SOCIEDAD › PRODUCEN PRENDAS CON LANAS SIN CONTAMINANTES
Por primera vez, una empresa textil utiliza procedimientos sustentables, desde la cría de las ovejas al uso de tinturas no contaminantes.
Las máquinas, de verde oliva opaco, están despintadas en sus partes más expuestas. Al tejer esas lanas de varios colores, hacen un ruido que dista de ser el típico de las máquinas más modernas, por lo general más discreto. Pero pese a todo, esas son las tejedoras que procesan las primeras prendas realizadas en la Argentina con lana orgánica o ecológica, un material de última generación para cuya producción, desde el nacimiento de la oveja hasta la finalización de la ropa, no se utilizan elementos contaminantes.
El concepto de producto orgánico se hizo conocido entre la población en el rubro alimentos. La idea de un suéter o un chal con ese atributo suena algo rara. No obstante, hace ya unos meses que ese tipo de productos pensados desde el cuidado del ambiente y tejidos por antiguas máquinas restauradas, en un taller de Parque de los Patricios, se puede conseguir en algunas tiendas.
Lejos de ser una tendencia vinculada a la moda, esta nueva clase de ropa hace eje en lo ecológico, en lo ambientalmente sustentable. Para ser certificada como orgánica, la lana con la que se produce debe provenir de ovejas que hayan nacido y permanecido en campos sobre los que no se utilizó ninguna sustancia contaminante, como son los pesticidas o los antibióticos que se suelen usar sobre la tierra.
Ese es sólo el comienzo. “El proceso de certificación exige prestar especial atención a la calidad de vida de las ovejas desde que nacen. Que no caminen mucho para buscar pasto o agua, que esa agua esté realmente en buenas condiciones, que los corrales sean cerrados, para que las ovejas no se golpeen”, enumeró a Página\12 Federico Tirachini, propietario junto a Eduardo Tyszberowicz de la textil South Latitude Argentina, y dueño de los campos de Puerto Deseado, Santa Cruz, donde se crían los animales que proveen la materia prima orgánica.
Las certificaciones para el rubro textil son realizadas por la Organización Internacional Agropecuaria (OIA) con el aval del Senasa, y los estatutos de control siguen una premisa fundamental: la trazabilidad. “Es un método de seguimiento del producto a través de todo el proceso de realización, para asegurar que en ningún momento esté en contacto con sustancias nocivas para la naturaleza”, explicaron desde la OIA.
El protocolo de esa entidad para la certificación de un campo exige dos años de limpieza de toda la superficie, tanto de la tierra como de los espejos de agua. Durante ese período, no sólo se debe eliminar el uso de cualquier compuesto peligroso para el ambiente, sino que hay que descontaminar toda el área de las sustancias prohibidas que se hayan utilizado en el pasado. “Ese proceso se controla con inspecciones, algunas previstas con anterioridad y otras sorpresivas”, explicaron desde la OIA.
La siguiente etapa es la del lavado y peinado de la lana, que se realiza con detergentes biodegradables y aceites orgánicos. Luego se la expone a las tinturas, que deben carecer de cromo, una sustancia que se utiliza para los teñidos regulares pero es perjudicial para el ambiente. Así, la lana ya tiene su color.
El camino de la materia prima llega entonces a los talleres, el último tramo antes de alcanzar los percheros de las tiendas de ropa. “Para que el proceso industrial conserve los atributos ecológicos, el tejido no se puede hacer en máquinas comunes”, expresaron los dueños de South Latitude Argentina. “La fibra de este tipo de lana es muy fina, por lo que tuvimos que buscar la tecnología adecuada para tratarla. Se trata de máquinas alemanas de la década del ’70, aptas para tejer materia tan delicada, pero que tuvimos que reacondicionar y computarizar”, explicó Tyszberowicz.
Tirachini, por otra parte, relató que su compañía logró el certificado para sus campos en 2005, mientras que “el año pasado pudimos validar las prendas, que en el mercado interno vendemos como mayoristas para marcas como Cardón y La Dolfina, y exportamos con nuestra marca, Koshkil, un nombre que significa ‘vientos patagónicos’ en tehuelche.”
En realidad, consignaron desde la OIA, todavía no existe en la Argentina una certificación para el producto textil terminado, por eso la denominación técnica es, por ejemplo, “suéter realizado con lana orgánica”. “La meta es cerrar el círculo este año y conseguir junto al Senasa la posibilidad de certificar también las prendas en sí. Es lo único que falta en el rubro, porque ya podemos aprobar campos y materias primas”, aseveraron en la filial argentina de la entidad.
El concepto de lo orgánico en el ámbito textil cierra con la posibilidad de conocer, en la prenda final, el origen de la lana. Es decir, el lote de ovejas del que fue obtenida, el proceso de producción al que fue sometida y las ubicaciones por las que pasó hasta llegar a manos del consumidor final, todo a través del código único que tiene cada prenda impreso en sus etiquetas.
Informe: Eugenio Martínez Ruhl.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux