La actual administradora del Hostal del Cerro, la española Rosa María Gómez Millet, de 51 años, tal como consta en la causa, nunca hizo la denuncia sobre la desaparición de dos de sus huéspedes. Las turistas francesas debían regresar a Buenos Aires, en avión, el 19 de julio. Como habían pagado la estadía no bien tomaron la habitación, Gómez Millet no se hizo problemas y el día 20 retiró todas las pertenencias que habían dejado en la habitación, las selló y las dejó guardadas en el depósito.

En Salta hay una “policía turística” que aunque no tiene atributos de fuerza de seguridad, recorre los hoteles para saber si hubo algún problema y poder darle solución. Fueron al hostal el jueves 21, pero la española no les dijo nada acerca de la misteriosa ausencia, que ya llevaba seis días, de dos de las personas alojadas allí. Lo grave es que hay normas vigentes en la provincia que obligan a los dueños de lugares turísticos a que informen de inmediato a las autoridades sobre episodios de esta naturaleza. La mujer debería haber declarado ante el juez Martín Pérez, pero se cree que viajó a España.

Durante su estadía en Salta, las dos estudiantes mantuvieron poco contacto con sus familiares en Francia. Cassandre le había enviado un mensajito de texto a su mamá: “Feliz cumpleaños”, decía. Así lo relató la madre ante el juez Pérez. Hubo otros breves contactos por mail, antes del 15 de julio. Moumni había llamado varias veces a su hermano –uno de los nueve parientes que llegaron a Salta para reconocer los restos– para pedirle que le solucionara un problema que tenía para usar su tarjeta de débito. Solucionado el tema, el contacto se cortó durante largos días, sin preocupar a las familias, que pensaban que las chicas estaban disfrutando.