SOCIEDAD • SUBNOTA › CRíTICAS DE GREENPEACE AL PARADIGMA VIGENTE
› Por Pedro Lipcovich
“Lo que hay que discutir centralmente no es el destino final de la basura, relleno sanitario u otros, sino lo que está primero: la separación en origen y la recolección diferenciada”, sostiene Consuelo Bilbao, responsable del área en Greenpeace Argentina. Y pone el ejemplo de los residuos orgánicos –sobras de comida y otros–, que constituyen la mitad de la basura: en sí mismos no son tóxicos y, si se separan en origen, pueden transformarse totalmente en compost, abono para cultivos; pero, como se los deja mezclar con residuos tóxicos, van al relleno, donde producen líquidos que contaminan las napas y el aire. Pero, en la ciudad de Buenos Aires –afirma la ambientalista– el sistema está organizado en función de recolectar y enterrar, no de separar y reciclar.
“El paradigma de basura cero en el mundo, aun en los lugares donde todavía no se alcanzaron los resultados buscados, nunca bajó del 30 por ciento de recuperación de residuos por reciclaje y compostaje. En la Unión Europea, Austria llegó a un 70 por ciento y España y Francia, con los rendimientos más bajos, superaron el 30 por ciento de recuperación. Pero, en la ciudad de Buenos Aires y área metropolitana, la recuperación no va más allá del 5 o el 10 por ciento. Ahora, ante el agotamiento del relleno sanitario Norte 3 de la Ceamse, se sigue discutiendo, como hace muchos años, sobre la disposición final de la basura, mientras que, insistimos, lo más importante es el sistema de gestión previo. Hay que garantizar la separación en origen y la doble recolección”, explicó Bilbao.
“Tomemos por caso la fracción orgánica, que constituye el 50 por ciento de la basura: en sí misma no es tóxica pero, cuando no hay separación en origen, se mezcla con otras fracciones que incluyen la de residuos electrónicos, la más tóxica. Los lixiviados (líquidos que se generan por degradación de la materia orgánica en los rellenos sanitarios) se tornan así tóxicos, contaminan las napas, generan emanaciones, olores, explosiones, además de la proliferación de roedores. En cambio, si hay separación en origen, esa enorme fracción orgánica es totalmente recuperable como compost, es decir, abono”, comentó.
“Insistimos entonces –destacó Bilbao– en la separación en origen. En el mundo se de-sarrollan distintas propuestas para estimular a la población. En San Francisco, Estados Unidos, le cobran al vecino según la cantidad de basura que saca pero no le cobran por la reciclable. En otras experiencias se aplica un impuesto inmobiliario diferenciado a los barrios que generan más basura; de hecho, en la ciudad de Buenos Aires ya hay impuesto inmobiliario diferenciado según la zona geográfica. También, desde luego, las campañas de concientización. En la ciudad de Buenos Aires no hemos tenido campañas sostenidas en el tiempo, hubo demasiados proyectos piloto y muchos cambios en las nomenclaturas de los contenedores. La campaña ‘Jugá limpio’ no decía nada en realidad y la actual no está claro adónde apunta.”
“Rescatamos como positiva la doble contenerización, y los nuevos contenedores, accionados por el pie y con cierre automático; al estar en lugar fijo, el vecino puede acostumbrarse a diferenciar entre las dos formas disponibles. Pero, si esto no se acompaña de una doble recolección, no sirve. En algunas áreas de la ciudad de Buenos Aires, la doble recolección está sostenida por la presencia de los cartoneros, pero en otras no. La separación en origen se desalienta si después viene un camión y se lleva todo junto.”
“En la ciudad de Buenos Aires –observó la ambientalista de Greenpeace– se destinan más de 1500 millones del presupuesto anual a la recolección de las fracciones de basura que van a relleno sanitario, y sólo 200 millones a planes de reciclado. Esta desigualdad permite entender por qué tanta basura va al relleno. El servicio de recolección con destino al relleno sanitario está totalmente organizado: hay empresas que lo cumplen, otras empresas que controlan a las primeras, hay ruteo por GPS, están todas las herramientas de un servicio formal. En cambio los cartoneros, que son los que se encargan del reciclado, trabajan a pulmón; si bien deben estar en cooperativas, reciben subsidios de manera individual, y algún camión que les regalan. No hay rutas definidas, no está organizado como un servicio. Por estas cosas no funciona la doble recolección.”
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