SOCIEDAD • SUBNOTA › COMO CONCILIAR LA FAMILIA Y EL TRABAJO
› Por Mariana Carbajal
Una desventaja con la que han corrido históricamente las mujeres a la hora de de- sarrollar una carrera y progresar en su trabajo es la jornada laboral paralela –no remunerada– que afrontan en sus casas. “La Encuesta Permanente de Hogares muestra que el reparto de las responsabilidades en la Argentina es todavía sumamente inequitativo: el 60 por ciento de las mujeres declara ser la principal responsable de las tareas del hogar, mientras que el 65 por ciento de los varones afirma no asumirlas ni tampoco ayudar en su realización”, señala la investigadora del Conicet y docente de posgrado Laura Pautassi en su último libro ¡Cuánto trabajo, mujer!: el género y las relaciones laborales (2007, Capital Intelectual).
Para la especialista, este aspecto es central a la hora de pensar cómo favorecer la inserción laboral femenina. “No sólo no se promovió históricamente su ingreso (desde las distintas gestiones gubernamentales), sino que en la actualidad no se define como un problema de urgente resolución la provisión del cuidado (de los hijos pequeños, de las personas mayores, de los enfermos), como tampoco se discuten las responsabilidades de ambos cónyuges sobre las obligaciones domésticas”, observa Pautassi, que se ha desempeñado como consultora de la OIT y la Cepal y es integrante del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). “Las mujeres latinoamericanas, y las argentinas en particular, pusieron en los últimos treinta años toda su energía en insertarse en el mundo público y olvidaron (re)negociar los espacios privados. Hoy se encuentran entrampadas entre las exigencias de uno y otro ámbito, con jornadas de trabajo por demás extensas y que incluyen la doble jornada, con requerimientos de capacitación y formación en horarios extralaborales, con reclamos de sus hijos e hijas y en muchos casos con responsabilidades para con los progenitores en situación de enfermedad. El malestar y el cansancio abundan”, concluye Pautassi.
Las iniciativas de México, Costa Rica, Chile y Brasil, para incentivar al sector privado (y al público) a abrir caminos más amigables a las mujeres en el mundo del trabajo, aparecen como alternativas posibles para sensibilizar un ámbito –el de las empresas– que ha sido reacio a pensar en los recursos humanos con una perspectiva de género. Las formas de facilitar la conciliación entre familia y trabajo, para mujeres y especialmente para varones –para que no siga recayendo el trabajo doméstico sólo en ellas–, es uno de los aspectos que incorporan las experiencias de sellos de equidad que se están desarrollando en Latinoamérica (ver nota central).
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