Diez mil niños mueren en la región cada año por desnutrición o por enfermedades curables. ¿Será lo que llaman “seguridad continental”?

Cada minuto, el mundo loco gasta 3000 millones de dólares en mantener las viejas armas y fabricar las que matan mejor. Es un golpe directo a la seguridad mundial.

En Irak cada día hay un recuento puntilloso de cuántos muertos propios tiene Estados Unidos, pero nadie sabe el número de los caídos en los otros bandos. Sin guerra interna declarada, ¿la ignorancia es igual en la Argentina sobre muertos, heridos y presos que no pertenezcan a fuerzas de seguridad?

Un ejercicio práctico: sin copiar y sin soplar, ordene por fecha aproximada las pérdidas del último trimestre, en la Capital y Gran Buenos Aires, que le importen, pero en serio, a usted.

Los que aprobaban –en cualquier comisaría le corregían las hojas del examen– ya estaban en condiciones de acudir a la movilización, micro o mega de acuerdo con cómo se la cuente, con la convicción, justificada por dolores legítimos de muchos, de que la justicia solo será posible si los ciudadanos se hacen cargo. La extrema postura auspicia la pena de muerte.

Hay gente dispuesta a creer en todos y en cualquier cosa, menos en la política. Son los que otrora creyeron en el falso ingeniero, en sus leyes inicuas, y los porteños que luego siguieron a otro ingeniero, M. M., un presunto especialista en abuenar Buenos Aires.

Algo está fallando en las play station de mucha de esta gente. Algún cortocircuito sobrevendrá, sin duda. Cuando salte el chispazo, los inseguros de hoy podrán volver, porque ya se sabe: el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen.