SOCIEDAD
• SUBNOTA › MASIVO RECLAMO CONTRA LA IMPUNIDAD EN LA PROVINCIA
El mayor silencio de Santiago
Por A.D.
Desde Santiago del Estero
Sucedió como se venía rumoreando. Esta vez la marcha no reunió ni a diez, ni a cien sino a unas 2200 personas. Ese número en la capital de Santiago es como una pueblada en cualquier otro punto del país, un grano repleto de pus para quienes comandan las estructuras del poder político local, poco acostumbrados a las concentraciones populares contra la impunidad. La undécima marcha fue la más concurrida. Entre los dos mil pares de pies que peregrinaban alrededor de la plaza del centro no estaban sólo los familiares de las muertas de La Dársena. Estaban también los representantes de veinte agrupaciones intermedias locales, de los organismos humanitarios, el movimiento de campesinos de Santiago y los familiares de las otras muertes gobernadas, como decía Luis Bordón, “por la impunidad”. Y también, claro, estuvo la policía: más de 600 efectivos custodiaron las instituciones de los alrededores de la plaza.
Desde hacía días se esperaba esta marcha. Desde hacía días, cada uno de los que están vinculados con esta causa esperaba al viernes para pisar por primera vez el frente de la Casa de Gobierno que, otra vez, permaneció cerrada y protegida por un cerco de custodias que impidieron el acceso. Entre quienes comandaban las primeras filas estaban los familiares de Leyla Bshier Nazar y su tía Mirta, aquella mujer que otra vez pedía a gritos por la investigación sobre los asesinos. Esa tía fue la que pidió la detención de uno de los diputados locales que forma parte de la estructura del juarismo.
Entre los peregrinos también estuvieron los otros padres y madres, quienes forman parte aquí de una de las agrupaciones que trabaja contra la impunidad de los crímenes. Sergio Lamberti, de la Comisión de Derechos Humanos del Obispado, recordaba parte de los asesinatos que siguen sin resolverse. “Terminamos levantando cadáveres nuestros –decía– mientras el sistema sigue produciendo cadáveres.”
La marea que recorría las calles incorporó a los familiares de quienes con sus casos han conocido otras tramas de encubrimiento, otros escenarios pero el mismo tipo de mecanismo que se sospecha debajo de los casos de La Dársena. “Yo tuve mi propia experiencia”, decía Luis Bordón, mientras se acordaba de las maniobras hechas por la policía mendocina para ocultar el cuerpo de su hijo. En aquel momento fueron los vecinos de su barrio quienes lo acompañaron cuando todavía no había aparecido el cuerpo y fueron ellos quienes terminaron encontrando las pistas, recorriendo, preguntando y recogiendo pequeños datos entre los vecinos: “Como sucede acá –decía Luis Bordón más temprano–, al principio nadie sabía, nadie quería hablar, pero todos repetían lo mismo: la cueva, vayan a la cueva para buscar el cuerpo”. Aquella vez, los Bordón siguieron esas pistas con las que desbarataron el mecanismo de encubrimiento que había activado la policía. Como aquella vez, ellos están convencidos de que es la misma gente la que después de perder el miedo irá acercándose con datos. Los Bordón no fueron los únicos que llegaron, con ellos caminaron el padre de Natalia Melmann y Rosa Bru.
Los campesinos del Mocase incorporaron a la marcha su propio reclamo: la restitución de tierras de las que están siendo corridos en las distintas regiones de la provincia.
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