Dom 04.11.2012

SOCIEDAD • SUBNOTA  › LA BUSQUEDA DE ANTONELA Y GLORIA

Misterio en La Quiaca

Antonela Daiana Ramos tiene 14 años; Gloria Celeste Mendoza, 16: ambas se esfumaron de La Quiaca, donde viven, en “la algarabía” que tradicionalmente se organiza en las escuelas en la víspera del asueto por el día del estudiante. Ese día, cuando la mamá de Antonela pasó a buscarla por la Escuela Normal Gendarmería Superior para acompañarla hasta el taller de la modista que le probaría el vestido para su fiesta de 15 años, sólo encontró que nadie sabía dónde estaban ni ella ni su amiga. Un mes y una semana después, a las puertas de la sala donde se suceden las jornadas finales del juicio por Marita Verón, María –la hermana de Gloria– y Carina –la madre de Antonela– contaron a este diario que, en la noche del día que las chicas desaparecieron, los policías de la comisaría 17ª, de La Quiaca, se negaron a tomar la denuncia. “Que estarían con un novio, que era una fuga”, recordó María que dijeron. Dos días después, el 22 de septiembre, la abuela de Antonela reconoció la voz de la chica, pero no qué decía, en una llamada que se cortó en un segundo; “la policía no quiso rastrearla”, dijo María. Las autoridades judiciales reiteraron la actitud de la fuerza de seguridad.

“Nosotras queríamos que pasara a la Policía Federal, y como en la provincia nadie nos ayudaba y nos decían que ya iban a aparecer pero no hacían nada, nos fuimos a Buenos Aires”, continuó María. La causa ahora está siendo investigada por Ufase, la fiscalía especializada en trata de personas que lleva adelante Marcelo Colombo.

Hay indicios que llevan a sospechar que las chicas habrían sido secuestradas por una red de trata. Poco más de una semanas antes de desaparecer, Gloria había contado que un cliente de la panadería donde ella trabajaba le había ofrecido trabajo en Salta; ella rechazó la propuesta. Otras adolescentes de la zona refirieron idénticas ofertas del mismo hombre, a quien, además, en plena marcha para reclamar la aparición de las jóvenes, una chica que había sido raptada y había logrado escaparse identificó como su secuestrador. Ella nunca había hecho la denuncia porque, recordó María, “a la chica le dijo que tenía comprada a la policía, a la gendarmería. Podés creer la desesperación de la chica cuando lo vio metido en la marcha. Y ella había estado secuestrada dos días. Mi hermana ya lleva semanas. Ese momento en que la escuché contar lo que le había pasado, en mi cabeza apareció la idea de que era trata. Me costaba decirlo. Me cuesta”.

Ahora, las familias de Antonela y Gloria buscan información sobre las chicas y cuentan para ello con un perfil en Facebook.

Nota madre

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