Dom 07.08.2011

SOCIEDAD • SUBNOTA  › LAS DUDAS POR DANIEL VILTE

El primer detenido

› Por Carlos Rodríguez

Desde Salta

A ocho días de la aparición de los cuerpos de Houria Moumni y Cassandre Bouvier, el único detenido era Daniel Octavio Eduardo Vilte, de 24 años, un hombre al que se venía señalando por lo bajo, sin citar hechos concretos, como un “buscavidas” siempre sospechado de tener actividades ilegales menores, como el cuatrerismo en pequeña escala y el hurto, aunque carece de antecedentes penales concretos que certifiquen su mala fama. En la causa que lleva el juez Martín Pérez, se le imputa el supuesto hecho de haber tenido en algún momento en sus manos un arma calibre 22 similar a la que fue usada en el doble crimen. Esa arma es muy común en zonas como las de la Quebrada de San Lorenzo, donde la gente sale a cazar con armas de bajo calibre. Ahora resta saber si los nuevos detenidos tienen alguna vinculación con Vilte.

Se cree, a través de la declaración de un testigo, que Vilte le vendió el arma por 500 pesos a un hombre del que ni siquiera se sabe el nombre, nacido en Salta, pero que viviría ahora en Córdoba. Es uno de los cuatro famosos cordobeses que ingresaron a la quebrada, el 15 de julio pasado, minutos después de que lo hicieran las dos víctimas, que habían llegado a la provincia el 11 de julio, desde Buenos Aires.

A Vilte lo detuvieron el 1º de agosto, pero antes la Brigada de Investigaciones había tenido “demorado”, un eufemismo muy utilizado en esta causa, a su hermano Nelson Vilte, de 22 años, quien denunció que había sido objeto de apremios ilegales. Según el denunciante, la policía allanó dos veces su casa y en la segunda ocasión lo llevaron a un descampado donde cuatro hombres de la Brigada lo golpearon. Un relato similar fue hecho ante los periodistas por Francisco Ariel “Canaro” Tejeda, un puestero que alquila caballos en la zona de la quebrada y que fue el primer detenido formal de la causa. Su detención fue fugaz: lo sacaron de su casa en la madrugada del lunes 1º de agosto y lo dejaron en libertad esa misma tarde por falta de pruebas.

Pero antes de las detenciones de Tejeda y de Vilte, habían sido “demoradas” otras tres personas que viven y trabajan en la zona donde se produjo el doble crimen. De ellas no trascendió el nombre. Los habitantes de los barrios de San Lorenzo y Sanidad, entre otros, señalaron ante Página/12 que prácticamente todas las casas fueron requisadas por la policía, casi siempre en horas de la noche. En esos procedimientos hubo “malos tratos, golpes y acusaciones sin ninguna justificación”, sostuvo el abogado Francisco Medina, quien representó a Tejeda durante su fugaz detención.

Medina llegó a la causa cuando su defendido era liberado, de manera que ni siquiera tuvo acceso directo al expediente para saber la acusación que pesaba sobre Tejeda. En cuanto al defensor de Vilte, Marcelo Arancibia, su visión del caso es que su cliente “es un perejil, una persona que está detenida sin ningún motivo de peso”. Siempre polémico, Arancibia es, desde la óptica de algunos periodistas locales, “un tiratítulos”, una persona que acostumbra a decir frases fuertes, rimbombantes. En este caso, aseguró que el doble crimen tiene “la misma infraestructura que el caso María Soledad Morales”, el crimen de la joven catamarqueña en el que estaban implicados “los hijos del poder político”.

Arancibia habló de “los hijos del poder económico” salteño que tienen sus casas a todo lujo en la Villa San Lorenzo. Su versión es similar a la que maneja un diario francés, que sugiere que Houria y Cassandre habrían sido asesinadas luego de participar en una “fiesta VIP” en la que la entrada se pagaba en euros, una moneda poco habitual en el medio local, donde todavía prevalece el hoy depreciado dólar. Arancibia habló de la existencia de “tours de joda” que “son conocidos en toda Salta”. Ahora hay seis nuevos detenidos, además de Vilte, y muchos puesteros y gente común afirma que “los asesinos tienen que ser gente de plata, que pueda pagar por su impunidad”. Hay que ver qué pasa con estos seis, pero Vilte sigue siendo, incluso para la Justicia, una pieza “absolutamente secundaria”, si es que tuvo algo que ver.

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