Mar 05.02.2008

SOCIEDAD

En el nombre del padre, y por qué no primero en el de la madre

Algunas especialistas cuestionan el proyecto de ley de nombre porque el apellido materno se pierde en segunda generación. Propuestas.

La ley del nombre que impulsa el Gobierno es un premio consuelo para las mujeres y dista de ser una reivindicación de género: así opinan algunas voces del feminismo sobre el proyecto incluido por el Ejecutivo para ser tratado en las sesiones extraordinarias. Objetan que la reforma no sea más profunda y permita que los hijos lleven en primer lugar el apellido materno y luego el paterno o al menos que se deje librado a la elección de cada pareja el orden en que se colocarán o cuál de los dos poner. “Es una lástima que se pierda esta oportunidad para discutir modificaciones más profundas, de acuerdo con una sociedad más igualitaria”, señaló Sofía Harari, abogada de familia e integrante del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). Para otras feministas, la iniciativa, a pesar de sus falencias, significa un paso adelante.

“Con este proyecto no hay mucho avance en cuanto al reconocimiento de las mujeres hacia las generaciones futuras. En Brasil, el primer apellido es el materno y en muchos países de Europa se elige cuál de los dos ponerle al hijo”, apuntó Harari, quien ha estudiado el tema. El punto en cuestión es que los bebés que a partir de la sanción de la ley empiecen a llevar doble apellido, primero el paterno y luego el materno, en el futuro, cuando tengan un hijo, les transmitirán el apellido paterno, y el materno volverá a desaparecer.

“Es una reivindicación de género, pero de primera generación. Por algo se empieza”, destacó de todas formas la abogada especializada en asuntos de familia Leonor Vain. Su visión del proyecto es distinta a la de Harari. “Yo estoy encantada”, afirmó Vain a Página/12, no sólo por la inclusión del apellido materno –aunque sea a continuación del paterno– sino también porque elimina el posesivo de para las mujeres casadas y el marido podrá optar por llevar el apellido de su esposa. El proyecto ya tuvo dictamen favorable en la Comisión de Legislación General del Senado y está relacionado con otra ley –con media sanción en el mismo cuerpo– que obligará a las clínicas y hospitales a enviar la documentación que certifica el nacimiento de un bebé directamente al Registro Civil, con el fin de evitar que queden chicos indocumentados o se demore su inscripción.

Para la doctora en Filosofía y legisladora del ARI, Diana Maffía, el proyecto “no surge con un espíritu de reivindicación de género”. Más que eso, tiene que ver con “homogeneizar” la forma de inscribir los nombres en Latinoamérica, donde en la mayoría de los países se utiliza el doble apellido en forma obligatoria.

Frente a quienes cuestionan el proyecto porque puede estigmatizar a los hijos de madres solteras, la abogada Marisa Graham, especializada en familia y derechos de la infancia, consideró que se trata de una crítica “inconsistente”, porque “ya no creo que queden prejuicios en la sociedad hacia las madres solas”, y además los hijos podrán llevar el apellido paterno y materno de sus madres o dos veces su apellido. La abogada Gabriela Pastorino, integrante también del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), celebró la iniciativa como “positiva”. Y consideró que se adecua a cambios de la sociedad. “Veinte años atrás hubiera generado mucho debate la inclusión del apellido materno como obligatorio; hoy no es un tema que se cuestione”, observó. En su caso personal, cuando nació su segunda hija, con su marido decidieron ponerles a ambas los dos apellidos, el paterno y el de ella, y así lo hicieron: “El trámite es sencillo –aclaró– y se puede hacer a través de una modificación de la partida de nacimiento en el Registro Civil, con la presencia del padre y la madre”.

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