Sáb 28.07.2012

SOCIEDAD • SUBNOTA  › COMO ES EL ASENTAMIENTO DONDE VIVIAN LOS CHICOS

Una historia de pobreza y estafas

› Por Pedro Lipcovich

“Yo fui una de las que tiró piedras esta mañana: estuvo mal lo que hicimos, pero lo que pasó fue que...” Así comenzó su diálogo con Página/12 una vecina del asentamiento situado frente al club Vélez Sarsfield, en los confines de Moreno, donde un grupo de jóvenes apedreó en la mañana a efectivos de la Policía Bonaerense atrincherados en el interior del club. La causa inmediata, y suficiente en sí misma, fue la aparición de los nenes, muertos, en el mismo lugar donde ellos pensaban que podían estar y al que, durante toda su búsqueda en la larga noche del jueves, se les negó el acceso. En su relato, esto se enmarca en una historia de estafas, luchas por un pedacito de tierra y hasta un crimen, en uno de los lugares más pobres –pero no más miserables– del conurbano bonaerense.

No es un lugar miserable porque, en el recorrido de varias cuadras que va desde el club hasta las casas de las familias de los chicos, puede verse cómo, al crecer la antigüedad del asentamiento, las viviendas son más cuidadas, pasan al ladrillo y aun a las flores. La propiedad de las extensas tierras es nebulosa. Según la vecina R., “este terreno tenía dueño, pero debía impuestos y pasó al fisco. La gente se metió y se metió, pero también hay arribistas que venden los terrenos que no son de ellos, pero hay gente que necesita, y es gente digna”.

La vecina C., en la parte más nueva del asentamiento, cuenta que “estamos acá desde enero. Muchos fuimos estafados por una persona que se llama Daniel. El pretende ser el dueño y nos cobraba 300 pesos todos los meses, y si nos atrasábamos nos mandaba los matones. Nos movimos por la parte legal, y hay una causa en el juzgado de la doctora Alejandra Rodríguez, de Moreno. El 25 de enero vinimos y nos quedamos. La policía y los matones nos tirotearon y murió Edgar Vázquez, un chico paraguayo. Tuvimos que hacer una colecta para mandar el cuerpo a su país”.

El 12 de octubre de 2011, el periódico local Desalambrar refería que “el sábado 24 de septiembre, la amenaza de un probable desalojo colocó en alerta” a los habitantes de ese predio: “El conflicto se suscitó por la decisión de un grupo de personas de pelear por un espacio verde que permita a los niños realizar prácticas deportivas”.

La vecina C., la que confesó haber tirado piedras ayer, explicó a Página/12 que “estuvo mal lo que hicimos, pero la que pasó fue esto: anoche (por el jueves), mi hijo y otros que acompañaban al padre de los chicos, buscándolos, pidieron permiso para entrar al club y les dijeron que no”. Durante los incidentes, fueron sustraídos dos trípodes de cámaras de televisión, pero, poco después y por acción de los vecinos, se produjo la devolución de lo robado.

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