Lunes, 21 de mayo de 2012 | Hoy
SOCIEDAD › LA FUGA DE LA CáRCEL, LA PERSECUCIóN Y LAS HUELLAS DE LA TORTURA
María Carmen del Valle García le envió la llave de su casa escondida en el taco de unos zapatos a una presa política de 21 años que estaba detenida en la cárcel de Yeserías. La joven detenida saltó al camión que entraba todos los días a llevar el pan a la prisión, se escondió dentro de una cesta y cuando llegó a una zona con mucha vida urbana comenzó a correr. Una vez teñido su pelo, escapó a Francia. “Luis (de las Barreras Galán, esposo de Carmen) era el responsable de la célula donde estaba yo. Ya nos habíamos visto, pero empezamos a hablar cuando preparábamos la fuga de nuestra compañera”, relata Carmen.
En mayo de ese año (1975) Carmen fue detenida. “Estaba haciendo una reunión política en un parque de Madrid con una compañera y se nos echó la policía encima. Como no existía el derecho a la reunión, más de tres personas no podían estar reunidas nunca en público. Nos llevaron a la Dirección General de Seguridad. Fueron tres días de pie sin dormir y palizas, palizas, palizas. Y mientras, la policía nos interrogaba, señalaba fotos de compañeros para que los delatáramos. Pude ver que llevaban tiempo siguiéndome, pero no habían detectado mi participación en la fuga de esta chica y tuve la suerte de que las notas de la reunión no las entendían.”
–¿La juzgaron?
–Sí, me condenaron a tres años por asociación ilegal y salí con un indulto. Pero haber estado presa me significó la expulsión inmediata del trabajo que había mantenido los 8 años que llevaba militando. Desde ahí sí que tuve que irme a vivir fuera, porque, aun con Franco muerto, estuvieron casi dos años haciéndonos seguimientos. De hecho, a la compañera con que había estado presa la volvieron a detener y ahí sí que la torturaron... Le fue muy mal.
La fuga tampoco le salió sencilla a Luis. “Me torturaron al punto de que estuve meses sin poder subirme a una cama porque tenía todo hecho polvo. Me pusieron 500 mil pecetas de multa que eran tres meses de cárcel y al morirse Franco me hicieron un juicio de trámite a toda velocidad y me liberaron.”
–¿Cómo empezó a militar?
–Soy de una familia republicana, todos voluntarios del ejército de la República con distintos grados de represión y de un barrio de Madrid que se consideraba muy rojo, con mucha resistencia. En la época en que nosotros empezamos a militar, en los ’60, estaba todo mucho más dulcificado, pero el hambre y el miedo sufrido por nuestras familias generaban mucho aislamiento. Personas que nos querían no nos ayudaban o no se atrevían a meterse en la lucha, aunque tuvieran una ideología muchísimo más radical que la nuestra. Había dirigentes sindicales que llevaban 20 años de cárcel y sus familias quedaban en la ruina. Tenemos amigos a los que se les ha muerto la madre de hambre en la calle por ser de los rojos. Hubo cientos de miles de personas en campos de concentración, como un tío de Carmen, o que se fueron al exilio, como el 90 por ciento de los maestros, o que los mataron, o que los depuraron, lo que significa que no podían trabajar más.
–¿Cómo fueron los últimos años?
–En 1973, la represión recrudeció: detuvieron a muchas personas de nuestro entorno, muchos de ellos estaban en la cárcel y habían sido torturados. A un compañero lo hicieron beberse un cóctel molotov y murió. Se producían muertes continuamente, algo que se había parado. Como dicen, el régimen se murió matando...
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