SOCIEDAD • SUBNOTA › HORACIO LóPEZ, INFECTóLOGO
› Por Pedro Lipcovich
Hay otra pandemia, que es la misma: se trata de la neumonía, la principal complicación que puede traer la gripe. El creciente número de muertes por gripe A se debe en general a la neumonía, que puede aparecer en las primeros días de la infección: la persona, además de la fiebre alta y los síntomas propios de la gripe, empieza a tener dificultades para respirar. Según destacó Horacio López, profesor titular de infectología en la UBA, “ante la sospecha de neumonía es esencial que el paciente sea derivado lo antes posible”, y es posible que el alto número de muertes registrado en México se vincule con que su sistema de salud haya fallado en este punto. En diálogo con Página/12, el experto relató los últimos datos internacionales sobre la gripe A, pero advirtió que “todavía no se sabe cómo evolucionará la pandemia en el mundo en desarrollo, del que formamos parte”.
–Empecemos por lo que se sabe en el mundo –propuso López–: el virus H1N1 viene infectando sobre todo a personas jóvenes; la mayoría son menores de 25 años, con infecciones leves, moderadas o severas. Y la mayoría de los fallecimientos se da en personas de entre 30 y 50 años. Todavía no se sabe por qué esta diferencia con la gripe estacional, que afecta especialmente a mayores de 65. Puede pensarse que las personas de más edad conserven alguna “memoria inmunológica”, procedente de virus que tuvieran alguna similitud con éste.
–¿Qué otros datos se destacan en el mundo?
–Una proporción de casos graves evolucionó rápidamente a neumonías, que afectan a uno o ambos pulmones y pueden ser mortales. Muchos tenían enfermedades coexistentes: el asma bronquial; la enfermedad obstructiva crónica (EPOC) que afecta a los fumadores; problemas cardiovasculares, diabetes y particularmente la obesidad mórbida. Pero entre un tercio y el 50 por ciento de las muertes, en jóvenes o adultos de mediana edad, corresponden a personas que, antes de contraer la gripe A, estaban sanas. Es cierto que todos estos datos provienen del Hemisferio Norte y de países desarrollados: todavía no se sabe cómo evolucionará la pandemia en el mundo en desarrollo, del que forma parte la Argentina como la mayor parte de América latina. Hasta ahora, según la OMS, la pandemia reviste una gravedad moderada, pero en cada país adquirirá una modalidad particular, en función del sistema sanitario, la nutrición, la educación, el acceso a la salud de las poblaciones. Los datos disponibles son preliminares y tenemos que seguir día a día el comportamiento de este nuevo virus.
–Dentro de estas limitaciones, ¿se puede anticipar algo para la Argentina?
–Es probable que en las próximas semanas la enfermedad siga extendiéndose en el área metropolitana, y puede haber más muertes. También es previsible que se disemine en las provincias, aunque su extensión debería variar: en lugares con alta densidad urbana, como Córdoba o Rosario, tal vez la diseminación se asemeje a la de Capital y conurbano, pero en provincias con menor densidad de población podría ser menor. La autoridad sanitaria de cada provincia deberá proveer las medidas adecuadas a su realidad. Mientras tanto, las provincias todavía están en la primera etapa, de contención de la pandemia, y convendría que tomaran en cuenta las lecciones de lo que sucedió en el área metropolitana: una de ellas es que, cuando se cierran colegios, hay que hacer todo lo posible para que se concrete el aislamiento voluntario de los chicos durante diez días: si se la pasan en shoppings, cines, fiestas con amigos, como sucedió en muchos casos, el virus se propaga.
–La mayoría de los casos confirmados se registra en la ciudad de Buenos Aires, pero la mayoría de los fallecimientos se registra en el conurbano: ¿se puede proponer alguna hipótesis al respecto?
–Sería prematuro. Tal vez en la Ciudad Autónoma, aunque no en todos sus barrios, el acceso a la información y al sistema de salud sea mayor. Se trata de un virus nuevo, para el que nadie tiene defensas, aunque ciertamente corren más riesgo las personas con menos acceso a la información: los que, por ejemplo, no saben que hay que lavarse las manos con frecuencia, durante 20 segundos con agua tibia, o con alcohol en gel. Pero, claro, están los que no tienen agua corriente. Corre más riesgo el que vive en condiciones de hacinamiento, pero también se arriesga el que va a un recital o un acto de multitudes en lugar cerrado. Y no sólo los desnutridos, sino los malnutridos son especialmente susceptibles, como se ve en el caso de la obesidad mórbida, que atraviesa las clases sociales.
–Usted decía que la principal complicación y causa de muerte es la neumonía: ¿cómo se presenta?
–Ya sabemos que la gripe empieza con fiebre superior a 38 grados, dolor de cabeza, tos: la neumonía puede presentarse en las primeras 48 o 72 horas, por la acción del mismo virus de la gripe, o más tardíamente, a los siete o diez días, por sobreinfección bacteriana: se caracteriza por la dificultad para respirar, ya que los alvéolos pulmonares se ocupan con líquidos y pierden capacidad. Persiste la fiebre y, si se inflama la pleura, puede haber dolor al respirar hondo. Como se pudo advertir cuando empezó la epidemia en México, cuando se presenta una neumonía es esencial el rápido acceso al sistema de salud: es crucial que el paciente sea derivado lo antes posible a un sitio adecuado, como lo son, en nuestra área metropolitana, la inmensa mayoría de los servicios de terapia intensiva en hospitales públicos de la ciudad, y muchos de los del conurbano. Allí se le administran medicamentos y, si es necesario, se le da asistencia respiratoria. La alerta temprana, con acceso rápido al sistema de salud, aumenta fuertemente las chances de sobrevida.
–¿Cómo evalúa las últimas acciones en este sentido?
–Es buena la idea del Ministerio de Salud bonaerense, que decidió destinar todo un hospital, el de Malvinas Argentinas, al tratamiento de los enfermos. Desde luego, no hay que suponer que la población vaya por sí sola, sino que, ante un cuadro gripal, consulte en la sala de atención primaria más próxima: allí el médico, si es un caso leve o moderado, le indicará que vuelva a su casa y se mantenga en aislamiento voluntario, bajo control; si es grave, una ambulancia debería llevar al paciente a un centro especializado.
–¿Hay riesgo de desborde del sistema sanitario?
–Los recursos necesarios son en buena medida predecibles: la tasa de ataque de una pandemia, es decir, la proporción de la población total que llega a infectar, puede llegar al 40 por ciento, incluyendo a los que se infectan pero no presentan síntomas; la gripe A, hasta ahora, está entre el 20 y el 33 por ciento, a diferencia de la gripe estacional que afecta a entre el 5 y el 15 por ciento de la población. En función de esto se puede prever la cantidad de recursos, incluyendo medicamentos y respiradores. Tiene que haber recursos y, si no, conseguirlos: ¿cómo no hacerlo ante una pandemia? Y toda la población debe saber que quien tenga 38 grados de fiebre y síntomas respiratorios no debe automedicarse, no debe tomar antifebriles por su cuenta, y debe hacer consulta médica.
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