SOCIEDAD • SUBNOTA › OPINIóN
“Nos están matando a todos.” Los espasmos.
Cada vez que ocurre un crimen terrible, espasmódicamente, los medios –que no pueden quedar “fuera” del rating encabezado por Radio 10 (sic)– salen a la cacería de familiares, parientes y amigos de la persona asesinada. Espasmódicamente, los políticos salen a proponer la primera medida que sobrevuela sus mentes, desde muros a pena de muerte, baja de edad de imputabilidad o justicia por mano propia. Espasmódicamente, el público “compra” el discurso fácil y así empieza a rodar un nuevo “rating”, el de las soluciones.
Y me surgen preguntas. ¿No es evidente que atravesados por el dolor, los cercanos a la víctima dirán –en general, porque hay excepciones– cosas también terribles, como descuartizamiento, fusilamiento, castración o prisión perpetua...? Y, ¿no es evidente que eso da comienzo a una espiral de pseudo soluciones que sólo apaciguan un poco el dolor y la bronca con algo que se parece bastante a la venganza y calmará hasta que un nuevo caso terrible enlute la sociedad? ¿No aprendimos de la catarata espasmódica de “leyes Blumberg” que no sólo no sirvieron sino que eran perversas? Pretender soluciones simples y rápidas, además de infantil, es falso; la solución es compleja y a largo plazo. Es cierto que no se ve que los gobiernos (de ayer, antes de ayer y hoy) tengan un plan, abran un debate, consulten expertos nacionales y extranjeros, vayan haciendo camino. Pero tampoco se ve que muchos medios busquen calmar las aguas: no es lo mismo que un notero cubra una marcha, a que ese notero entreviste al hermano, la hija o sobrino de la víctima. ¿Qué van a decir en medio de tanto dolor? ¿Qué capacidad van a tener para proponer soluciones? Y –sobre todo– ¿qué mensaje para la sociedad se está dando? ¿Que hay inseguridad? ¡Por supuesto que la hay! ¿Pero que la persona quebrada por la tristeza y la bronca sugiera soluciones sólo sirve para que la sensibilidad que despierta el caso engendre una cadena de solidaridad que “comprará” la supuesta solución. Creo que también los medios tienen una responsabilidad en esta situación. Aunque Radio 10 les gane en el rating. Al fin y al cabo, el morbo siempre vende.
Y, en medio de tanto dolor, otra vez se escucha “¿y dónde están los de los derechos humanos?”. Eso ya lo dijo el pseudoingeniero Blumberg, la sanisidrense señora de Garnil, el cómico Tinelli y ahora nueva gente transida por el dolor. A lo mejor alguien debería explicar qué son los organismos de derechos humanos, porque son temas que poco tienen que ver entre sí. Sí debemos esperar que los organismos del Estado se hagan presentes y busquen activamente soluciones justas y eficaces. Y que los medios nos permitan ver los pasos que se van dando. Todo lo demás, en tiempos electorales, tiene un tufillo extraño y en la realidad no parece preocupación por el dolor.
* Miembro de Sacerdotes en la Opción por los Pobres.
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