SOCIEDAD • SUBNOTA › EL PROGRAMA QUE DIRIGE GIBERTI
› Por Mariana Carbajal
No lo quiso contar antes para no aparecer “como una oficialista publicitando al Gobierno, ya que nunca tuve militancia en partidos políticos”. Pero ahora, tras la muerte de Néstor Kirchner, Eva Giberti decidió romper ese silencio pudoroso para revelar que la creación e implementación del Programa Las Víctimas contra las Violencias, que ella conduce desde hace cuatro años, con una inédita modalidad de intervención para asistir y acompañar a mujeres golpeadas, violadas y a niñas y niños explotados sexualmente, fue una idea y un pedido directo del ex presidente. “Kirchner estuvo atrás de esto y estaba preocupado por las víctimas, niñas y niños de delitos sexuales”, contó la experta, con larga y reconocida trayectoria, en un congreso internacional sobre abuso, trata y tráfico en infancia, adolescencia y juventud, que se desarrolló en el Senado.
A partir del fallecimiento de Kirchner, Giberti dio algunas pistas de cómo fue su llegada al Gobierno, en una entrevista con Canal 7. Luego se explayó con detalle en la primera jornada del congreso organizado por la Asociación por Naciones Unidas de Argentina (ANUA). Giberti relató que en febrero de 2006 recibió en su casa un sorpresivo llamado del Ministerio del Interior, para convocarla a una reunión con el entonces titular de la cartera, Aníbal Fernández. “El presidente y yo estamos hartos de que las mujeres víctimas de violación no quieran mantener la denuncia por las preguntas que le hace la policía... Sí, sí, la policía depende de mí”, contó Giberti que le dijo Fernández. El ex ministro le dijo que quería que en cuanto una mujer violada llegara a una comisaría “ningún bigotudo como yo le dirija la palabra” y que, además, había que llevarlas rápidamente a un hospital para darles el cóctel para prevenir el contagio del VIH y otras infecciones de transmisión sexual y la llamada píldora del día después o anticoncepción hormonal de emergencia para evitar un embarazo. Giberti precisó con detalles los términos de la conversación, donde el ex ministro y actual jefe de Gabinete le pidió además que querían que ella armara un programa que acompañara a las víctimas hasta que declaren en la Justicia. Giberti reconoció que lo escuchaba absorta, más que sorprendida. También le dijo que quería actualizar la ley de violencia familiar vigente desde 1994 y le comentó su preocupación y la del presidente Kirchner por la explotación sexual infantil. “Cuando viajamos a las provincias, a veces se nos acercan nenas de 10 o 12 años y nos ofrecen sexo por 5 pesos.” A esa altura del monólogo, Giberti –recordó– metió un bocadillo: le apuntó que era un problema internacional, muy difícil de abordar por las complicidades que le dan protección, y le planteó la necesidad de una ley que tipificara el delito de trata. “Entonces haga una ley de trata”, le respondió Fernández. Ese –dijo Giberti– fue el germen de la ley que se aprobaría en 2008, aunque el proyecto original –destacó– no hacía diferencias entre víctimas mayores y menores de edad con relación al consentimiento, un aspecto que siempre fue criticado desde la sociedad civil. En ese momento, Fernández le anunció que bajaría el mismo presidente a saludarla. Giberti rememoró entre sonrisas que lo primero que pensó es que no había ido vestida tan elegante como para encontrarse con el primer mandatario.
Kirchner llegó pocos minutos después, le dio la bienvenida y le aclaró que “todo lo que le ha dicho este ministro es lo que queremos. Ya lo hemos hablado mucho. Estamos hartos de que no podamos detener a los violadores”, le dijo. Unos meses antes, en diciembre de 2005, recordó Giberti, había sucedido en la ciudad de Buenos Aires un hecho espantoso de gran repercusión mediática: en el barrio de Núñez, una peluquera, Elsa Escobar, había sido violada y asesinada en su domicilio y su hija de 13 años, Berenice, también había sido ultrajada por un vecino, un ex recluso, llamado Claudio Alvarez. La niña sobrevivió y lo identificó. El hombre fue apresado. “(Cuando se meten) con los chicos, los tapones de punta”, dijo Giberti que le pidió en aquel momento Néstor Kirchner. “Me acuerdo la frase”, apuntó la experta. “¿Por qué no lo conté antes? Porque pensé que iba a tener un ejército en contra”, expresó la doctora en Psicología.
El Programa que conduce Giberti depende ahora del Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos. Aunque aclaró que le pidieron que tuviera alcance nacional, ella puso como condición que lo limitaría a la ciudad de Buenos Aires, para probarlo primero y porque, además, consideró que sería muy difícil aplicarlo en las provincias por el federalismo. El Programa que ya lleva cuatro años se compone de tres brigadas móviles: una contra la violencia familiar, que asiste a víctimas en la escena misma de la violencia; otra contra la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes, encargada de detectar y detener a quienes los prostituyan; y la tercera, de atención a víctimas de violencia sexual. En cada brigada móvil van dos policías, una trabajadora social y una psicóloga. Son ellas, indicó Giberti, las que entran en contacto con la víctima. El Programa cuenta con un call center que funciona a través del número telefónico 137. “El Programa tiene como finalidad principal poner en conocimiento de la víctima cuáles son sus derechos para exigirle al Estado el respeto de los mismos y la sanción de las personas violentas que la hayan agredido. De este modo, se busca que la víctima supere su pasividad y reclame por sus derechos”, explicó ayer Giberti. Y contó que además se ocupa de incorporar el tema violencia familiar como asignatura obligatoria en los cursos de ascenso de las escuelas de oficiales, suboficiales, cadetes y en la Escuela Superior de la Policía Federal Argentina.
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