SOCIEDAD • SUBNOTA › UNA SíNTESIS HISTóRICA Y TEXTIL
› Por Sonia Santoro
Si tuviéramos que pensar en la protohistoria de los textiles inteligentes, o en una revolución que se acerque al menos un poco, podríamos remontarnos a fines del siglo XIX cuando apareció el rayon, “una tela que reemplazaba la seda, que era más cara, fue la primera prenda que se elaboró con brillo y confort”, explica Patricia Marino, directora del sector de Investigación de Textiles del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Lo mismo cuando aparecieron las fibras sintéticas, a mediados del siglo pasado, porque permitían no planchar, por ejemplo, agregando facilidades y ampliando su uso.
Sin embargo, la historia de los textiles inteligentes comienza en la década del ’80, cuando Japón “lanza nueva tecnología para tener fibras sintéticas ultrafinas, las microfibras, a partir de una tecnología muy especial de shin goosen (los nuevos textiles) –dice Marino–. Una microfibra es una fibra que está compuesta por gajos de polímero que hace que, sobre todo en la etapa de pintura y terminación de la tela, estas fibras se separen en pequeñas fibritas que son las microfibras. En la última etapa cambia el aspecto, el tacto, su estructura. Eso fue novedoso porque veníamos de productos naturales o los sintéticos desarrollados durante la Segunda Guerra, como poliéster y nylon sin complejidad tecnológica”.
En los ’90 se hacen muchas investigaciones para dar otras funcionalidades. Innovaciones de otros campos del conocimiento empiezan a aplicarse en forma inmediata a lo textil.
“Hoy el desafío –dice Marino–, es que estas innovaciones sean trasladadas a fibras naturales (algodón, lana, seda, fibras de pelos como la llama, el guanaco, vicuñas, cabras), algo importante porque son biodegradables, contribuyen a evitar el calentamiento global: Argentina debería estimular esto, ya que tiene mucha potencial.” En Indarra trabajan ya desde el enfoque del diseño sustentable, es decir, usando materiales biodegradables y tratando de ahorrar energía y usar pocos productos químicos.
El año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO), declaró al 2009 como el año internacional de las fibras naturales, por tres aspectos: por su confort, porque aportan mucho al alivio de la pobreza, ya que en general son producidas por las poblaciones más vulnerables y porque aportan al no recalentamiento global.
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