Un domingo porteño con calles cortadas y bloqueadas, no es un domingo porteño sino un domingo de maratón porteño. Casi cinco mil personas corrieron ayer la quinta edición del Maratón Internacional de la Ciudad de Buenos Aires y recorrieron prácticamente toda la ciudad, autopista incluida. La carrera se iniciaba a las 7.30 de la mañana, pero ya a las 5.30 se ponía a disposición de los deportistas un micro que los trasladaba desde el lugar de estacionamiento de su vehículo hasta la largada, en el Parque Roca, junto al Autódromo y la llegada, 42 kilómetros y dos horas y pico después (para los más rápidos) fue en el Parque de los Niños, en Núñez. La de ayer fue la más destacada del centenar de carreras que se corren anualmente en Buenos Aires.

El maratón fue dividido en tres categorías: la Olímpica, de 42 kilómetros; la Recreativa, de 8; y la Mini, de 4. Muchas calles y avenidas de la ciudad fueron valladas desde las 7, ya que la carrera se realizó a lo largo de la Autopista 25 de Mayo, bajó por la avenida 9 de Julio, Diagonal Norte, avenida Paseo Colón, Pedro de Mendoza, Antártida Argentina, Castillo y luego tomó la avenida Costanera hasta Núñez, pasando por delante de la cancha de River hasta desembocar en el Parque de los Niños, 2 horas y 16 minutos para el más rápido, el colombiano Juan Carlos Cardona, y un par de horas más para el más lento.

El furor por las carreras porteñas hace que más de cien mil atletas o aspirantes a atletas se lancen por año a la empeñosa tarea de alcanzar la meta sudando la gota gorda. En los últimos tres o cuatro años, la moda de los maratones quedó asumida como modo de vida sano, y exige chequeos médicos y una preparación física que implica salir a correr por los Bosques de Palermo o la Costanera Sur, incluida la Reserva Ecológica (los circuitos más buscados porque es por donde pasan la mayor parte de los maratones).

Además del Maratón Internacional de la Ciudad de Buenos Aires, que es quizás el que convoca a los deportistas más especializados, hay carreras como la de Miguel, que se inició en 2002 en homenaje a Miguel Sánchez, un atleta desaparecido durante la dictadura; la del Hospital Italiano, la del Alemán, o las de diferentes marcas de indumentaria deportiva o de bebidas o celulares, que aprovechan el poder de convocatoria de un maratón para hacer marketing de su producto. Al furor lo acompaña la aparición de páginas web en las que los interesados pueden encontrar recomendaciones, estrategias, recorridos y demás.