El 27 de febrero pasado, un terremoto de 8,8 grados de magnitud en la escala de Richter sacudió a Chile. El fenómeno provocó además un fuerte tsunami que sacudió varias localidades costeras. Alrededor de 800 muertos y más de dos millones de damnificados se estima que dejó el movimiento telúrico, considerado uno de los cinco más fuertes registrados en la historia.

Las regiones más afectadas fueron Valparaíso, Bío-Bío, Santiago, Maule, O’Higgins y La Araucanía. Luego del sismo, hubo un tsunami que afectó a varias ciudades costeras, como Constitución, una de las más dañadas. Allí, el mar hizo desbordar al río Maule y se generaron olas, aseguraban los habitantes del lugar, de hasta 30 metros. La zona quedó devastada por el sismo, al que siguió el maremoto.

La isla Robinson Crusoe, ubicada en el archipiélago Juan Fernández en el océano Pacífico, también fue arrasada por una ola que siguió al temblor en la plataforma continental. En el poblado, de unos 600 habitantes, no se sintió el sismo, pero las olas cubrieron unos tres kilómetros.

Como en varias ciudades del país, en Constitución la infraestructura y miles de viviendas quedaron reducidas a ruinas. En algunas zonas, hubo saqueos y rondó el temor generalizado por nuevas réplicas. La reconstrucción de las zonas afectadas demandará una inversión millonaria por parte del gobierno local.