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Una muerte no oficial
Con la lluvia sonando como un taladro bajo cualquier techo, las autoridades del comité de crisis anunciaron el hallazgo del cuerpo de un hombre de 50 años, dentro de su casa, en la calle Corrientes al 4000. Así, según el inventario oficial, sumarían 23 las muertes que causó el río. Un número arbitrario para la mayoría, pero sobre todo para la familia de Elvira Carrara, una mujer de 72 que poco después de ser evacuada murió por un pico de hipertensión. Silvia Espinosa es su nuera y se esconde de su marido para llorarla. “Es que la abuela era nuestro tesoro. La casa era de ella, nosotros construimos arriba cuando nos casamos. Ella no va a figurar nunca en las estadísticas pero no pudo resistir lo que nos pasó. Con su silla de ruedas la tuvimos que sacar por la ventana del segundo piso. Ni sé quién nos rescató, un hombre en su lanchita. Eran las seis de la mañana, nunca hubiéramos imaginado que esto iba a pasar”. En la casa de Elvira, los sillones se incrustaron en la cómoda y la cama matrimonial dio un vuelco entero antes de romper un vidrio. Sólo sobrevivió la foto de su marido, tapada de barro pero con los ojos limpios. “Lo que más bronca me da –dice su hijo– es que a la mañana yo estaba en mi trabajo, el Centro de Cómputos de los Profesionales del Arte de Curar, y por la radio el intendente (Marcelo) Alvarez decía que nuestro barrio, el Chalet, era seguro, que era imposible que pasara a mayores.” El entierro fue dos días después de la evacuación, la familia no tuvo dónde volver a vivir su duelo. Ayer, bajo la lluvia, volvieron a la casa sólo para embalar las cosas más necesarias que quedaron en la segunda planta. No quieren vivir más ahí. “Nunca volverá a ser como antes, nuestros vecinos están destrozados, nosotros no somos los mismos. Prefiero que usurpen mi casa antes que volver a dormir con miedo”, dice Silvia y se recompone, antes de que la descubra su marido.
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