceleró intentando huir, creyendo que se trataba de un asalto. Eran policías sin identificación.
Una bala impactó en la mandíbula y le destrozó la dentadura. Durante la instrucción, el fiscal Marcelo Munilla Lacasa sostuvo que el impacto fue superficial, pero en el juicio el perito Mariano Castex sostuvo que el golpe del proyectil puede compararse con el golpe de un boxeador profesional multiplicado por veinte, lo que obviamente es capaz de provocar inconciencia. La defensa sostuvo que, al quedar inconsciente, Carrera perdió el control del vehículo y de ese modo atropelló a las tres personas. La ausencia de marcas de frenado apoya su argumentación.
“Es un fallo profundamente arbitrario, netamente corporativo y preocupante”, sostuvo el CELS. “Intervino la policía, una fiscalía en la instrucción, un juez, la Cámara que aprueba, un fiscal de juicio y un tribunal que convalida.” Las pruebas que sostiene la defensa dan vuelta el caso:
- El primer robo no existió. Un colectivero declaró acusando a Carrera, pero equivocó la marca y el color del auto, y dijo que nunca lo llevaron a reconocer al vehículo. A tal punto se cayó la prueba que el fiscal tuvo que desecharla en su alegato.
- El segundo robo existió pero nadie pudo reconocer a Carrera. Los damnificados sólo mencionaron unos gorros que nunca reconocieron y jamás aparecieron, ni siquiera en el juicio. Motivo: la policía dijo que se perdieron en una inundación. “El fiscal Munilla Lacasa aceptó esa prueba inexistente, el juez de instrucción también, se elevó a juicio con esa prueba inexistente –dijo Ravina–. La única conexión de Carrera con el caso es una prueba que la policía nunca entregó.” Si no hay vinculación con los robos, Carrera queda como víctima de la policía.
- Los autos no tenían identificación, ni se pudo demostrar que hayan utilizado una sirena.
- Ningún testigo declaró haber visto a Carrera disparar y los peritos no fueron precisos y dejaron abierta la posibilidad de que sólo haya disparado la policía. La defensa sostiene que le plantaron el arma.
- El fiscal Mendieta, en su alegato, sostuvo que dos testigos dijeron que lo vieron disparar a Carrera contra la policía. “Es una mentira atroz –reclamó el defensor–. El juicio está grabado. Nadie dijo que lo vio.”
- Los testigos en contra de Carrera eran los policías que actuaron y Rubén Maugeri, que se presentó como peluquero del barrio y en realidad era presidente de la Cooperadora de la 34ª y la defensa aseguró que “tenía un auto de la brigada a su nombre”.
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