Silvana Salazar, de nacionalidad peruana, se entregó el martes y ayer fue indagada. Al igual que su marido, preso en Paraguay, está acusada de liderar una banda de narcos en el Bajo Flores.
“De mi señora van a tener novedad, pronto se va a poner en regla con la Justicia”, le había anticipado Marco Estrada González, alias “Marcos”, a Página/12 en diciembre pasado, desde la cárcel de Tacumbú, en Asunción. Y así fue. Silvana Salazar, la esposa del hombre acusado de liderar una banda narco del Bajo Flores y de varios asesinatos, fue indagada ayer por el juez Jorge Ballestero, que había librado una orden de captura sobre ella el 4 de mayo de 2007. Salazar –de nacionalidad peruana, como su esposo– se entregó el martes último en los Tribunales de Comodoro Py y le pidió al magistrado el arresto domiciliario para esperar el juicio oral junto a sus hijos. Ballestero tendrá diez días para decidir dónde alojarla.
“Ella quiere ir a juicio oral cuanto antes y aclarar todo”, comentaron ayer a este matutino fuentes del caso. Salazar, de 35 años, está imputada por los delitos de narcotráfico y asociación ilícita. Su madre, Lucila Enríquez Alarcón –más conocida como “doña Lily”–, quedó detenida en mayo del año pasado, luego de un gigantesco allanamiento en la villa 1.11.14. La suegra de Marcos fue procesada por “coacción doblemente agravada por cantidad de personas, por uso de armas y por haber obligado a moradores de la villa a irse de la residencia”. Sin embargo, en la causa del juez Ballestero, Lily y su hija figuran como cabecillas de la banda, al mismo nivel que Marcos. Por el momento, ambas se encuentran en la cárcel de Ezeiza.
En el último año, los hijos de Marcos han viajado por Perú, Paraguay y Argentina. Tienen entre 6 y 14 años y ahora estarían en casa de parientes. La defensa asegura que “quieren usarlos como rehenes” y especulan con que “podrían terminar en una institución para menores, en caso de que el juez decida enviar a la cárcel a Salazar”. La Justicia argentina ya envió un pedido de extradición a Paraguay, donde Marcos sigue preso, para juzgarlo como responsable de liderar una banda que se dedica a la venta de cocaína y lavado de dinero usando como fachada una fábrica de zapatillas y ropa que se vende en el barrio y en la populosa feria de La Salada. Además, se lo acusa del asesinato, en 1999, de Chamorro Revollar, antiguo líder narco del Bajo Flores, y dos de sus sicarios.
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