Que se hayan estabilizado los casos de contagio en una región, en lugar de seguir subiendo, no necesariamente debe leerse como que la enfermedad ha sido controlada. De hecho, “es la evolución de una enfermedad, es algo habitual de una ola. En un caso de gripe pandémica como ésta, lo habitual es que se desarrolle a lo largo de dos o tres meses”, explica Marcelo Blumenfeld, coordinador de Enfermedades Emergentes de la Sociedad Argentina de Infectología.

–¿Por qué podría tratarse de un descenso esperable y no de un decrecimiento definitivo de la enfermedad?

–Al principio, las epidemias tienen curvas de crecimiento rápido. En este caso en particular, como es una enfermedad que se transmite con facilidad, aumentan rápidamente los contagios. Por eso en realidad ante las pandemias las medidas que se toman, más que evitar la enfermedad, procuran amesetar la curva, es decir, intentar que los casos vayan produciéndose con menos velocidad. Ese es uno de los sentidos detrás de pedir a la gente que mantenga cierto distanciamiento social. En parte se intenta que al sistema de salud no lleguen todos los casos de golpe, porque eso generaría complicaciones enormes.

–¿La reapertura de las salas teatrales podría influir?

–No sé qué influencia podría tener, pero no hay que olvidar que no se trató de una decisión oficial, no partió de una recomendación del Estado, sino que fue una decisión que tomaron los propietarios de las salas. De todas maneras, creo que hay que insistir en la importancia del cuidado personal: que la gente si está enferma, por más que sean cuadros leves, no concurra a lugares en los que pueda tener contacto con otras personas, que la gente sana se mantenga lejos de los enfermos, y que cada uno mantenga las medidas de higiene reforzada que estaba llevando adelante. No hay que olvidar que esto se contagia por vía directa, y que es un virus nuevo. No sabemos nada. Por las dudas, en realidad, hay que estar preparado para una eventual segunda ola de contagios.