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“Mucha gente de golpe”
“A fines del 2001 pude ver el gran exilio, llegó mucha gente de golpe”: así lo cuenta Pablo Martone, un argentino de 30 años que llegó a Madrid en noviembre de 2000 y que hoy vive en parte en esa ciudad y en parte en Mallorca, con un singular trabajo: organiza “fiestas argentinas”. “A partir de mediados del 2002, esto fue una avalancha de argentinos. Veíamos que cada mes allá se ponía peor, así que los que ya estaban acá decidieron establecerse y encaminar sus próximos proyectos de vida.” Martone asegura que el flujo de argentinos nunca se detuvo: “Siguen llegando y más ahora que comienza el verano en Europa”.
Experto en Sistemas, Martone cuenta que se fue porque “vivía para trabajar y no llegaba a fin de mes” y considera que recibió un buen trato por parte de los españoles. “El argentino es un colectivo muy respetado por el tipo de inmigración que se está dando: profesionales, gente preparada”, explica. Sin embargo, es cada vez más arduo encontrar empleo. “Algo que destaca son los trabajos por la noche, Madrid y Palma son ciudades con mucha ‘marcha’ y por ese lado se suele conseguir algo, pero ya es muy difícil, hay tanta cantidad de argentinos que el mercado está saturado. Otra posibilidad es la construcción, ya que aquí se está ampliando increíblemente el tema inmobiliario.”
La idea de las fiestas, dice, surgió “al ver que no había un punto de encuentro de argentinos”. En un principio organizaba una por mes, pero el éxito y la llegada masiva hizo que fueran aumentando la frecuencia, en Madrid y en Palmas. Las fiestas, publicitadas a través de la página que producen en Internet, fiestaargentina.com, sirven para que los recién llegados intercambien información con los experimentados. Pero no sólo van argentinos: los españoles, dice Martone, “suelen venir muchísimo, ya que como dicen ellos, “hay buen rollo”. Como “servicio extra”, toman fotos a los participantes y los suben a la web, “así los familiares y amigos en Buenos Aires los pueden ver y saber que están bien (borrachos)”.
En las fiestas se escucha música argentina, se baila, y los nostálgicos hasta pueden sentir la patria en la boca: “Es posible tomar un Fernet o una Quilmes, y si se abre el apetito comer una empanada, un sandwich de miga, un alfajor de maicena o simplemente un chicle Bazooka”.
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