SOCIEDAD › EL PROYECTO QUE TRANSFORMARA LAS EX BODEGAS GIOL EN UN POLO TECNOLOGICO
La presidenta Cristina Fernández presentó ayer el proyecto ganador para convertir a la ex bodega Giol, de Paraguay y Godoy Cruz, en el Polo de Ciencia y Tecnología. Trasladarán al MinCyT, el Conicet, habrá un museo y auditorios. La premisa: abrirse al vecindario.
› Por Horacio Cecchi
El proyecto no seguirá la tradicional usanza de los grandes bolsillos argentinos, esa que dice que la cosa pública primero debe ser desvalorizada tierra de nadie para que después pueda ser valorizada tierra de explotación privada. Ayer, a contramarcha de esa tendencia, la presidenta Cristina Fernández presentó el proyecto arquitectónico ganador del correspondiente concurso público que propone transformar los fantasmales edificios de las ex bodegas Giol y Santa Ana, ubicados en el barrio de Palermo. El proyecto incluye museo, casa de huéspedes, paseos, lugar de comidas, tres auditorios, ocho mil metros de estacionamiento. Treinta y ocho mil metros cuadrados totales en un barrio donde el metro cuadrado está valuado entre 1100 y 1500 dólares. ¿Destino shopping? No, estimado lector. Destino ciencias. Se trata del Polo de Ciencia y Tecnología, que incluirá al Conicet, al Ministerio de Ciencia y Técnica, un museo, y centros de investigaciones científicas y sociales. La premisa básica: abrir el espacio público (y las ciencias) al vecindario y a la sociedad.
Los edificios de las ex bodegas Giol y Santa Ana, dos estructuras contiguas al borde de la vía del ex San Martín, sobre la calle Godoy Cruz, entre Soler y Paraguay, están sujetas en la memoria de los porteños a la idea del abandono y el derroche. Abandono por el calamitoso estado en que se encuentran y derroche porque se trata de una amplia franja de terreno perteneciente al Estado, en un barrio donde el metro cuadrado no baja de los 1100, 1200 dólares.
El 4 de octubre del ’94, una nutrida infantería, varias tanquetas, carros hidrantes, perros, caballería, motos y helicópteros habían sido convocados (todo al asador) por los federales, alrededor del edificio de la ex Giol. Objetivo: desalojar a las 208 familias sin techo que habían decidido adoptar ese albergue Warnes palermitano como casa propia.
Desde el deterioro, el inmenso predio pasó por la imaginación, por suculentos proyectos, o por propuestas de tinte vecinal y por lo mismo desoídas. Se planeó una playa terminal de micros, un punto de convergencia de terminales de colectivos urbanos. Para más datos, de allí iniciarían su recorrido las líneas 36, 141, 161, 188 y 57. Se lo pensó como un shopping. Torres de lujo. Complejo de cines y teatro. Un grupo de vecinos había propuesto el proyecto Lago Pacífico, que contemplaba un nuevo Rosedal, un lago que sirviera de compensador de las crecidas del arroyo Maldonado.
El terreno en cuestión es propiedad del Estado y está a cargo del Organismo Nacional de Administración de Bienes del Estado (Onabe). En octubre de 2006, Néstor Kirchner firmó el decreto por el que el Onabe otorgaba la tenencia gratuita y en custodia del terreno y los edificios de las ex bodegas al Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. La firma del convenio 824 entre el entonces ministro de Educación, Daniel Filmus, y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU), acordó la transformación del terreno de las dos bodegas en un Polo Científico Tecnológico y contrató a la FADU para coordinar y supervisar el concurso de anteproyectos.
En realidad, el proceso no fue tan sencillo como parecen traslucir estas líneas, pero finalizó con la convocatoria al concurso público de proyectos para levantar el Polo Científico y Tecnológico en la segunda mitad del año pasado. Entre los puntos novedosos del concurso organizado por la FADU uno da la pauta de la intención de abrir el concurso a las posibilidades de arquitectos jóvenes. “Habitualmente, en los concursos de antecedentes, los arquitectos de mayor edad son los que reúnen mayor cantidad de metros cuadrados proyectados, trabajos realizados –confió un funcionario a Página/12–. En este concurso, se dividió en tres franjas etarias, de hasta 40 años, de entre 40 y 60, y de más de 60. Entraban a las finales cuatro de cada grupo y se participaba equiparando los puntajes por edades para que el de 60 no pesara más que el de 40.” Aunque controvertido, el sistema propuso mover de algún modo el tablero, demasiado concentrado.
De hecho, el concurso finalmente fue ganado por un grupo relativamente joven conformado por Germán Hauser, Daniela Ziblat, Emilio Schargrodsky, Sergio Cid, Agustín Langer y un equipo de colaboradores.
El proyecto ganador fue presentado ayer a la presidenta Cristina Fernández durante la mañana por el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao (ver aparte).
El proyecto contempla mantener la estructura y fachadas de los dos edificios, la ex Giol y Santa Ana, para revalorizar su carácter histórico tanto desde el punto de vista estilístico como para la historia de la ciudad. La intención es que el proyecto no consista en injertar un objeto en el barrio. Y los arquitectos que conforman el equipo saben que, por los estudios realizados, se puede aprovechar toda la estructura y refaccionar pero mantener los frentes.
Una de las mayores diferencias que dieron el primer puesto al equipo finalmente ganador fue el concepto de apertura de todo el complejo hacia la sociedad. Y marca la intención del gobierno. Existe un tramo importante entre el edificio y el muro que separa el terreno de Godoy Cruz, que la mayor parte de los estudios utilizó para proyectar ganar metros cubiertos. El proyecto ganador, en cambio, abrió ese espacio y lo transformó en una zona parquizada, vereda ancha, con espejos de agua, de casi 200 metros de largo por 15 metros de ancho y que sirve a los accesos a las diferentes unidades.
El complejo –porque los arquitectos prefieren verlo como un complejo unitario, con áreas autónomas, y no como edificios separados–, ocupará unos 38 mil metros cuadrados, con 8 mil metros de cocheras que evitarán el impacto de la concentración de autos. La ex Giol estará ocupada por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y una Casa de Huéspedes para los equipos de científicos que deban pernoctar, hacia Godoy Cruz. Mirando hacia la Juan B. Justo, estarán ubicados los laboratorios. El edificio contiguo, ex Santa Ana, estará ocupado por el Ministerio de Ciencia y Técnica. En forma transversal y cerrando el continuo, el Conicet será un edificio moderno y más elevado, con motivos: ideológicamente parece elevar a la ciencia por encima del resto.
El concurso fue realizado cuando el Ministerio aún era Secretaría, pero el proyecto no tuvo dificultad en elevar de categoría y darle al edificio del MinCyT una mayor funcionalidad: interiormente, los edificios fueron pensados como las empresas modernas, con paneles móviles y divisorios de mucha elasticidad según las necesidades.
Cruzando la continuación de Guatemala, que visualmente parece abrir el espacio de la ciencia aún más a la sociedad, se levanta el Museo de la Ciencia y sus tres auditorios, uno para 600 personas y dos para 150, de piso plano no inclinado, para poder ser de utilidad en funciones varias.
Pero para que la apertura al vecindario y la sociedad sea más amplia, los sectores de comidas y bar no serán internos, como suelen serlo en los edificios ministeriales clásicos sino que estarán en la planta baja y serán abiertos al público.
Aunque la ciencia no se aprenda por ósmosis, no estará mal cruzar la calle y tomar un café al lado de algún cráneo de la física o la biología, para diluir distancias y la idea del laboratorio deshumanizado y la ciencia intangible.
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