Tres emprendedores relataron a Página/12 su experiencia en el programa IncuBA, que llamó a concurso para una nueva selección. Los proyectos reciben financiamiento, oficinas y capacitación.
› Por Eduardo Videla
Se buscan empresas recien nacidas, orientadas al diseño, la cultura y el turismo, con ánimo de crecer y prosperar. La convocatoria puede resultar atractiva, sobre todo, para emprendedores jóvenes (o no tanto) vinculados con la industria cultural. Se trata del concurso para incubar emprendimientos en esa área, lanzado por el Centro Metropolitano de Diseño (CMD) porteño, mediante el cual se seleccionarán unas quince propuestas. Las elegidas se sumarán a las treinta que están en curso y recibirán un premio que no es menor: además de asistencia financiera, tendrán asesoramiento técnico en el manejo de su empresa y facilidades para vincularse con redes de comercialización.
La convocatoria se denomina Incuba VI porque es la sexta que se realiza desde el CMD, que depende del Ministerio de Producción de la Ciudad. Y los interesados tienen tiempo hasta el 3 de septiembre para presentarse. Deberán sortear una serie de evaluaciones para ingresar al lote de proyectos favorecidos.
“A nosotros, que venimos del mundo de la música y la educación, nos ayudó a conocer el idioma de los negocios”, rescata Pablo Genoud, uno de los mentores de Minimento, en emprendimiento dedicado a la creación de instrumentos musicales adaptados para la iniciación musical de los niños. Junto con Mercedes Insausti, Genoud lidera el emprendimiento que surgió antes de su participación en IncuBA, como un proyecto para crear “materiales didácticos musicales, instrumentos para acercar a los chicos a la música desde antes de que cumplan un año”.
Minimento ocupa una de las oficinas que el CMD destina a las empresas incubadas, en el edificio de la calle Villarino al 2500, en Barracas, allí donde se termina la ciudad, en los límites con el Riachuelo.
En ese mismo espacio tiene su sede Gruba, la empresa de Constanza Núñez, que está a punto de lanzar su línea de carteras con cuero reconstituido, una suerte de aglomerado pero no de desechos de madera sino con materiales de descarte de fábricas de zapatos y camperas. Más que modelos, lo que propone la diseñadora es un trabajo basado en tres áreas: la producción (las carteras), contenidos y acciones artísticas. “En el área de contenidos, estamos trabajando en una investigación para producir, con una cooperativa de cartoneros, elementos útiles para su trabajo a partir de materiales descartables”, explica Núñez.
Como se ve, el concepto que rige el trabajo de este emprendimiento es “la reutilización de materiales de descarte”, como objetos del diseño. Y en cierta medida, la economía de recursos: “Los interiores de las carteras son reemplazables, vienen juegos de distintos colores, de manera que si pasa de moda un color, sólo hay que cambiar el interior, no hace falta comprar otra cartera”, explica Núñez.
En un área totalmente diferente trabaja Axel Lossada Segura, con sus socios de Akasha Group: su producción no es tangible sino que, más bien, se manifiesta en ideas, ya que trabajan en el desarrollo de contenidos cinematográficos para medios audiovisuales. El equipo –tres egresados de la escuela de cine del Incaa– empezaron trabajando en la oferta de servicios para las productoras: logística, castings, locaciones. “Luego avanzamos hacia la idea de desarrollar proyectos cinematográficos, a partir de guiones, que incluye desde el presupuesto para concretar el film hasta el cálculo del recupero de la inversión mediante la exhibición”, comenta Lossada Segura. El grupo tiene en claro que ha apostado “al eslabón de la cadena que tiene más valor agregado”.
“Nos hemos capacitado en el manejo empresario y tenemos un respaldo grande cuando nos presentamos ante otra empresa, aquí o en el exterior”, destacan en Akasha Group. “Por ejemplo, estamos promoviendo la necesidad de nuestro trabajo”, en charlas ante empresas que podrían estar interesadas en invertir en un proyecto cinematográfico.
Los otros emprendimientos que participan en IncuBA están vinculados con el desarrollo de productos o servicios de mobiliario, indumentaria, editoriales y videojuegos. El efecto multiplicador de la incubación de empresas excede a la sociedad: por ejemplo, del proyecto Minimento forman parte además otras cuatro personas más unos treinta proveedores, que son los que proveen las partes de los instrumentos: piezas de madera, cuero y metal. “Los sets se venden en jugueterías didácticas y van a ser distribuidas 5000 unidades en jardines de la ciudad”, comenta Genoud. “Aunque se vendan en jugueterías, no queremos que los consideren juguetes, porque son instrumentos”, aclara, mientras exhibe un raspador de madera, un cascabelero de metal y un pandero de cuero.
Cada emprendimiento tiene su espacio en el CMD, un lugar recuperado en una zona olvidada de la ciudad: el edificio del ex Mercado del Pescado, en Barracas, que está siendo reciclado. Antes de fin de año está previsto inaugurar 3000 metros cuadrados de instalaciones, y el año que viene estará terminada toda la obra, que abarca 14.000 metros cuadrados, es decir, toda la manzana, asegura el director del CMD, Adrián Lebendiker.
La información sobre el concurso IncuBA puede encontrarse en www.cmd.gov.ar o puede solicitarse a [email protected]
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