SOCIEDAD • SUBNOTA
El viernes pasado dos sobrevivientes pidieron que se dicte una medida de “no innovar” en los terrenos. Uno fue Carlos Lordkipanidse, a través de Justicia Ya! Y el otro Víctor Basterra acompañado, por el abogado Rodolfo Yanzón. El juzgado hizo lugar al pedido y le pidió a Prefectura que preserve el lugar con recorridos periódicos. Hay una sede de prefectura está a 900 metros del lugar.
El Silencio está sobre el arroyo Chañía-Miní (o Canal 43) en el límite de la segunda y tercera sección, y según los datos de Prefectura fuera de los límites de El Tigre y dentro del distrito de San Fernando. En 1987, dos sobrevivientes hicieron un sondeo de reconocimiento desde el río acompañados por Maco Somigliana, ahora en el Equipo de Antropología Forense. Judicialmente existe un expediente desde 1984 sobre la isla en el “Legajo 11478/84 Firpo, Alberto Néstor, denuncia” que es una de las fuentes de la denuncia que Horacio Verbitsky publicó en El Silencio, de Paulo VI a Bergoglio. Las relaciones secretas de la Iglesia con la ESMA. En ese expediente declaró al secretario de la Vicaría castrense, Emilio Grasselli, que es quien vendió la isla a los marinos. El documento está en manos del juzgado de Sergio Torres que tiene la causa. También se pidió al Registro de la Propiedad y ARBA los antecedentes de los propietarios. “Técnicamente ahora tenemos que ir hacia atrás como hicimos con Chacras de Coria donde las trasferencias se hicieron por coacción. Hay que buscar la documentación sobre quiénes fueron los titulares y cómo se hicieron las trasferencias de dominio. No es imposible, es el trabajo que sigue”, dicen fuentes judiciales. Es posible que buena parte de la información necesaria ya esté el expediente de 1984.
Entre las fuentes que cita el libro está la escritura de la transferencia de la isla y el cotejo del documento que usó la Marina para la operación-compra. La hizo a nombre del fotógrafo y laboratorista Marcelo Camilo Hernández, sobreviviente de la ESMA y salió del país en enero de 1979. Lo que sigue es un extracto de la información de El Silencio sobre este punto:
- Hernández: Los marinos se quedaron con su libreta de enrolamiento cuando pidió la renovación del pasaporte en la Policía Federal. Dos semanas después de su salida del país en enero de 1979, con ese DNI, el grupo de tareas adquirió la isla El Silencio. “No hace falta una pericia caligráfica para advertir que su firma en la escritura no coincide con la del formulario policial, ni siquiera intenta parecerse”.- Grasselli: El libro señala que en la escritura la persona que aparece como vendedor de El Silencio fue Emilio Teodoro Grasselli “que conocía a varios marinos del grupo de tareas y sabía lo que pasaba en los campos clandestinos de concentración de la dictadura”. Grasselli aparece asociado a otras tres personas cuyos nombres también se señala.
- Aramburu: Grasselli a su vez había comprado la isla en septiembre de 1975 al administrador de la curia, Antonio Arbelaiz. Los sacerdotes y seminaristas de la Arquidiócesis conocían la isla porque él los llevaba. Los vecinos además dan cuenta de la presencia de Juan Carlos Aramburu en el lugar.
- Radice: uno de los moradores más antiguos de la zona entrevistado para el libro explicó que en 1979 la quinta pasó a ser propiedad de Ríos. Cuando la Justicia interrogó a Grasselli en el expediente, él dijo que no conocía a Hernández. Tanto Grasselli como sus socios alegaron que en nombre de Hernández, realizó la operación un “tal señor Ríos”, es decir Jorge Radice, responsable de los negocios inmobiliarios de la ESMA.
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