Un estudio científico estableció que en el sexo oral puede haber contagio de sida a través de las amígdalas. El riesgo sigue siendo mucho menor que en relaciones anales o vaginales.
› Por Pedro Lipcovich
Las amígdalas, en el sexo oral, podrían llegar a ser una puerta de entrada para el VIH: un estudio publicado en una revista científica estableció que, a diferencia del resto de la faringe y la boca, hay en ellas receptores específicos para el virus del sida, lo cual, “si se agrega a una disminución innata de factores antivirales”, puede hacer que esos órganos “sean un sitio potencial para la trasmisión oral” del virus. El riesgo sigue siendo mucho menor que en relaciones por vía anal o vaginal. En todo caso, “el sexo oral es una práctica de riesgo para quien pone la boca”, precisó Pedro Cahn, presidente de la Sociedad Internacional de Sida.
El estudio, publicado en el American Journal of Pathology, fue desarrollado por un equipo del Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial de Estados Unidos, dirigido por Niki Moutsopoulos. Los investigadores tomaron muestras de tejido de amígdalas –obtenidas de personas que se las habían extirpado como parte de tratamientos contra la apnea del sueño– y las compararon con muestras de tejido de las encías –-obtenidas en el curso de tratamientos odontológicos–. Encontraron que “en comparación con muchos otros lugares del epitelio oral, el de las amígdalas presenta una alta expresión de genes asociados con la recepción del VIH. Esto puede favorecer la entrada del VIH, en personas cuyos mecanismos antivirales innatos estén reducidos”.
La mayor o menor probabilidad de que el VIH se trasmita por determinada vía está en relación con las características de cada tejido: para poder entrar en una célula, el virus debe enlazarse con receptores específicos. Hace pocos meses, otra investigación se propuso, precisamente, establecer por qué la mucosa de las amígdalas es menos propicia a la entrada del VIH que la de la zona rectal. El equipo –que incluyó al investigador Ian McGowan, de la Universidad de California, y a científicos del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano de Estados Unidos– utilizó muestras obtenidas de biopsias rectales y otras tomadas de amigdalectomías, y las expuso al VIH. Encontraron que, en las células del recto, un receptor de este virus está presente en una proporción que quintuplica la del receptor correspondiente en las amígdalas: “El estudio ayuda a entender por qué el recto es tan susceptible al virus y la boca es escasamente susceptible”, concluyen sus autores.
Pedro Cahn –actual presidente de la Sociedad Internacional de Sida– señaló que “si bien el sexo oral presenta un bajo riesgo de trasmisión del VIH, en todo caso menor que el del sexo receptivo anal o vaginal, es efectivamente una práctica de riesgo para quien pone la boca; no así para quien pone los genitales”. Para otras enfermedades como la clamidia, la gonorrea y la sífilis, está demostrada la trasmisión por el sexo oral, a cualquiera de los partenaires.
Hace varios años un seguimiento efectuado en San Francisco –por un equipo de la Universidad de California dirigido por Kimberly Page Shafer– sobre 198 hombres que tenían sexo oral con otros hombres sin protección, no registró ningún caso de trasmisión del VIH. Sin embargo, el Centro de Control de enfermedades de Estados Unidos (CDC) informó acerca de un estudio sobre 102 pacientes infectados, de los cuales ocho habrían contraído el virus por sexo oral (de éstos, tres habían tenido problemas bucales, incluso el sangrado ocasional de las encías). En todos estos estudios, el número de personas investigadas es relativamente bajo. Cahn comentó que esta forma de trasmisión del VIH “no es fácil de estudiar, ya que es poco probable que una persona practique exclusivamente sexo oral”.
Para la prevención de este riesgo, el método más seguro es el uso de preservativo. En términos de reducción del daño, el Departamento de Salud de Gran Bretaña observa que “cepillarse los dientes o aplicarse hilo dental poco antes o después del sexo oral puede incrementar el riesgo, especialmente si las encías sangran. Usar enjuagues bucales antes o después del sexo oral puede ser perjudicial, al remover las sustancias protectoras que hay normalmente en la boca”.
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